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Ser profetas en estos tiempos
Por Waldemar Oscar von Hof (*) Especial para EL ARGENTINO
Entre los Emoticones que encontramos en el WhatsApp aparecen la cara de los tres monitos, uno tapándose los oídos, el segundo los ojos y el tercero la boca. Más allá del significado que le podamos dar cuando los incluimos en alguna frase, o en alguna reacción en nuestros diálogos sintéticos -muy bien complementados con imágenes-, tienen una historia y un profundo significado. Hay que decir que los tres monitos están intrínsecamente relacionados, son parte de una antigua tradición y siempre van juntos.
La primera explicación simplista tiene que ver con la moral y la ética y se reduce a la máxima “No escuchar, no mirar y no repetir lo malo”. Este ha sido el sentido religioso ya que remite a la idea de que los monos son espías de los dioses y les cuentan cuando se transgrede alguna de las reglas.
Pero, estas imágenes tienen también otro trasfondo y es la de que los reyes y las autoridades imponen un control a partir del cual no conviene escuchar ni ver lo malo que hacen y mucho menos decirlo. Las indecencias, las transgresiones, las corrupciones, e incluso las injusticias que cometen, los que ostentan el poder, conviene no denunciarlas so pena de terribles castigos. Hay que callar para no correr riesgo de vida a partir del mensaje de represión y de sumisión establecidos por el poder de turno.
En el libro de los Reyes se cuenta la historia del profeta Elías, que es perseguido por la reina Jezabel a causa de las denuncias de infidelidad a Dios. Este profeta denuncia la imposición de otros dioses en los templos y en los altares del pueblo de Israel. Es este en realidad el rol de los visionarios, al ver y oír las injusticias, las incoherencias de las autoridades, no pueden dejar de hablar, decir y denunciarlas corriendo el riesgo de su vida. Elías terminó pagando la denuncia con el costo de tener que vivir en el ostracismo huyendo y viviendo de la gracia de Dios, que lo alimenta por medio de un cuervo primero y luego por medio de una viuda pobre. Historia que está muy bien descripta por Paulo Coelho en su libro “La Quinta Montaña”.
El sábado 29 de julio se publicó, en este diario, un informe del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos dando cuenta que las tres cuartas partes de los homicidios del planeta ligados a activistas vinculados a la problemática del medio ambiente sucedieron en Latinoamérica, es decir, aquí en nuestras tierras. Escuchar, ver, decir algo a favor del cuidado del medio ambiente, oponerse a un desmonte o defender los humedales adquiere la categoría de riesgos de la que tenían los profetas en el Antiguo Israel. Desgraciadamente las estadísticas en otros homicidios no nos son favorables, periodistas que son asesinados por sus denuncias, sigue viva en nuestra memoria la muerte de José Luis Cabezas sucedido hace ya veinticinco años, pero también la de tantos otros que son asesinados por su compromiso, sus denuncias y su decir a partir de lo que ven y escuchan.
Como iglesias y como sociedad toda, podemos seguir actuando como los monitos de Iwazaru no oír, no mirar y callar, pero si entre todos nos sacamos las vendas y nos hacemos oír como el profeta Elías, las injusticias, los atropellos y las desigualdades tal vez serán menos.
Que los tres monitos, que tanta versatilidad tienen en el mundo de los mensajes sintéticos, rápidos y concisos nos ayuden a mirar un poco más allá. Que apostemos a un mundo en el que todos tengan lugar en sus derechos de ser oídos, de ser mirados y de ser escuchados.
(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata y escritor.