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Volver a actuar en clave de poesía
Por Waldemar Oscar von Hof (*) Especial para EL ARGENTINO
Dícese del poeta, aquel que sabe describir la realidad en palabras y composiciones bellas. Claro, nos quedamos en esta definición en el mundo literario, donde en versos o canciones una persona describe al amor, a la libertad o a la misma realidad. Pero, se abre la pregunta si no es poeta también el jardinero que combina plantas y flores de manera armoniosa en un jardín. O en su defecto, el agricultor, el hortelano o el granjero que con cariño y esmero cría a plantas y animales para ponerlas a disposición en el mercado. El albañil que haciendo caso a las directivas del arquitecto pone los ladrillos generando un edificio de hermosas y definidas líneas, el pintor o una maestra que le pone cariño y mística al acto de enseñar.
Cuando cursaba mi tercer o cuarto grado de la escuela primaria tenía una maestra que daba sus clases con una maestría de poeta. Nos enseñó a multiplicar componiendo grupos de ovejas en un prado o manzanas en distintas canastas para que, de una forma vívida, y aquí agregaría “poética” memorizáramos las tablas. Luego en las clases de Lengua, después de un áspero y riguroso “dictado”, nos leía con mucha pasión un poema o un cuento. Ha quedado en mi memoria uno de una madre que después de perder a su niño, encuentra un zapatito y recuerda con mucho cariño al hijo perdido, transformándose su tristeza en la alegría al rememorar los momentos felices vividos. Esta manera casi poética de enseñar de esta maestra hizo que descubriera mi pasión por la lectura, por los cuentos y por la poesía. En la expectativa de escuchar un nuevo cuento, llegaba con entusiasmo a la escuela.
El poderoso rey Salomón cuando asume su reinado, heredado del estratega, militar y astuto político -su padre el rey David-, le pide al altísimo la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo para gobernar bien. Dios le concede sabiduría e inteligencia dedicándose a escribir poesías y a generar una vasta cultura dentro de su pueblo. (Primer Libro de los Reyes capítulos 4 y 5). Cuentan las tradiciones que pidió a los sabios de su reino que recolecten proverbios y dichos, como también poesías y enseñanzas para ponerlas a disposición de la población. También estableció la pauta que en cada familia se debiera aprender a leer la Torá, aprender los dichos y los salmos de memoria, generando esto una base religiosa y por último que en cada familia se aprendiera música. Veamos la siguiente perlita que nos dejara un gobernador tan sabio en el libro de los Proverbios:
“Tú, holgazán, aprende una lección de las hormigas. ¡Aprende de lo que hacen y hazte sabio! A pesar de que no tienen príncipe ni gobernador ni líder que las haga trabajar, se esfuerzan todo el verano, juntando alimento para el invierno. Pero tú, holgazán, ¿hasta cuándo seguirás durmiendo? ¿Cuándo despertarás? Un rato más de sueño, una breve siesta, un pequeño descanso cruzado de brazos. Entonces la pobreza te asaltará como un bandido; la escasez te atacará como un ladrón armado”.
Sabiduría, enseñanza y poesía en un pequeño párrafo que, seguramente después de repetirlo algunas veces, queda grabado en la memoria y puede ser repetido espontáneamente ante los hijos al levantarlos por la mañana.
En estos tiempos pos-pandémicos observamos que en nuestro país hay una carencia en muchos sentidos. Carecemos de resultados en el plano educativo, donde jóvenes que terminan el primario y el secundario no lograron desarrollar la lecto/escritura y mucho menos la capacidad de interpretar un texto en un diario o en un folleto explicativo de una máquina. Carecemos de mano de obra calificada para cualquiera de los oficios o de las demandas que pudieran ofrecer algunas de las industrias en nuestro contexto. Y ni que hablar de posibilidades de acceder a algún trabajo o de emprender, ya que no están dadas las condiciones para la generación de estos puestos. Miramos azorados las noticias que nos llegan de nuestro mundo político y nos encontramos con ministros que renuncian, que hacen vagas denuncias y un poder que se debate en diferencias y hasta en luchas que no nos llevan a soluciones de fondo.
Se nos abre la pregunta si no deberíamos volver a hacer el mismo pedido que hiciera Salomón y, por qué no, recurrir a la pasión, al cariño y a la mística que tuvo aquella maestra de mi infancia. Solamente así nuestras acciones, en clave de poesía, van a generar cambios en nuestra realidad.
(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata y escritor.