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Impuestos y pobreza: un giro copernicano es inminente
Los diputados Carlos Heller y Maximo Kirchner, impulsores del impuesto a la riqueza.
El título de esta nota es un homenaje a Antonio Margariti, el gran economista rosarino que falleció recientemente a sus 85 años, y que en 2004 publicó: “Impuestos y pobreza. Un cambio copernicano en el sistema impositivo para que todos podamos vivir dignamente”.
Por Agustín Etchebarne (*)
Margariti dedicó buena parte de su vida a estudiar los impuestos y explicar con meridiana claridad el impacto negativo que tienen sobre la creación de riqueza y, por ende, en el incremento de la pobreza. En su libro, vimos por primera vez el listado de 90 impuestos que sufríamos los argentinos.
En pleno gobierno de Cristina Fernández, 2012, publicó “Los límites del Estado Populista”, demostrando cómo la desmesura impositiva había llegado ya a un límite en el cual era imposible seguir creciendo y del cual sería difícil retornar. Pero los impuestos siguieron creciendo, alguna vez publiqué la lista de los impuestos cuando en mi cuenta habían alcanzado los 100, pero hoy varios contabilizan más de 170 impuestos y otras exacciones.
En numerosos videos y artículos, Antonio intentó explicar a los argentinos la falacia de creer que esos impuestos solo afectan a los ricos. Lamentablemente los políticos y gobernantes argentinos aún no han querido comprenderlo. En apenas once meses de gestión y simultáneamente con imponer medidas extremas de cuarentena y prohibición de trabajar a muchas empresas y personas, y mientras en el mundo los gobiernos se esfuerzan en bajar las cargas impositivas; en Argentina, Alberto Fernández ha decidido castigar al sector privado con 15 aumentos de impuestos y contribuciones y regulaciones que aumentan los costos de las empresas.
Quintuplicó el impuesto a los bienes personales hasta hacerlo confiscatorio y además inequitativo porque grava en mayor cuantía a los bienes que se encuentran en el exterior, violando el principio de igualdad. Aun así, Máximo Kirchner impulsó la ley para duplicar la carga con un nuevo impuesto a la riqueza, siendo tan gravoso que va a generar una rebelión impositiva.
Algunos de los principales estudios de abogados aconsejan no pagar y litigar, hasta que la Corte Suprema determine su inconstitucionalidad. Pero una vez que litiguen y pidan amparos para que la AFIP no confisque sus cuentas empresarias o personales, muchos aprovecharán para dejar de pagar también el impuesto a los Bienes Personales. De modo que la jugada le saldrá pésima al gobierno como gravoso al sector privado, sólo los abogados ganarán buen dinero.
Margariti intentó explicar a los argentinos la falacia de creer que esos impuestos solo afectan a los ricos. Lamentablemente los políticos y gobernantes argentinos aún no han querido comprenderlo.
Lo más grave es que esta actitud no podemos adjudicarla sólo al oficialismo, porque también en la Ciudad de Buenos Aires, donde gobierna Cambiemos, han decidido crear nuevos impuestos: a las tarjetas de crédito, a los ingresos brutos, y otros, para compensar la ilegal reducción de la coparticipación federal de impuestos.
Gasto público en la CABA
Al Jefe de Gobierno no se le ocurre bajar el gasto público, a pesar de haberlo multiplicado varias veces y cree que puede seguir esquilmando a los porteños mientras sufren una ola de robos, hasta de las manijas de bronce de las puertas de sus domicilios.
La consecuencia natural de esta política es la quiebra de decenas de miles de empresas y el desempleo que bien medido alcanza al 29% de la población. Además, se fugan capitales, capitalistas, y emprendedores creativos; para refugiarse en países con instituciones que defienden la propiedad privada. Al irse las empresas, los capitales y la creatividad, cae el empleo y se reduce el salario real multiplicando la pobreza que va a alcanzar el 50 por ciento. Por eso, también se van jóvenes profesionales, ingenieros, bioquímicos, médicos, etc., en los cuales la Argentina ha invertido en su educación, se van buscando progresar en países que pagan hasta 5 o 7 veces más por sus servicios.Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno porteñoRodríguez Larreta, jefe de Gobierno porteño
Es importante resaltar que la gran crisis actual no se debe a la pandemia. El PBI per cápita de argentina viene cayendo desde 2011 en serrucho, y ahora cae por tercer año consecutivo, y la caída de 2020 de 12,1% estimada por el gobierno, será más del doble de la de países vecinos como Brasil, Uruguay o Paraguay.
Recordemos, que ya desde hace varios años el informe de Price Waterhouse para el Banco Mundial, muestra que las empresas argentinas pagaban más impuestos que cualquier otro país del mundo, salvo la isla de Comoros, y eso fue antes del incremento feroz de la voracidad fiscal de este gobierno.Es importante resaltar que la gran crisis actual no se debe a la pandemia. El PBI per cápita de argentina viene cayendo desde 2011 en serrucho.
Sin embargo, no todo está perdido, nuevas agrupaciones políticas están creciendo gracias a un discurso muy claro en el sentido de liberar al sector privado del yugo de marañas impositivas y regulaciones que lo agobian. Incluso hay periodistas que empiezan a hablar en televisión de la necesidad de reducir el gasto público. Es probable que en las elecciones del año próximo veamos surgir a esta tercera opción que defienda realmente la vida, la libertad y la propiedad privada.
La prédica de Margariti se sumó a la de muchos otros economistas liberales que vienen explicando por qué llegaríamos inevitablemente a la gran crisis actual. En los próximos años, gracias al diagnóstico correcto, la Argentina podrá hacer un cambio copernicano como soñaba Antonio Margariti.
(*) El autor de este artículo es economista y director General de la Funación Libertad y Progreso.