Juan Héctor Solari
* Por Atilio Burgos
Su familia, la parroquia y una pasión: el periodismo
Tras una rápida dolencia en las primeras horas de la víspera ha dejado de existir Juan Héctor Enrique Solari
Su barrio de la parroquia San Juan Bautista y la comunidad toda experimentan un tremendo dolor. Nuestra hoja también de duelo.
Se fue en silencio, tranquilo, pero con la seguridad de saber que hizo las cosas bien, que su misión fue positiva y que a los suyos y a quienes tuvieron la oportunidad de tratarlo diariamente, les dejó lo mejor: su gran hombría.
Nació en la vecina Gualeguay, en 1937, siendo el hijo mayor de una querida y numerosa familia que se radicó entre nosotros a fines del año 45, en oportunidad del arribo del Regimiento 3 de Caballería, dado que su padre- de profesión talabartero- fue uno de los tantos suboficiales que enorgullecieron las filas del recordado cuartel en Urquiza al Oeste.
La familia Solari en un principio se ubicó en una chacra cercana a la unidad militar y después, por muchos años se radicó en una propiedad del barrio Oeste, en la esquina de Lavalle y Bolívar.
Recibido en la Escuela Nacional de Comercio, el joven perito mercantil comenzó a encaminarse y no obstante el apoyo permanente de sus padres y hermanos supo duplicar sus energías y encarar sus días con grandes esfuerzos y mucho sacrificio. Su actitud, sus ganas, su responsabilidad y predisposición al estudio, le marcaron el camino que él eligió; el periodismo, una profesión que al cabo de muchos años tuvo un final feliz, obviamente merecido.
Es así que a fines de la década del 50 con el aval y el visto bueno de un grande como lo fue nuestro director, el doctor Pedro Ramón Bachini, Juan pasó a integrar las filas de "El Argentino" encolumnándose nada menos que a los recordados y valerosos escritores como Héctor Félix Riera, Marco Aurelio Rodríguez y a los redactores cableros Ernesto Sebastián Moreyra e Irineo Villalba, entre otros, que por entonces nos informaban sobre el acontecer local, regional y nacional.
Paralelamente a la pujanza de la ciudad el diario también fue creciendo y así se sumaron nuevos redactores como Eduardo Unamunzaga, Rodolfo Migueles, Atilio Burgos, el doctor Héctor Iglesias como subdirector y años más tarde comenzó el aporte de Roberto Lencina en policiales y de Silvina Esnaola con sus actualizadas notas marcando el quehacer social y el ritmo de las numerosas instituciones. y un poco más adelante se sumó Roberto Caballero en las correcciones y por algunos años Fabián Magnota con un nivel periodístico de gran valía. Todos al lado del vecino desaparecido que, entre otras notas, se comunicaba a diario con sus lectores con la columna del "BUEN DIA".
Como en toda actividad empresarial y periodística, se vivieron momentos difíciles, otros no tanto, pero el conocido ARI SOL como sus compañeros de tareas no bajaron los brazos, se unieron al esfuerzo de sus superiores y siguieron preocupándose por mejorar la información, con responsabilidad, con la inclaudicable línea de "El Argentino" y sobre las huellas de sus fundadores, haciendo de la nuestra, una hoja creíble, querida y muy respetada.
Juan H. Solari fue un ejemplo de responsabilidad y con altura y educación cubrió todas las notas que se le presentaron, tanto en las cotidianas como en las de mayor relevancia y luego, quizás a mitad de su larga trayectoria se le confió "EL EDITORIAL", lo máximo para un redactor, un verdadero orgullo para quienes aman la profesión elegida.
Pero esto no es todo en su carrera periodística. Como buen futbolista, campeón en la tercera división de Defensores del Oeste en 1957, Juan aceptó un tremendo desafío en la década del 70 y también hizo cancha, aceptó el pedido de los redactores deportivos de esa época y se formó un excelente grupo para cubrir las cinco canchas donde en la época de los cinco grandes directivos de Liga participaban diez equipos. Distintas, agradables, respetables y consejeras las notas de Juan, junto a las de Ernesto, Rodolfo, Atilio y el recordado Rabella que hacía de fotógrafo y cronista. Como anécdota, son muchos los futbolistas que guardan sus recortes con los atildados conceptos del periodista que hoy nos deja.
Solari, jubilado, siguió con su profesión, se aferró más al diario y quizás a manera de agradecimiento por compartir nada menos que los hermosos 100 años de "El Argentino" continuó la posta con una de las notas más leída y esperada por los viejos y nuevos lectores, la de los días viernes. Eso si con nuevo diario, con la tecnología al máximo, con nuevo formato y con nuevos compañeros, con la renovación del plantel a través de Beltrán Hendenreich, Daniel Serorena, Nahuel Maciel, Diego Elgart, Rocío Fernández y Ricardo Santillán encuadrando las notas a la perfección.
