.
JORGE R. AROCENA: La chacra, sus soderías y la obra en la Clase 32
Colaboración: Atilio Burgos
Hay mucha gente en nuestra querida ciudad que realmente merece cierta cantidad de párrafos para recordar sus quehaceres primarios, sus emprendimientos, sus obras en algunas de las instituciones que se han ido formando por distintas circunstancias y necesidades.
Hoy, por ejemplo y a título de sorpresa porque el destinatario ni se lo imagina, elegimos a un conocido vecino del Barrio Norte que mañana lunes llega a los 90 años de vida: Jorge Arístides Ricardo Arocena, para muchos "Coco".
Hijo de don Jorge Arocena y de doña Josefa Tellechea, nació el 9 de Mayo de 1932 y junto a su única hermana Criselda, o más bien "Coca", fueron a la escuela de Villa Malvina, pero los dos últimos grados de la primaria los hizo en la escuela Rawson.
Según el decir de la gente de campo, a los 15 años se hizo hombre y comenzó a trabajar en la chacra junto al tio Yengo y a su padre Jorge. Araban la tierra, sembraban y cosechaban toda clase de verduras que comercializaban en el Mercado de calle Chalup, entre San Martin y Bolívar, es decir el viejo mercado.
Lo hacían dos veces a la semana, a las 4 de la mañana y luego regresaban a trabajar la tierra y sus días terminaban a las 9 o las 10 de la noche.
Asimismo la terna de chacareros sembraba las pasturas para los caballos que trabajaban en la misma chacra y qué, además, eran los medios de movilidad para llegar a la ciudad.
Aquí algo muy emotivo y familiar; los domingos salían a pasear en sulky a visitar a sus seres queridos en horas de la tarde.
Llegan los 20 y el compromiso con la Patria
Entramos en 1952 y el joven debe dejar la chacra, puesto que es convocado por el Servicio Militar teniendo la hermosa fortuna de incorporarse a las filas del querido Regimiento 3 de Caballería, ingresando en febrero hasta fines de enero del año siguiente.
Después de recibir las instrucciones básicas de todo soldado, el bueno de "Coco", por sus conocimientos, es designado como encargado de la chacra del mismo cuartel, con siete compañeros de su clase a cargo.
Se produce la baja, el fiel cumplimiento con las obligaciones militares y con la tranquilidad de haber cumplido, se reincorpora a los suyos y, obviamente, a la quinta familiar del barrio Norte, con su padre y otros familiares.
Colabora en la fundación del Club Ciclista El Nacional
Si bien no lo hacía en forma competitiva, gustaba del pedal y acompañaba en las salidas y entrenamientos a varios de los ciclistas de aquella época y, en realidad hacia la tarea de dirigente y se convirtió en uno de los fundadores del Club Ciclista "El Nacional", entidad que ahora lleva el nombre de "Pedal Pato" en homenaje al recordado y querido campeón Hugo "Pato" Daguerre.
Como muchos jóvenes de la década del 50, Arocena no corrió, pero disfrutó de las pruebas no solamente locales, sino en toda la zona de la provincia y hasta en campeonatos entrerrianos donde los blanquicelestes decían presente.
Comienza su etapa empresarial
En 1958 Jorge Arocena, con 26 años, comienza una nueva etapa laboral y con muchas ganas entra en el mundo de la soda, pero sin descuidar la tierra porque seguía acompañando en la tarea a su querido padre.
No lo hace solo, se asocia a otro pedalista, el recordado Ponciano Hidalgo, adquieren la sodería de Balerdi, situada en calle Belgrano, al lado del club Sud América y así nace Sodería Arocena-Hidalgo. que después de tres años pasa al local de 1ro. de Mayo e Ituzaingó, aunque paralelamente se incorpora otro local, con la adquisición de otra sodería en calle Padre Schachtel, frente a la iglesia Santa Teresita.
