Elecciones 2019: ¿crisis económica o crisis moral?
Por María Herminia Grande
Nada indica que la pobreza deje de representar un tercio doliente de la sociedad argentina. Nada de esto ocurrirá sin trabajo, sin educación, por ende, sin un modelo económico que priorice la producción y el empleo. Dada la magnitud del sector aludido, el Gobierno tendría que elaborar un registro pormenorizado. Saber exactamente qué les pasó, cuándo fue la última vez que trabajaron, si es que lo hicieron, si están alfabetizados, si tienen oficio —sobre ellos, el 30% de la población argentina—, debiera saberse todo. En lugar de gastos enormes en encuestas electorales, el Gobierno que va por la reelección y las oposiciones que pujan por reemplazarlo debieran acordar en la realización de este censo que Argentina imperiosamente necesita si es que desea dar una solución. Conocer quiénes son los que más sufren y cuál es el estado de su pobreza se vuelve imprescindible.
También debiera el Estado argentino y las oposiciones confeccionar políticas de rehabilitación para aquellos delincuentes apresados. Uruguay lo ha hecho, tiene dos cárceles modelo en las afueras de Montevideo. Pareciese que la gobernadora María Eugenia Vidal lo está intentando para con un sector de jóvenes entre 18 y 21 años con penas de hasta 5 años de prisión con la cárcel inaugurada en Campana.
La política toda aún no parece ser consciente de que si no aborda estos dos temas por convicción, lo hará por necesidad. Estamos hablando de un tercio de la población argentina que tiende a ensancharse. Cada vez son más los que sufren la marginalidad. Algunos lo expresan reducidos a la nada misma. Otros, protagonizando enormes movilizaciones para hacerse visibles, con dudoso resultado. En ella no solo aparecen tal o cual dirigente social. Es el resultado de los horrores políticos de distintos gobiernos argentinos. Esos rostros de dolor, bronca, rabia, son el reflejo de la indignidad no de los sufrientes, sino de los dirigentes políticos que con sus fracasos o mala praxis les restringieron parte de sus vidas y a veces la vida misma.
No se observa reacción. Las fábricas con capacidad ociosa al 50% lo venimos reflejando desde el pasado año. Así como también el 50% de capacidad ociosa de personas aptas para la vida laboral. La política es otra cosa. Sarmiento sin computadoras, casi con un ábaco, estructuró un plan de país donde casi nada quedaba al azar. En plena cordillera, creó albergues de piedras para que los arrieros que trasladaban hacienda argentina a Chile se guarecieran por la noche y descansasen. No tenía drones ni satélites que le mostrasen desde el cielo la infinita geografía argentina y los problemas de su gente. Hoy que se tiene toda la tecnología para ver la realidad paradójicamente se la ignora.
El Gobierno cree que en el segundo y tercer trimestre de este año la economía le dará indicadores que reducirían el mal humor del bolsillo de los asalariados del sector pyme y de los jubilados. Ojala, amén; resulta raro escribir estas palabras cuyos significados expresan el deseo de que algo de lo prometido suceda.
Hasta abril el Gobierno, en el terreno de la inflación, es autor de sus propias desdichas. La inflación le pertenece como a Miguel Ángel "La Piedad". Puede firmar el pliego de su manto, dado que la inflación argentina no es de demanda provocada por bolsillos que pueden consumir, sino de costos reales (aumento de tarifas, dólar) o de expectativas ante la incertidumbre política. Tanto jubilados como asalariados en blanco vienen de un 2018 con una pérdida del poder adquisitivo de sus haberes del 17% y 19%, respectivamente.
El Gobierno sistemáticamente cometió yerros en sus propias previsiones inflacionarias. Para este año los economistas serios hablan de una inflación cercana al 35% y un dólar que se aleje con comodidad de la franja de los 40 pesos.
Llama la atención que el Gobierno, en nombre de generar ingresos, haya eliminado el reintegro del 15% del IVA hasta 300 pesos a las compras realizadas por los jubilados, pero a su vez benefició a Nicolás Caputo con una rebaja por debajo del precio de mercado de un 40% en la adquisición de las centrales nucleares de Brigadier López, en Santa Fe, y de Ensenada, en la provincia de Buenos Aires.
¿Por qué creer que la misma gente con la misma idea produciría en la Argentina 2020 algo distinto? Estas mismas preguntas le caben, si decide presentarse, a la ex presidente Cristina Kirchner.
Volviendo a Cambiemos, hay rebelión en la granja de parte de los socios radicales. La victoria en La Pampa y el no acatamiento de las decisiones de la Rosada en Córdoba fortalecen las expectativas de quienes quieren dejar de ser dadores de estructura y afiliados para pasar a ser pares. También entusiasma al sector UCR denominado Movimiento Nacional por la Democracia Social, integrado por Casella, Alfonsín, Storani y Sappia, para protagonizar una escisión en Cambiemos y retomar la postura de centro izquierda en el radicalismo.
El empresariado no quedó satisfecho tras los anuncios del Gobierno sobre retoques en el esquema tributario ni con el aumento del mínimo no imponible de las contribuciones patronales. Sucede que solo se beneficiarían 23 mil empresas sobre las 150 mil registradas.
Créditos con tasas voraces. Asfixia impositiva. Caída abrupta de ventas en productos como automóviles, celulares, alimentos, maquinaria agrícola, viviendas. Si los empresarios que acompañan al Presidente en su gira por India le radiografiaran esta realidad, que no es lamentablemente mágica, podrían ayudarlo a modificar el rumbo. Hasta aquí aparece el oficialismo convertido en el principal riesgo de sí mismo.
La irrealidad que vive o quiere vivir el Gobierno de Mauricio Macri es la misma que parece o quiere vivir Cristina de Kirchner. Es increíble que con 28 personas detenidas en torno a hechos de corrupción de su Gobierno se insista en la ignorancia total de la ex Presidente sobre los ilícitos cometidos por sus más cercanos colaboradores y se apele a la figura de persecución política.
De ser cierta la ignorancia de la ex Presidente del accionar delictivo de sus colaboradores, se podría aducir ineficiencia en el control de los actos de su gobierno. Por ende, al igual que Mauricio Macri, ¿para qué intentar ser reelectos?
Siempre hay explicación para lo inexplicable, pero la realidad de una Argentina pobre, decadente, con un futuro incierto, debiera truncar toda aspiración de continuidad o regreso.