OPINIÓN
Tiempo de adviento, tiempo de cambios
Por Waldemar Oscar von Hof (*)
Especial para EL ARGENTINO
De los grandes cambios de la Perestroika nos ha quedado la canción “Vientos de cambio” (Wind of Change), del grupo musical Skorpions. En el calendario litúrgico, en las iglesias, estamos viviendo el tiempo de adviento, que es una etapa de expectativa y de preparación. Son cuatro semanas, un tiempo cuarentenal, que se impone para reflexionar, pero también para hacer ejercicios que recuerden y que impliquen cambio en las personas, en las instituciones y en la sociedad toda. Un tiempo en que se esperan cambios actitudinales, procedimentales y conceptuales, pero también se tiene la esperanza de que Dios haga y realice cambios, siempre para mejor. Estos cambios están marcados por ciertos tópicos preexistentes. No todo es y será nuevo. Hay cosas, valores y formas de relacionarse que se deben recuperar y no dejar que se pierdan.
Jesucristo mismo, en su discusión con los discípulos, dijo que él no ha venido a cambiar ninguna coma o tilde de las leyes. Surge ahí el programa del maestro en el cual está centrada toda la expectativa de su venida. En las palabras del profeta Isaías, que Jesús asume como programa suyo, afirma que ha venido para dar buenas noticias a los pobres y libertad a los oprimidos. (Isaías 61:1-2 y San Marcos 4:18 y 19) queda claro que hay reclamos que no pueden pasarse por alto. Puntos esenciales sobre los que hay que volver una y otra vez.
Nuestro tiempo de Adviento en este año coincide con un cambio de gobierno, más de la mitad de la población ha decidido apostar a un cambio de regencia, de propuestas y de políticas. Deseamos y esperamos a que al gobierno electo le vaya bien y pueda proponer, realizar y llevar adelante los cambios para mejor, propuestos. Pero también debe quedar claro que no solo son necesarios cambios, si no que se debe recordar postulados que han estado presentes en las bases, las propuestas y los discursos de muchos gobiernos anteriores. Los cristianos de todas las iglesias de nuestro bendito país las debemos tener bien en alto, pedir y exigir que los pobres no deben ser el pato de la boda, los oprimidos no pueden ser la frutilla de la torta en la fiesta de unos pocos. En las medidas económicas no pueden, ni deben, quedar fuera del radar los muchos que siempre han pagado el costo de las mismas.
Los cristianos no miramos solamente al pasado romántico del Jesús en el pesebre o del que caminaba a la vera del lago. Tampoco tenemos puesta la mirada solamente en la gloriosa segunda venida, donde todo será paz y justicia. Creemos y estamos convencidos que nuestro quehacer, nuestra misión, y nuestra tarea es hoy, en el ahora. El presente es celebrar lo logrado, es caminar y andar junto al que nos necesita, pero también es reclamar y exigir que nuestros políticos, los que asumen en este diciembre, se comprometan y cumplan aquello que en estos primeros doscientos años de nuestra patria ha estado en falta, que los pobres reciban al fin la buena noticia y los oprimidos vean finalmente la libertad.
En este tiempo de Adviento rogamos y esperamos, y lo hacemos con mucha expectativa, que los viejos y tan necesarios valores se reafirmen y la justicia sea una realidad entre nosotros. Que estos vientos de cambio no queden grabados en futuras generaciones en una simple canción, si no en una realidad donde ya no se hable de hambre, de violencia ni de injusticias.
(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata y escritor.