Lo que opinan los curas villeros no es la opinión de la Iglesia
Por Guillermo Marcó
Los liderazgos son un problema en el mundo actual. Hace 100 años poca gente tenía contacto con sus líderes, alguna aparición pública pero la mayoría de la gente les tenía fe, tanta, que bastaba una decisión suya para que estuvieran dispuestos a morir por valores intangibles como “La Patria”. Sin embargo los asuntos por los que se peleaba no eran tan trasparentes, detrás había intenciones económicas, juegos de poder y mucho ego en pugna.
Los liderazgos políticos de hace unos años surgían de una larga militancia dentro de un partido, concejal, intendente, diputado, gobernador, presidente. La era de la tecnología y de las redes sociales ha puesto todo ese sistema en crisis. También los algoritmos y los asesores de imagen dicen trabajar para que el “candidato” responda a lo que quieren los focus groups, a quienes identifican como: “la gente”.
Entre tantos gurúes, encuestas y asesores de imagen, el “candidato termina siendo una especie de Frankestein, que tiene cerebro de político pero discursos para complacer a los sectores más antagónicos, con lo cual lo que percibe la gente es que está mintiendo y entonces lo desprecia.
El fenómeno Milei, desde el punto de vista discursivo es un éxito, pudo identificar este fenómeno del desencanto de todas las clases sociales con los políticos y ponerle un nombre: “La Casta”. También captó la irresponsabilidad de todos los que estuvieron para administrar las cuentas públicas, contraer deudas impagables, generar inflación con la emisión y darle una esperanza: “Dolarización”.
Como no tuvo gestión, no tiene prontuario, los otros si tienen. Después puede tener las declaraciones más conflictivas y a la gente no le interesa lo que dice. De hecho cuando explicitan en varias encuestas que he leído la gente lo vota pero está en desacuerdo con muchas de sus propuestas. Volvemos a los del principio, aunque diga cualquier cosa desde el punto de vista comunicativo la gente cree que es tan sincero que no tiene filtro, y eso es lo que los empuja a votarlo. Si puede o sabe llevarlas a cabo es harina de otro costal.
Los “curas villeros” hace años que de la mano del Padre Gustavo Carrara, ahora Obispo y Vicario General y Pastoral de Buenos Aires, escriben algunas reflexiones sobre la Pastoral en esos barrios, es una tradición que viene de larga data, ya que cuando empezaron algunas de esas Villas, la Iglesia - sobre todo la de Buenos Aires - tuvo siempre presencia allí. No se cuestionan estas reflexiones que nos hablan de una realidad compleja. La pregunta surge si esas expresiones y en sus diálogos con algunos candidatos reflejan la totalidad del pensamiento eclesial sobre diversos temas.
Cuando el Cardenal Aramburu llegó a Buenos Aires el 14 de junio de 1967, eran tiempos convulsionados del post concilio Vaticano II, supo organizar reuniones de clero para evitar enfrentamientos, ya que el clero estaba dividido. Siempre mantuvo una actitud de dialogo y liderazgo, evitando los extremos. Lo que opinan los curas villeros es una opinión mas que respetable, pero no es la opinión de la Iglesia en su conjunto.
Al Papa le gusta decir, cuando le preguntan, que la Iglesia es para “todos”. Supongo que no dirá para todos, menos Javier Milei.
Es importante mantener la “no politización partidaria de la Iglesia”, cada uno puede tener en lo personal la opción política que quiera, pero en la acción pastoral tenemos que alentar la participación democrática, pero donde cada uno quiera. El Reino de Dios no se identifica con ninguna idea política: “al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22,21) “Mi Reino no es de este mundo” (Jn 18,36).
Dijeron que hacían la misa en desagravio al Papa Francisco, incluso Monseñor Ojea, Presidente del Episcopado dijo en una Declaración de la CEA que había dicho cosas irreproducibles sobre el Papa. Comparto lo impropio de esas declaraciones, la figura del Papa debe ser respetada. Pero también hay que tener en cuenta que fueron del 2019. Pasaron 5 años, también en su momento –dijo Milei- Hebe de Bonafini dijo cosas irreproducibles sobre el Papa y hubo un aturdidor silencio eclesiástico…
Más vale que nos dediquemos a predicar sobre Jesús y su Reino y dejemos a los laicos estos menesteres, ya que la Iglesia enseña que es el terreno de su competencia, escribo estas líneas para reflejar también el malestar de muchos católicos que no pueden escribir en un medio de comunicación y se sintieron no interpretados por la postura y la celebración que se realizó en la Iglesia de Caacupé.