Después de dos décadas, en 1980, se disuelve la sociedad y cada uno de sus socios se instalan en sus propios locales. Jorge en el edificio actual de Neyra y Rodo donde trabajó hasta el 2006 donde le vende el Fondo de Comercio al vecino Héctor Martínez.
Hacemos un paréntesis para incursionar en el ámbito familiar
Ahora el turno del hermoso entorno de su propia familia que precisamente comenzó el 24 de mayo de 1962 cuando contrae matrimonio con Elena Margarita Selios y al año siguiente nace su primogénita Adriana Margarita, obviamente que la felicidad es lo máximo.
Tres años más tarde otra mujer, la llegada de Marisel y en 1976, el único varón, el conocido Mariano. Se ensancha el marco familiar y al cabo de los años se multiplica la alegría con el arribo de los nietos Giuliana y Franco Gómez e Ignacio Arocena.
La Clase 32 y su obra extraordinaria
En 1977 se cumplen los 25 años del servicio militar y se aprovecha la ocasión para formar el Círculo de ex- soldados de la Clase 32, una clase que por sus importantes obras realizadas entró en el corazón de la comunidad gualeguaychuense.
En épocas muy difíciles, cuando la Nación atravesaba serias dificultades económicas, se estableció en 1953 que todos los soldados hicieran la conscripción en sus localidades de origen, obviamente donde las hubiere.
Naturalmente que no se puede nombrar a todos, pero si debemos dejar en claro que todos los componentes fueron los responsables de esta magnífica máquina de hacer en beneficio de su querida ciudad, producto del trabajo, las ganas y la inmensa camaradería que reinaba entre los soldados.
Y en esa larga lista que encabezaba Carlos Dahuc, Mario Medrano, Oscar Arteaga, Rodolfo Migueles, Martin Vignais, Rafael Grané, Saúl Weimberg, Licho Sánchez, entre otros, estaba también y siempre dispuesto, nuestro homenajeado Jorge Arocena, en cuyo domicilio se hacían las reuniones y se distribuía el trabajo.
Hay muchas notas sobre la iniciativa de esta clase, pero el primer trabajo destacado fue la remodelación de la Sala 3 del Hospital Centenario, con baños nuevos, azulejados, calefones, tanques de agua etc.
Después continuaron otras obras en la Salas de Mujeres, de Cirugía, Urología de Guardia, entre otras.
Para cerrar la Clase 32 también colaboró con arreglos en el "Hospitalito Baggio" y en la construcción de la morgue en el Cementerio del Norte.
Cabe acotar que en la sodería de Neyra y Rodó se hacían las reuniones de trabajo y además se formó como una verdadera peña donde el común denominador era la amistad y hasta se jugaba a las bochas en la cancha de su propiedad.
JORGE y su pasión por las lisas y rayadas.
El destinario de estas líneas, desde su juventud, gustó del deporte de las bochas, pero nunca participó en torneos oficiales. Es así que lo encontramos, dos o tres veces en la semana, en la recordada cancha del Club Neptunia, en el parque Unzué, escenario que pasó a la historia como consecuencia de construcción de la pileta.
En ese concurrido lugar se jugaron numerosos torneos internos para los asociados y en uno de ellos realizado en homenaje al deportista y dirigente Ricardo "Gato" Villagra, con la participación de 16 parejas, el bueno de Jorge junto con quien escribe, obtuvieron el campeonato venciendo en la final a Tono Angerosa y al excelente bochófilo de Racing Abel Rodríguez.
Siguió por algunos años concurriendo a la cancha del Centro de Suboficiales Retirados de las Fuerzas Armadas y ahora, hasta el presente sigue arrimando en las instalaciones del Centro de Jubilados en calle Jujuy, predio donde los martes, jueves y sábado comparte lo que más le gusta, las bochas y la amistad.
Mañana lunes llega a los 90, un hermoso acontecimiento y tenga el mejor día.
Burgos Atilio Martín
Redactor 1/2/66- 31/7/2010