Espiritualidad simple y práctica
En los últimos días las noticias nos sorprendieron con el descubrimiento de una secta pseudo religiosa de trata de personas, que sometía a explotación sexual y laboral captando a sus víctimas con promesas de salud y de felicidad.
Por Waldemar Oscar von Hof (*)
Especial para EL ARGENTINO
Lo que más impresiona es que, en los noventa del siglo pasado, se han recibido denuncias sobre esta organización, pero no han sido investigados por sus conexiones con políticos, y el mundillo de poder en nuestro país y del exterior.
Muchas personas buscan en movimientos o en grupos disfrazados de benéficos, filantrópicos e incluso evangélicos la salida a sus males de salud, económicos y de insatisfacción, a partir del ofrecimiento que hacen, de respuesta mágica o con la promesa de la “felicidad”.
En nuestras iglesias tradicionales vivimos el tiempo de pentecostés en el año litúrgico. Un tiempo donde reflexionamos, profundizamos y buscamos pautas para la vivencia concreta de la espiritualidad, que nos ofrece la palabra, la liturgia y el mismo Jesucristo. Una espiritualidad que está en nuestro bagaje pero que al no conocerla ni practicarla, buscamos en otras propuestas, que terminan siendo una trampa.
Veamos el siguiente ejemplo, cómo a partir de un texto del Evangelio de San Lucas (capítulo 13, versículos del 10 al 13) que está en la agenda en este tiempo, se desprende la practicidad de un espiritualismo.
“Jesús se había puesto a enseñar en una sinagoga; y había allí una mujer que estaba enferma desde hacía dieciocho años. Un espíritu maligno la había dejado jorobada, y no podía enderezarse para nada. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:
-Mujer, ya estás libre de tu enfermedad.
Entonces puso las manos sobre ella, y al momento la mujer se enderezó y comenzó a alabar a Dios”.
Veamos las pautas de espiritualidad:
* Jesús enseña. Desde el rey Salomón el pueblo de Israel insiste en la educación de sus niños y de su gente. La catequesis en las pequeñas sinagogas se practicaba, teniendo como base el aprendizaje de la lectura. El conocimiento, el saber y la ciencia son herramientas para saber lo que Dios quiere de las personas. Desde hace tres mil años insistimos en la educación ¡Todos deben saber leer y escribir! El que lee siempre tiene una opción y es un sujeto de decisión y por lo tanto puede hacer uso de su libertad, conocer para discernir, conocer y evaluar.
* Jesús mira. Ver al otro, darse cuenta de lo que le pasa o por lo menos ver que está ahí. Es lo que hace el médico, recordemos que San Lucas lo era. También lo hace Jesús invitándonos a tomar conciencia de la presencia del otro.
* Ve a la mujer jorobada. A partir del mirar, Jesús descubre la realidad de la mujer. Está jorobada, una joroba producida por espíritus malignos. Están jorobados los que llevan un peso muy grande en su espalda, los que no encuentran la felicidad, los que sufren alguna enfermedad. Pero también están jorobados los que se inclinan sobre otros para explotarlos y para someterlos. Es interesante el doble sentido que ha adquirido en nuestro contexto el concepto, estar jodido, arruinado o simplemente estar mal.
* Jesús se acerca, la toca y la invita a enderezarse. Solamente los que se enderezan pueden ver hacia adelante. Hay que levantar, animar y hasta amonestar y de última pedir a Dios que haga justicia. Tocar es dar una mano, es ayudar o simplemente preguntar ¿cómo estás?
Jesús nos abre la mirada hacia una espiritualidad simple y práctica, que tradicionalmente está presente en nuestras comunidades, tal vez deberíamos redescubrirla y ponerla en práctica para no buscarla en otras sectas, movimientos pseudo-religiosos o propuestas de personas, que tienen segundas intenciones disfrazándola de filosofías que proponen ayuda, consuelo y promesas de felicidad.
Que en nuestras comunidades cristianas -que tienen una larga tradición espiritual-, redescubramos que la lectura, la capacitación y la catequesis; el ver al otro, descubriendo sus jorobas, y a partir de dar una mano, un abrazo o en su defecto una ayuda, la espiritualidad ahuyente a los espíritus malignos tan presentes en estos tiempos.
(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata y escritor.
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