A POCOS DÍAS DE ASUMIR EL PODER
Milei quiere: ¿Reforma o modernización del Estado?
Milei quiere las dos cosas, pero no son lo mismo, y es un problema político dado que en los medios de comunicación se están usando dos términos técnicos como si fueran sinónimos o alternativos, y en verdad, el impacto de uno u otro proceso es radicalmente distinto para la administración pública y para la sociedad.
Por Javier A. Cubillas*
Sabemos que estamos ante un claro cambio de trayectoria en la gestión política de gobierno y ese cambio, todavía en franca formulación de la letra chica, da muestras simbólicas y discursivas de tener un sustento radical, pero paradójicamente, conservador.
Este cambio que se enuncia con los voceros, escuetos comunicados cuasi-oficiales, algunas entrevistas del presidente electo, marcan un rumbo de cambio de época. En este sentido, los dos términos políticos, nuevamente en boga, son: reforma y modernización.
¿Qué significan y explican estos distintos conceptos? Por un lado, la reforma del Estado supone pensar en qué funciones realiza la administración pública y cuáles le son propias a los individuos y la sociedad. Aquí, no intervendría el Estado más que para su función criminal o judicial. Se suele decir, que es una definición o redefinición de los límites entre el Estado y la sociedad a partir del cual se suelen restar acciones de producción de bienes y servicios públicos al Estado. Es lo que ha ocurrido en los 90 y en los inicios del 2000.
Esto implica, algo sumamente importante para la vida social y económica. Más Estado es más regulación de las relaciones sociales y económicas y por ende más habilitaciones y permisos son necesarios para que el individuo pueda actuar, teniendo un rol fundamental la burocracia y los funcionarios, en este aspecto. A la inversa, menos Estado y más libertad para la sociedad supone que los individuos tienen que pedir menos habilitaciones o realizar pocos trámites para sus actividades económicas y sociales. Aquí, se vuelve más relevante la iniciativa privada, la cooperación entre individuos y la organización de la sociedad civil y las corporaciones, clubes, sindicatos.
Por otro lado, está la idea de modernización del Estado. Aquí hablamos de un cambio continuo hacia adentro de la burocracia del Estado. Es la mejora de procesos y procedimientos que permitiría más eficacia y eficiencia en la producción de bienes y servicios por parte de la administración pública. También supone un achicamiento del Estado, en muchas ocasiones, pero no perder esas funciones en manos de la sociedad.
En este caso, los mayores cambios se dan con la implementación de nuevas tecnologías y una dotación menor de recursos humanos, con un perfil más técnico y menos político, a lo largo de toda la burocracia. Esto se conoce también como cambios transversales u horizontales de modo unificado de las instancias administrativas. Todo esto busca como resultado esperable que ocurran los siguientes efectos: menos gasto público y menos impuestos para obtener igual o mayor cantidad de prestaciones de bienes y servicios por parte del Estado en beneficio de la sociedad.
Entonces, clarificados los dos conceptos y las implicancias de los mismos, queda por ver cuanto de lo que enviará Milei al Congreso de la Nación será parte de una dimensión de cambio de trayectoria en el sentido de una reforma del Estado y qué será aparte de la modernización.
Sólo, para atender y entender la importancia política de estos cambios, es común que primero se den los procesos de reforma del Estado y si estos son exitosos, en una segunda instancia y con apoyo político renovado, se comienzan a aplicar las medidas de modernización de la administración. Por esto, que hoy, por los comunicados cuasi oficiales se planteen como necesarios los dos al mismo tiempo supone un esfuerzo político que hasta la fecha y en democracia no se ha visto nunca. De ahí, la radicalidad que pueda tener el giro de este gobierno y que nos obliga a prestar atención en detalle a los sucesos posteriores al 10 de diciembre.
*Analista de Asuntos Públicos.