#La mujer en la fuerza de seguridad
Con la asunción de la subcomisaria Beatriz Gauna a cargo de la jefatura de la Comisaría 5ta en Pueblo Belgrano, representa la primera persona del género en tomar la total responsabilidad de la seguridad de una localidad dentro del departamento Gualeguaychú.
Esto indica que poco a poco la mujer de la fuerza de seguridad provincial, va adquiriendo derechos de igualdad en los mandos superiores, un privilegio que hace algunos años era impensable en una institución donde los hombres ocupaban los cargos ejecutivos en la seguridad de la provincia de Entre Ríos.
Con la asunción de Guana, está más cerca la posibilidad de que algún día la Jefatura Departamental de Policías esté a cargo de una mujer.
De acuerdo a los especialistas en materias laborales, los equipos de trabajo integrado entre hombres y mujeres son más eficiente a la hora prestar servicios y desarrollar nuevas ideas.
Hoy todas las fuerza de seguridad que opera en nuestra ciudad, desde el Servicio Penitenciario hasta los Bomberos Voluntarios, incorporaron en sus filas el personal femenino que desde hace tiempo lucha a diario para tener las mismas posibilidades de crecimiento profesional y de hacer carrera dentro de la fuerza, como la tienen sus compañeros hombres.
# ¿Quiénes son los que se ratean?
Ya hablamos en esta columna del fenómeno de la rateada masiva, propuesta por estudiantes secundarios a través de Facebook.
Dijimos que había que prestar atención a la nueva modalidad de comunicación en red y al mal ejemplo que los jóvenes reciben desde arriba, por ejemplo, de los legisladores que, a su manera, también se ratean cuando no bajan al recinto para una sesión.
Tampoco quedaron afuera los padres, primeros responsables de educar a sus hijos.
Sobre esto volvemos hoy: es a los padres a quienes les corresponde educar, ya que la escuela tiene como objetivo prioritario transmitir conocimientos.
Claro que junto a esto va implícita la transmisión de valores, pero en este terreno, la escuela no puede ser más que los progenitores.
Y aquí hay que ser claros: con excusas como “todos lo hacen” o “si todos los padres lo permiten, por qué yo no”, se deja de lado la responsabilidad primordial de establecer limites, lo que no es otra cosa que educar.
La educación atraviesa una crisis que se prolonga en el tiempo, pero esto no es justificación para dar rienda suelta a las “travesuras” de los chiquilines, como consideró el ministro de Educación, Alberto Sileoni, sino que es un buen disparador para trabajar sobre la educación en la Argentina, en el siglo XXI.
Además, hay un elemento que parece haber quedado fuera de la polémica: la cantidad de chicos y adolescentes que no tienen acceso a la educación formal, a la que da la escuela. Miles de argentinos que por diversas razones, están fuera de este sistema.
En consecuencia, los padres cuyos hijos sí pueden acceder a un aula deben hacerles entender que esto no es un capricho, sino que el paso por la educación obligatoria es nada menos que el boleto hacia la libertad.
Y si es más fácil decir que sí que ocupar el lugar que corresponde, auto engañarse creyéndose cancheros o mirar para otro lado, la gran rateada, de la que pocos hablan, es la de los padres.
¿O no?
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