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Una evidencia más del deterioro educativo
Los resultados 2018 de las pruebas Pisa, operativo global de evaluación creado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que se realiza cada tres años, son una evidencia más de las graves deficiencias que caracterizan a la educación argentina.
Si se promedian los rendimientos en Matemáticas, Lectura y Ciencias, los alumnos argentinos de 15 años se ubican en el puesto 66° entre los 79 países que participaron.
Pero si se analizan las disciplinas por separado, en Matemáticas descienden al puesto 71, sólo por encima de Indonesia, Arabia Saudita, Marruecos, Kosovo, Panamá, Filipinas y República Dominicana. Eso significa que siete de cada 10 estudiantes argentinos no pueden interpretar ni reconocer cómo se representa matemáticamente una situación simple, como la equivalencia de monedas diferentes, por ejemplo.
Como contrapartida, en Lectura obtienen el puesto 63°. Eso quiere decir que uno de cada dos estudiantes sólo puede operar en el nivel más bajo, o sea que no puede identificar la idea principal de un texto y comprenderlo.
En las pruebas Pisa, Argentina muestra este magro rendimiento desde 2000, con la mayor proporción de sus alumnos, en todas las disciplinas, en el nivel de desempeño inferior.
Por cierto, los diagnósticos de los especialistas locales anunciaban desde fines de la década de 1990 esos resultados. Hace algo más de 20 años que el país se encuentra ante la triste realidad de que uno de cada dos chicos que termina el secundario no entiende lo que lee y que dos de cada tres no comprenden un problema lógico matemático. Esto impacta, por supuesto, en el rendimiento que estos jóvenes tienen tanto en el mercado laboral como en sus estudios terciarios o universitarios.
En estos 20 años, la situación de los países de la región ha mejorado mucho. Colombia y Perú son los que registran mayores avances. Y Chile y Uruguay siguen siendo los mejores entre los latinoamericanos.
Todos ellos, además de Brasil y México, se ubicaron por encima de Argentina en la tabla general. Por eso, si se discrimina por disciplina, entre los 10 países latinoamericanos que participaron Argentina oscila entre el séptimo y el octavo lugar.
La dirigencia política sabe que la educación es uno de los problemas más graves que enfrenta el país. Pero más allá de sus regulares declaraciones de frases hechas, el constante reclamo al oficialismo de turno de un aumento en el presupuesto educativo y de alguna ley de ocasión, nadie se anima a plantear una hipótesis de solución. Y así nos va.