Estafa académica
Se ha vuelto una práctica habitual que los alumnos contraten servicios profesionales para la escritura de sus tesis, tanto de grado como de posgrado. El mercado negro donde se venden tesis universitarias.
La educación universitaria argentina está sumergida en una crisis profunda, compleja y con características inéditas.
Hasta acá, se ha hablado mucho de profesores que no están preparados para la docencia; de bajos presupuestos que generan bajos salarios que, por lo tanto, no convocan a los mejores en muchas especialidades, y de una fuerte deserción estudiantil en los primeros años, porque les resulta imposible adecuarse a las exigencias del estudio.
A todo eso hay que sumar una triste realidad silenciosa: se ha vuelto una práctica habitual que los alumnos contraten servicios profesionales para la escritura de sus tesis, tanto de grado como de posgrado.
La promoción de estos servicios es fácil de encontrar en redes sociales, variados sitios en internet y avisos clasificados de medios de comunicación tradicionales.
Los servicios abarcan desde el planteamiento del tema hasta la redacción completa del trabajo; incluido el relevamiento de campo, cuando es necesario. Hasta se puede preparar al estudiante para que exponga algo que no investigó ni escribió.
El singular contrato que se establece entre las partes está abierto a las necesidades del cliente: puede marcar la bibliografía a utilizar, solicitar entregas parciales para que sean visadas por su director y pautar el cronograma de trabajo de acuerdo al reglamento de la institución en la que estudia.
En cualquier universidad, el proceso de aceptación de una tesis tiene dos instancias. Primero, se debe presentar el anteproyecto. Segundo, una vez que este fue aprobado por el tribunal correspondiente, se puede presentar la tesis.
Por ese motivo, los costos son diferentes para cada etapa: un anteproyecto puede costar hasta 13 mil pesos; la redacción de la tesis, alrededor de 20 mil.
Para pagarlos, se aceptan tarjetas de crédito, transferencias bancarias o se emite un cupón para abonar a través de empresas especializadas en el cobro de servicios. Todo ello habla de lo consolidado que está el sistema.
Una profesional que se dedicó a esta actividad testimonia tres cosas igualmente básicas e insoslayables: es una práctica que lleva años, se gana mucho dinero y está legitimada por los propios estudiantes, pues unos a otros se recomiendan estos servicios.
Como es lógico, el sistema de formación y de evaluación universitaria está fallando si entrega títulos a personas incapaces de elaborar una tesis.
Y esa falla, que no es sólo pedagógica sino también ética e institucional, implica tanto al estudiante que adopta este camino como a su director de tesis, sea su cómplice o sea el primer engañado. En definitiva, la estafa académica de unos pone en duda el título y la preparación de todos.
Fuente: diario La Voz.
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