La fortaleza de los débiles
Por FUNDAVIDA
Nos pasa muy seguido, encontrarnos con amigos en las circunstancias corrientes de la vida, y que nos manifiesten su desesperanza ante el futuro de la humanidad por las noticias que cotidianamente compartimos sobre las cuestiones que afectan la naturaleza, el ambiente, la vida en el planeta en general, y especialmente nuestra provincia y nuestra ciudad.
No podemos negar que es una percepción que muchas veces está presente en la mayoría de nosotros, que sufrimos por la toma de conciencia permanente de nuestra fragilidad ante el mal uso de las posibilidades que nos ofrece el planeta y las consecuencias que nos afectan en el presente y sobre todo las que nos esperan en el futuro.
Pero demasiadas veces nuestra ansiedad y angustia nos juegan una mala pasada, porque la realidad es que el conjunto social va creciendo a paso firme en la comprensión de lo que ocurre y en su capacidad de enfrentar los problemas.
Hace apenas unos pocos años la mayoría ni nos enterábamos de lo que ocurría, a lo sumo nos lo explicábamos como precios que había que pagar por el progreso material de la sociedad. Hoy ya todos tenemos conciencia que hay que cambiar la matriz social que subordina todo, ante los pies del dios beneficio.
Y no es poco lo que hemos logrado, nos pasa como en la canción de Sumo que reclamaba:…”no sé lo que quiero pero lo quiero ya”. Pero nosotros ahora sabemos lo que queremos: vivir en un mundo respetuoso de la naturaleza en el que se preserven la vida y el ambiente para nuestro propio uso y del que nos sucedan.
Son sólo algunos años transcurridos desde que se desataron francamente estas luchas, pero no son pocos los logros que han tenido las organizaciones de la sociedad civil.
Un pequeño inventario nos revela que los que parecemos más débiles cuando nos juntamos y persistimos con convicción en nuestras causas logramos derrotar hasta a los más fuertes.
En nuestra región hemos frenado proyectos como el de la represa del Paraná Medio que hubiera sido una catástrofe sin precedentes en la provincia, o el nefasto proyecto de Arroz del Delta Entrerriano SA, que intentaba sacrificar nuestros humedales en el holocausto de la agricultura industrial. Y hemos sancionado leyes ejemplares como la llamada Ley de la Madera que ha bloqueado la transferencia de cientos de miles de hectáreas de nuestra provincia a las celulósicas foráneas que quieren continuar de este lado del Río Uruguay el desastre que han hecho del otro lado con sus amenazantes ‘desiertos verdes’.
Quién hubiera imaginado hace apenas pocos años que íbamos a llegar hasta la Corte Suprema de Justicia de la Nación con un Recurso extraordinario, doblegando incluso al Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos (STJER) que recibió la orden de nuestro máximo tribunal nacional que remita todos los expedientes y actuaciones que se hayan dado en el marco de la causa Amarras, para intervenir en el caso.
Y cada día se abren más frentes, pero también cada día somos más fuertes, más instruidos, más astutos pero sobre todo más numerosos los colectivos que se van sumando a dar la batalla.
Si llegaremos a tiempo para frenar el desastre es algo que está por verse, sólo el tiempo lo dirá, pero contra los pronósticos pesimistas confiamos en la fuerza de la gente, en la fortaleza de los débiles cuando se juntan para luchar por una causa justa.
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