# Una muestra de seriedad empresaria
En su edición de este domingo EL ARGENTINO publicó un aviso de la Cabaña El arranque en el que su responsable ofrece a todos los ganaderos que adquirieron los reproductores en su establecimiento la posibilidad de trasladarlos a Gualeguaychú ante la inminencia de la inundación y la pérdida que supone la venta de urgencia de estos animales.
La propuesta es para los productores de los campos bajos, para que puedan preservar los reproductores hasta tanto pase la emergencia y se den las condiciones para regresar a su lugar de pertenencia “y dar los mejores terneros”.
El titular de la Cabaña, el productor Alejandro Baggio, les aconseja a los ganaderos que no malvendan el capital genético adquirido y como propuesta, les ofrece su establecimiento hasta tanto pase la situación de catástrofe con un cargo elemental para la mantención y sanidad, lo que pone en evidencia una responsabilidad empresaria digna de destacarse.
También, cómo la iniciativa privada puede ofrecer soluciones prácticas tendientes a mantener el nivel de genética alcanzado, que posiciona a las carnes argentinas y las entrerrianas en particular, entre las más codiciadas en el mercado.
#¿Volverán a crecer los asentamientos?
A solo dos meses del comienzo de la temporada estival, el problema de los asentamientos en la ciudad continúa, y poco se ha hecho en tratar de contener el avance de este tipo de conglomerados de núcleos habitacionales sumamente precarios.
El municipio les llevó agua potable, mediante la colocación de una canilla pública, pero el riesgo sanitario continúa para las familias que conviven al lado de una cloaca a cielo abierto como sucede en el asentamiento que está ubicado en bulevar Montana y 1° de Mayo.
Casas precarias siempre hubo en la ciudad, pero a través de planes sociales de vivienda y de mejora habitacionales, se intentó mantener a rayas el crecimiento de ranchos y casillas construidas con madera costanera. Todo iba bien hasta que el banco de tierra con el que contaba el municipio se acabó y el Ejecutivo Municipal, quedó con las manos atadas al no contar con tierras disponibles para bajar planes sociales de vivienda que atiendan las necesidades de aquellas familias que no tienen ingreso fijo y están por debajo de la línea de pobreza.
Como resultado el último verano la situación explotó, y al menos 30 familias usurparon un terreno en Av. De las Tropas y Ayacucho. En algunos casos los jefes de familias se habían quedado sin trabajo y no pudieron seguir pagando el alquiler del inmueble donde antes residían. Otras vivían en las casas de sus padres, pero como estos alquilan para turistas durante el verano tuvieron que irse al menos hasta que terminara la temporada turística para luego regresar a los hogares de sus padres. Es probable que este verano se vuelva a repetir la misma escena, familias que vuelven a los terrenos para armar su casilla de madera, para pasar la temporada. Para la ciudad esto significa un riesgo sanitario enorme y una desprotección a la niñez quienes viven en pequeñas piezas totalmente hacinados, sin ningún tipo de condiciones de higiene. Lamentablemente resolver este tema de la vivienda no parece estar como prioridad en la agenda del Gobierno Municipal.
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