Las fallas del Estado que afectan a la sociedad y al mercado
En este contexto de variadas propuestas electorales no siempre se ubica al carro en el lugar correspondiente y muchas veces aparece adelante de los caballos.
Desde los aspectos más básicos, y que a todos nos afectan directamente, como la regulación de mercados y aranceles, hasta el punto de ser jueces, ya no sólo árbitros, de la producción y desarrollo de las economías regionales -entre gobernadores y presidentes- nos encontramos un corset de políticas económicas y fiscales que durante estos 40 años de democracia no han colaborado en el crecimiento sostenible de sectores productivos.
Pero además, está la bendita complicación semanal del valor del peso, no del dólar, que siempre fluctúa en función de los aciertos de los funcionarios que en verdad ponen en juego la capacidad de flujo e intercambio del comercio y el resguardo del valor de la moneda. A menudo no cumplen con el resguardo del valor de moneda o al menos el equilibrio de un valor que nos permita ser competitivos pero no arrasados por países vecinos.
A estos dos puntos, hay otros no tan presentes o visibles, que deben ser analizados por la población para ver qué de las fallas de gobiernos -finalmente fallas del Estado- son parte de la agenda electoral, o no lo son, porque en algún punto es reconocer un tema tabú de la dirigencia.
Estos puntos son: 1- La apropiación o captura de renta que distorsiona toda posibilidad de proyección, planificación y visión de desarrollo por parte de sectores productivos. La voracidad fiscal no sabe de puntos intermedios que permitan la acumulación de capital para la reinversión y, como la historia nos ha demostrado, ha incentivado al capital a enviar sus réditos a afuera de la Argentina escapando del avance fiscal.
2- La incapacidad de la administración en la provisión de soluciones, datos adecuados, normativa que incentive la radicación de emprendedores y empresas, en definitiva la incapacidad estatal para ser impulsores de nuevas empresas y asociaciones que permitan el crecimiento de la sociedad civil. No son actores facilitadores de la innovación.
3- A lo anterior, necesariamente, se le suma la poca eficiencia y eficacia por parte de la administración a la hora de proveer bienes públicos como son servicios básicos -energía, salud, seguridad, educación- pero también, los propios que la economía 4.0 está solicitando como cobertura digital, espacios de co-creación e innovación, incubadoras tech, parques industriales, sostenibles, clusters, y facilidad de radicación o relocalización de capital humano para el desarrollo social.
4- Finalmente, hay también sectores de la economía fuertemente subsidiados que no son acompañadas en el proceso de desarrollo de competencias para abrirse al mercado regional e internacional. Muchas de estas, ponen como condiciones anteponer reglas proteccionistas para su continuidad. Lejos de ser empresas son unidades de negocios sostenidas por direcciones, subsecretarias o ministerios de desarrollo de la producción o semejantes, con los cuales, la relación funcionario-empresario se confunde y da lugar a privilegios y a conflictos de intereses.
Por esto, es importante la ley de regulación integral de gestión de intereses o lobby que no tratan, desde el 2017 al menos, cuando el Poder Ejecutivo envío un proyecto al Congreso Nacional.
Finalmente, entender, que las fallas del Estado son anteriores a las fallas del mercado e inducen a la toma de decisiones dentro de la sociedad con errores, sesgos y falta de información, es medular en la explicación de las condiciones del fracaso de nuestra actividad cooperativa y estructura productiva.
Analizar estos puntos a la luz de las gestiones que culminan y las que ofrecen nuevas políticas y el cambio de gobierno es sustancial para fortalecer al sector sin fines de lucro, al sector emprendedor y al empresario sin unas muletas que se conviertan en tutores sin los cuales el desarrollo local no puedan llevarse a cabo.
Javier A. Cubillas
Analista de Asuntos Públicos