SER LIBRES…DE LA INDIFERENCIA
La política y las ideologías del siglo XIX y XX nacen como caminos para combatir la injusticia
Cada una ha construido su mirada de la realidad como una especie de compensación a la situación injusta generada por el otro sistema. Injusticias generadas por actitudes humanas que desconocen la dignidad del otro y se traducen en sistemas y modelos.
Por Guillermo Régoli
En su fundamento antropológico expresan el defecto de la parcialidad en tanto que miran a algunos como los destinatarios de sus acciones y dejan de lado a quienes no “encuadran” dentro de su concepción. La autosuficiencia, la insatisfacción, el sentirse postergado, situaciones humanas que encuentran en cada ideología y en los partidos una especie de “justificación” de una mirada de la realidad y un camino para hacerla cambiarla.
El autosuficiente la encuentra en las derechas, el postergado en la izquierda, el insatisfecho en el progresismo. En su mayoría laicistas y ateas, estas ideologías hacen del sistema político el cielo en la tierra, y lograr alcanzarlo es sinónimo de vivir en una democracia que garantice la libertad para vivir como se desee y sea feliz. Se puede ser feliz con tantas injusticias? Unos verán en el orden y la seguridad el camino, otros en la revolución, y otros en la rebeldía contra todo lo que no se parezca a su manera de pensar.
Cada ideología y partido utilizará la ley para garantizar sus valores e imponerlos a los demás. La autosuficiencia, el sentirse postergado o insatisfecho tienen en sí razones ciertas pero se vuelven un defecto cuando se manifiestan como la única forma de entender la realidad y de mirar al otro.
Cada una propone también caminos, formas de vivir esos valores y espacios que visibilicen ese compromiso: la calle, las Institución, el mercado, la empresa, los movimientos sociales.
Nadie quiere injusticias pero es cierto que algunas se justifican depende quien las está padeciendo y en esto también influyen las miradas políticas. Cortan una calle e impiden el libre tránsito: dos injusticias están expresadas, la falta de trabajo y el impedimento a circular libremente.
Unos piden trabajo reclamando al estado y otros han trabajado toda una vida sin ayuda alguna: se mezclan concepciones del estado, educación recibida, el mérito del lugar alcanzado.
Según la mirada política será la ponderación de la situación y la justificación de la injusticia. La política que se muestra para corregir la injusticia propone caminos y define quién está de un lado o del otro. Es la política el único camino para lograrlo?
Un actor presente junto a la política y las ideologías ha sido la Iglesia. Unas proponen la división la otra la unidad, unas hablan del cielo en la tierra la otra propone que una tierra nueva debe ser antesala del cielo.
La política apela a los sentimientos, porque parte de la necesidad no satisfecha que genera la injusticia. Por eso parcializa la mirada de la realidad y del ser humano. Para ella no es una persona con dignidad al que hay que respetar, es un ciudadano con cierta necesidad: la libertad, la solidaridad, la lucha por los derechos, al que hay que satisfacer y ella viene a hacerlo. Por eso pide fidelidad y buena memoria de lo que bueno que ha hecho por cada uno. Entiende que la estructura, el modelo, cambian la vida de la gente.
La Iglesia apela a la conciencia, allí donde todo ser humano tiene certeza de sí mismo y puede discernir aquello que corresponde hacer para ser más humano. Entiende que la cuna de todos los males nacen del mismo corazón, y de allí nacen los sistemas, los modelos. Que es posible cambiar el corazón, y entonces pensar nuevos modelos. Por encima de todo modelo que sirve al ser humano está el ser humano.
Cuando la política resiste defiende a los suyos y sus ideas, cuando la Iglesia habla, quiere iluminar las conciencias…de todos.
De algo que todos tenemos que cuidarnos en estos tiempos es de la indiferencia, que subyace en todas las ideologías y los partidos políticos. No me gustan las maneras tal vez, pero no puedo ignorar el problema, porque el problema habla ante que todo de una persona en problemas. La realidad es más que la idea. Hoy en cambio sucede al revés: la idea siempre condiciona la comprensión de la realidad. No importa si lo que se dice es bueno de pensar: si quien lo dice o a quien se lo expresa no coincide con mi idea inhabilito el valor de lo que dice.
En estos días el Papa Francisco estuvo reunido en el Vaticano con actores de distintas corrientes políticas, cada uno con sus defectos y sus buenas intenciones. No dijo nada nuevo en cuanto a los valores que propone la Iglesia desde siempre: justicia social, valor del trabajo, defensa de los más humildes, necesidad del diálogo, función del estado ante las necesidades, valor de la empresa y valor del trabajador, fracaso del asistencialismo. Tal vez no gustó a quien se los dijo, a quien recibió, con quien se sacó foto. Como ha pasado a lo largo de la historia, muchos de los que escuchan y se manifiestan como intérpretes de la voz del Papa no muestran con sus actitudes, que sus palabras, hayan calado en el corazón. El problema es de quien recibe o de quien busca la foto? Y si lo que se dice es una invitación a pensar valores que superen la coyuntura, rechazar la idea de la que se habla no es necedad?
A la política con mirada parcial, una mirada más amplia la escandaliza, la lleva como siempre a mirar al otro como enemigo y desestabilizador. También le sirve si esa mirada coincide en algo con sus ideas, para justificar las maneras equivocadas y en ocasiones poco claras para defender buenas causas.
La realidad es más que la idea. Hay que pensar nuevas maneras para que las ideas ayuden a cambiar la realidad, la vida de las personas que no están bien y evitar caer en la indiferencia ignorando los problemas porque no me gustan las formas propuestas para resolverlos o no me caen bien las personas que los padecen. Las enseñanzas del Papa y de la Iglesia marcan un rumbo: nuevos valores que ganen el corazón y sean capaces de priorizar a las personas antes que aferrarse a ideas que no agotan la realidad. El camino no es despreciar la política sino impregnarla de nuevos valores. Una política que trasciende la del partido y que invita a un compromiso nuevo con valores nuevos.