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150 años de la inmolación del general Justo José de Urquiza
Al cumplirse 150 años del asesinato del general Justo José de Urquiza nos encuentra a los argentinos sumidos en una pandemia mundial por un virus letal lo que no nos permite rendirle los honores correspondientes que se merece.
Por César Martín Ansa
(Colaboración)
Honores al organizador de la república, al que decidió poner en vigencia definitiva nuestra Carta Magna, al Primer presidente Constitucional argentino.
Si bien todo esto es de fundamental importancia para todos los pueblos libres, no es menor su trabajo incansable hacia la Unión Nacional. Quien fue evaluando a lo largo de su vida el fin último de tantos sacrificios, de encuentros y desencuentros, de no bajar los brazos hasta lograr su objetivo.
Por eso también queremos recordarlo y valorarlo en su real dimensión a un siglo y medio de aquel triste momento.
Aceptar y llevar adelante la propuesta ofrecida por Juan Bautista Alberdi, con quien mantenía una amistad solamente epistolar, de sus “Bases y Puntos de Partida….”, de neto corte liberal; considerar la Vice Presidencia de la Nación al Dr. Salvador María del Carril, unitario sanjuanino también impulsor de una organización definitiva. Nos obliga a entender en ese contexto histórico de violencia política y no solo verbal la grandeza del prócer.
El intercambio de misivas con el general Juan Manuel de Rosas, este en Southampton, Inglaterra, en los meses de febrero y abril de 1859; la reunión en Buenos Aires con el presidente Santiago Derqui y el gobernador Bartolomé Mitre y finalmente, ya en febrero de 1870 recibir en su Palacio en Concepción del Uruguay al presidente Domingo Faustino Sarmiento lo demuestran. Como así también las manifestaciones de pesar de sus viejos adversarios al enterarse del trágico final.
Enseñanzas para una argentina difícil, compleja, cuyas dirigencias muchas veces no están a la altura de las circunstancias, con una constitución humillada en distintas oportunidades, con un país no lo suficientemente federal como anhelaban aquellos próceres. Con las intentonas repetidas de querer tergiversar la historia y el accionar de sus protagonistas. De bandazos ideológicos permanentes. De no aprender de aquellos pro- hombres, de enconos a veces terribles, pero con la idea firme y final de la necesidad imperiosa de la unión nacional para beneficio de la nación en su inmensidad.
Aprender de la historia, sin mezquindades ni falsos preconceptos, poner en su justa medida las lecciones dadas, encontrar el verdadero camino a seguir en una República al fin, en libertad, con políticas y justicia que nos merezcamos ser descendientes de aquellos hombres de la Organización Nacional donde la actitud y entereza del general Urquiza fue el factor determinante.