Una clara señal de Francisco
Ha tenido repercusión a nivel mundial la decisión del papa Francisco, que expulsó al sacerdote argentino José Mercau, sobre quien pesa una condena a 14 años de prisión por abusos sexuales cometidos cuando era párroco de la diócesis de San Isidro
Mercau fue sancionado con la dimisión del estado clerical, perdiendo todos los derechos del ejercicio sacerdotal, entre ellos celebrar misa y administrar los sacramentos.
La decisión del Papa se enmarca en la política de tolerancia cero con los clérigos abusadores impuesta por la Santa Sede y va en línea con la prédica de Francisco en cuanto a la necesidad de acompañar a las víctimas de abusos.
Esta es una clara demostración de que Bergoglio no está dispuesto a tolerar que nadie ensucie con su accionar el colectivo de la iglesia católica.
Y un llamado a que todos asumamos la responsabilidad que nos cabe ante la duda de que algo así ocurre.
Los especialistas en esta cuestión afirman que hay que tener, para con quien denuncia un abuso, la capacidad de escuchar.
También, que en la mayoría de los casos, quien abusa es una persona conocida de la víctima, lo que torna complejo creer en principio aquello que se está denunciando.
Y agregan que es muy difícil que un chico pueda sostener una fantasía de este tipo, si lo fuera.
Y entonces piden que ante la duda se le crea, para comenzar el proceso de investigación, dando lugar a la intervención de profesionales de la salud.
Esa es la responsabilidad que se pide ante la gravedad de este delito, porque callar es volverse cómplice.
Mercau fue sancionado con la dimisión del estado clerical, perdiendo todos los derechos del ejercicio sacerdotal, entre ellos celebrar misa y administrar los sacramentos.
La decisión del Papa se enmarca en la política de tolerancia cero con los clérigos abusadores impuesta por la Santa Sede y va en línea con la prédica de Francisco en cuanto a la necesidad de acompañar a las víctimas de abusos.
Esta es una clara demostración de que Bergoglio no está dispuesto a tolerar que nadie ensucie con su accionar el colectivo de la iglesia católica.
Y un llamado a que todos asumamos la responsabilidad que nos cabe ante la duda de que algo así ocurre.
Los especialistas en esta cuestión afirman que hay que tener, para con quien denuncia un abuso, la capacidad de escuchar.
También, que en la mayoría de los casos, quien abusa es una persona conocida de la víctima, lo que torna complejo creer en principio aquello que se está denunciando.
Y agregan que es muy difícil que un chico pueda sostener una fantasía de este tipo, si lo fuera.
Y entonces piden que ante la duda se le crea, para comenzar el proceso de investigación, dando lugar a la intervención de profesionales de la salud.
Esa es la responsabilidad que se pide ante la gravedad de este delito, porque callar es volverse cómplice.
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