¿Que se vayan todos?
Por Américo Schvartzman (*)
Después de cantar “que se vayan todos” Javier Milei presentó a sus tres asesores económicos. Los tres fueron parte del equipo económico de Menem y Cavallo: es decir, estuvieron entre los principales responsables de que en 2001 el país entero cantara “que se vayan todos”.
Javier Milei, el candidato más votado en las recientes PASO, festejó su elección hace una semana cantando “que se vayan todos”. El cantito evoca inconfundiblemente el 2001, año de turbulencias, desocupación, trueque para sobrevivir, récord de pobreza, saqueos, cacerolazos, corralito, cambio de gobierno, conspiraciones varias y descalabro económico e institucional.
El 2001, vale recordarlo, fue el producto genuino (e inexorable, según los estudiosos) de las políticas de Menem y Cavallo, iniciadas diez años antes. Esas políticas implicaron la privatización masiva y veloz de los activos públicos (las empresas estatales). Casi nada quedó en manos del Estado. El sueño liberal, neoliberal, “libertario”. Menem lo hizo. Pero de paso sacó del sistema a millones de personas. El país se modernizó, llegaron las empresas extranjeras y los celulares, los sectores “incluidos” disfrutaron de un sueño que duró poco. Pero los sectores “excluidos” fueron millones. No solo nacieron con Menem los celulares y la modernización tecnológica: también nacieron los piquetes y los planes sociales para contener la exclusión masiva.
Después de cantar “que se vayan todos” (apenas dos días después) Javier Milei presentaba a sus tres principales asesores económicos. Los tres fueron parte del equipo económico de Menem y Cavallo. Dos de ellos son Carlos Rodríguez y Roque Fernández, dos economistas veteranos que integraron. El tercero, un financista llamado Darío Epstein, fue director de la Comisión Nacional de Valores (CNV) durante el menemismo.
Paradojas de los tiempos. El peronismo, que alguna vez había significado inclusión y empresas públicas (el Estado fabricaba autos y motos, por ejemplo) pasó a significar negocios turbios (¿hace falta recordar la corruptela menemista, capaz de hacer volar por los aires una ciudad cordobesa para ocultar sus negociados?) pero también un cambio de signo identitario en el peronismo que (ahora lo sabemos) no era ocasional. El peronismo en el gobierno dejó de incorporar a los olvidados a la vida laboral formal, al consumo, a las leyes laborales, a las vacaciones, a la protección sindical, como en los tiempos dorados del primer gobierno de Perón, y pasó a ser otra cosa. Ya no era inclusión: desde Menem, el peronismo pasó a ser beneficios para los incluidos y asistencia a los excluidos. Nunca más inclusión de los excluidos. El kirchnerismo inicial, el de Néstor, alentó la ilusión de que volvía la inclusión. Fue un espejismo. Su esposa, después de dos periodos, dejó un tercio de la población en la pobreza. Macri acrecentó cinco puntos esa cifra ominosa. El actual tándem de gobierno (Fernández – Fernández) ya lo llevó al 50%. Nadie puede saber qué cifra dejarán en diciembre.
El grito del 2001, “que se vayan todos”, fue un alarido fundamentalmente en contra de las políticas de Menem y Cavallo, causantes principales del desastre que De La Rúa no supo, no quiso, no se animó a conjurar, y terminó llamando, nada menos, que al padre de la criatura, al propio Domingo Cavallo.
Después de cantar “que se vayan todos” (apenas dos días después) Javier Milei presentaba a sus tres principales asesores económicos. Los tres fueron parte del equipo económico de Menem y Cavallo. Dos de ellos son Carlos Rodríguez y Roque Fernández, dos economistas veteranos que integraron. El tercero, un financista llamado Darío Epstein, fue director de la Comisión Nacional de Valores (CNV) durante el menemismo.
Roque Fernández fue autoridad del Banco Central de Cavallo (sí, el Banco Central que Milei dice que hay que dinamitar) y después de que Cavallo se fue del gobierno de Menem, el bueno de Roque Fernández quedó como ministro de Economía por el resto del mandato.
Carlos Rodríguez, por su parte, era secretario de Política Económica de Menem y se fue del gobierno cuando el riojano le rechazó su proyecto de privatizar el Banco Nación (lo único que el menemismo dejó sin liquidar, o casi). El sucesor de Rodríguez en su cargo fue un joven Rogelio Frigerio, actual candidato a gobernador entrerriano por Juntos por el Cambio. Interesante.
Tanto Roque Fernández como Carlos Rodríguez fueron funcionarios del gobierno peronista que inventó un tercio de exclusión. Pero venían de la Ucedé. Pocos se acuerdan, pero la Ucedé, el partido liberal conservador de Álvaro Alsogaray, es el mismo partido de donde salieron Amado Boudou, Echegaray (el de la AFIP kirchnerista) y ¡oh sorpresa! Sergio Massa. Roque Fernández, el actual asesor de Milei, fue uno de los fundadores de ese partido en 1982.
Por eso es tan llamativo lo de Milei, para quienes tienen algo de memoria. Este político desencajado y por momentos delirante (otro día desarrollaré por qué lo califico así) que hoy aparece como el más probable futuro presidente, canta “que se vayan todos”, mientras prepara su plan de gobierno con dos de los principales responsables de que en 2001 un país entero cantara “que se vayan todos”.
Ya sé que las otras candidaturas con chances son horrorosas y que eso (junto con la irresponsabilidad gigantesca de Alberto Fernández y Cristina Fernández) son las razones más fuertes por las cuales Milei posiblemente sea el próximo Presidente de la Nación.
Y es poco lo que se puede hacer, me parece.
Salvo advertir lo que se viene. Al menos para que nadie diga que no sabía.
(*) Periodista. Publicado en la cooperativa El Miércoles Digital.