Estoy en duda
Jorge Pedro Jurado (*)
En una semana serán las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) y según las normas podría no ir a votar, pero iré al mediodía como siempre ya que lo creo una obligación como ciudadano. Ese día no solo yo sino todos debemos elegir un candidato para Presidente y vice, otro para gobernador y vice, un intendente municipal y legisladores nacionales, provinciales y municipales.
Pero la verdad es que tengo dudas y la misma es que no se a favor de quien depositaré mi sufragio. La oferta electoral de las diferentes alianzas es enorme. Los hay oficialistas que cuentan con un mínimo apoyo de las actuales autoridades no solo del poder ejecutivo nacional sino en algunas provincias que aún no han tenido elecciones. Los hay opositores, moderados por un lado y algunos otros más impulsivos e incoherentes. Hay muchos desconocidos y otros que aparecen en estos momentos que, según parece, han prestado su nombre solo con el propósito de hacerse del dinero que el gobierno dispone para la impresión de boletas y que probablemente no los voten ni sus amigos ni familiares o tal vez – no lo podemos afirmar – ni siquiera han impreso las boletas.
Pero la duda, por lo menos a quien escribe esta nota, es que la mayoría sino la totalidad de los candidatos vienen prometiendo acciones de gobierno que harán a partir del 10 de diciembre para salir de la coyuntura en que se encuentra nuestro país y que señalaré más adelante pudiendo tomar estas acciones ahora ya mismo o hace meses o años en el caso de los que van por la reelección.
Comencemos por los temas que acucian a los ciudadanos de a pie que es la inflación y la pérdida del poder adquisitivo de sus salarios o sus jubilaciones. Tan solo basta el ejemplo de los precios y su incesante subida. Ya no hay título para los planes que nos vienen prometiendo llamados guerra a los precios, precios justos, precios cuidados, precios administrados, precios sugeridos u otras denominaciones y nada ocurre. Ir a un supermercado es ir sabiendo que, a pesar de los descuentos, el precio que pagamos es cada vez mayor y la cantidad de bienes que adquirimos es inversamente proporcional.
El dinero se escurre entre las manos como agua y ya uno no sabe cual es el verdadero valor de los bienes. Lanzaron nuevos billetes de papel moneda que solamente alcanzan hoy para unas pocas cosas. Muchos han decidido si les sobran unos pesos invertir en mercadería lo que no ha sido una mala idea al parecer por los aumentos registrados.
Lo mismo sucede con las tarifas de los servicios públicos que vienen con incrementos desproporcionados.
Volviendo a las promesas de los candidatos en relación a la inflación que nos coloca en cuarto lugar en el mundo, todos prometen y prometen reducirla, pero ninguno de ellos dice cómo lo llevarán a cabo. Cuales medidas tomarán concretamente y que obviamente no impacten en el bolsillo de la gente.
Otra preocupación de los ciudadanos que en una semana iremos a votar, es la pérdida del valor de nuestros ingresos los que, comparativamente con los precios de los bienes o de los servicios o del dólar, cada vez se deterioran más.
No llegamos a entender ni nos pueden explicar cual es la razón que tengamos esta situación que nos agobia. Estamos rodeados de países que poseen económicamente menos recursos y tienen una estabilidad mayor a la nuestra. Es más, sus habitantes cruzan la frontera hacia Argentina y llenan sus autos de mercadería cuando en sus países de origen por lo mismo pagarían dos o tres veces más. En esos países algunos bienes se cotizan en la moneda del mismo en cambio acá hace años automáticamente su valor de adquisición o de venta se traduce al dólar y no al oficial sin dudas.
Quienes exportan granos u otros comodities argentinos el estado los castiga con retenciones y quienes deben importar mercaderías o insumos no lo pueden hacer porque el peso argentino no vale nada. De eso ningún candidato hace una propuesta concreta y definitiva.
Los países y las empresas definen su futuro construyendo escenarios. Es decir, un caso base, un escenario optimista y uno pesimista y con eso planifican las acciones a tomar. Por el contrario, con la forma de hacer política en la actualidad este gobierno y los anteriores no son la excepción, así nos será muy difícil convertirnos de una vez por todas en un país normal y menos en la potencia que alguna vez fuimos. No vemos candidatos que nos planteen escenarios y formas de salir de este atolladero.
Tenemos un estado elefanteásico en su tamaño al igual que algunas provincias. Poblado de ineficiencias en los tres poderes y eso debe acabarse. Hay que bajar el gasto público nacional, provincial y municipal. Hay que regionalizar las provincias y municipios para ganar en eficiencia y bajar el gasto. Hay que reducir impuestos retrógrados e ir eliminando el trabajo en negro. Hay municipalidades que poseen desde añares una planta de empleados que son monotributistas y los obligan a facturar por su trabajo lo que es claramente una relación de dependencia, legalmente inaceptable ni siquiera en la actividad privada. De lo contrario si se sigue así se acabarán los fondos para pagar jubilaciones y pensiones dignas.
No es aceptable seguir emitiendo pesos y pesos. Tampoco incrementar planes asistenciales. Cuando comenzaron allá por el 2001 se afirmó que serían transitorios y ya han transcurrido muchos años y en lugar de haber menos estos se han incrementado aún con gobiernos de diferentes signos políticos.
Si pensara la clase política que la inteligencia artificial y la tecnología cada día requiere y requerirá menos mano de obra simplificada y cada vez más robotizada, ya estaría tomando otro tipo de medidas. Pero no lo hacen y si lo deciden hacer alguna vez probablemente será tarde.
Otro tema que las autoridades deben encarar con firmeza a partir de diciembre es la deuda externa que nos agobia hace añares y debemos terminar cuanto antes en echarle culpas a los gobiernos anteriores. Hay recursos, pero no hay dinero para generar divisas. Nos endeudamos más para pagar a nuestros acreedores.
Nuestro país necesita educación para un futuro plagado de tecnología, producción de bienes y servicios. Por su parte, el mundo requerirá alimentos y energías limpias y renovables. Podemos brindárselos. Hagámoslo y saldremos de este pozo, pero para ello debemos elegir autoridades honestas, inteligentes y que piensen en el futuro. El pasado ya no existe. Votemos inteligentemente. Es nuestra oportunidad.
(*) Jorge Pedro Jurado es abogado. Ha sido Profesor universitario en la UBA. Disertante en el Coloquio de IDEA, autor de varios libros, colaborador de El Argentino, Director del Grupo El Censor de Gualeguaychú, periódico que se edita en forma digital en la red de Facebook y columnista de varias radios.