Hasta aquí su profesión, por cierto muy reconocida y respetada, tanto a nivel local y nacional puesto que después de una mención terminó recibiendo la Estatuilla de Santa Clara Asís. Para qué agregar más, simplemente el periodismo ha perdido a uno de sus grandes.
Juan también tuvo otras facetas que enriquecieron su vida. La familia, dado que junto con Silvia, su esposa y compañera, formó un hogar donde también prevaleció la armonía y se completaron muy bien en la crianza de sus hijos, siendo además un hermano y padre muy dedicado y responsable y un abuelo cariñoso y atento a todas las actividades de sus nietos.
En el abecedario de las buenas familias "Chichin" supo leer con claridad la lección de los mayores y como buen católico, en silencio supo aceptar la decisión del SEÑOR, viendo partir a algunos de sus hermanos menores.
Su fe inclaudicable, su marcada religiosidad, lo llevaron junto a su esposa a convertirse en un concurrente permanente a la parroquia San Juan Bautista donde colaboró con muchísimas actividades no solo por el bien de la misma parroquia, sino también de toda la comunidad.
Los restos de Juan Héctor Solari fueron sepultados ayer, a las 18, en el Cementerio Parque.
Tras una rápida dolencia en las primeras horas de la víspera ha dejado de existir Juan Héctor Enrique Solari
Su barrio de la parroquia San Juan Bautista y la comunidad toda experimentan un tremendo dolor. Nuestra hoja también de duelo.
Se fue en silencio, tranquilo, pero con la seguridad de saber que hizo las cosas bien, que su misión fue positiva y que a los suyos y a quienes tuvieron la oportunidad de tratarlo diariamente, les dejó lo mejor: su gran hombría.
Nació en la vecina Gualeguay, en 1937, siendo el hijo mayor de una querida y numerosa familia que se radicó entre nosotros a fines del año 45, en oportunidad del arribo del Regimiento 3 de Caballería, dado que su padre- de profesión talabartero- fue uno de los tantos suboficiales que enorgullecieron las filas del recordado cuartel en Urquiza al Oeste.
La familia Solari en un principio se ubicó en una chacra cercana a la unidad militar y después, por muchos años se radicó en una propiedad del barrio Oeste, en la esquina de Lavalle y Bolívar.
Recibido en la Escuela Nacional de Comercio, el joven perito mercantil comenzó a encaminarse y no obstante el apoyo permanente de sus padres y hermanos supo duplicar sus energías y encarar sus días con grandes esfuerzos y mucho sacrificio. Su actitud, sus ganas, su responsabilidad y predisposición al estudio, le marcaron el camino que él eligió; el periodismo, una profesión que al cabo de muchos años tuvo un final feliz, obviamente merecido.
Es así que a fines de la década del 50 con el aval y el visto bueno de un grande como lo fue nuestro director, el doctor Pedro Ramón Bachini, Juan pasó a integrar las filas de "El Argentino" encolumnándose nada menos que a los recordados y valerosos escritores como Héctor Félix Riera, Marco Aurelio Rodríguez y a los redactores cableros Ernesto Sebastián Moreyra e Irineo Villalba, entre otros, que por entonces nos informaban sobre el acontecer local, regional y nacional.
Paralelamente a la pujanza de la ciudad el diario también fue creciendo y así se sumaron nuevos redactores como Eduardo Unamunzaga, Rodolfo Migueles, Atilio Burgos, el doctor Héctor Iglesias como subdirector y años más tarde comenzó el aporte de Roberto Lencina en policiales y de Silvina Esnaola con sus actualizadas notas marcando el quehacer social y el ritmo de las numerosas instituciones. y un poco más adelante se sumó Roberto Caballero en las correcciones y por algunos años Fabián Magnota con un nivel periodístico de gran valía. Todos al lado del vecino desaparecido que, entre otras notas, se comunicaba a diario con sus lectores con la columna del "BUEN DIA".
Como en toda actividad empresarial y periodística, se vivieron momentos difíciles, otros no tanto, pero el conocido ARI SOL como sus compañeros de tareas no bajaron los brazos, se unieron al esfuerzo de sus superiores y siguieron preocupándose por mejorar la información, con responsabilidad, con la inclaudicable línea de "El Argentino" y sobre las huellas de sus fundadores, haciendo de la nuestra, una hoja creíble, querida y muy respetada.
Juan H. Solari fue un ejemplo de responsabilidad y con altura y educación cubrió todas las notas que se le presentaron, tanto en las cotidianas como en las de mayor relevancia y luego, quizás a mitad de su larga trayectoria se le confió "EL EDITORIAL", lo máximo para un redactor, un verdadero orgullo para quienes aman la profesión elegida.
Pero esto no es todo en su carrera periodística. Como buen futbolista, campeón en la tercera división de Defensores del Oeste en 1957, Juan aceptó un tremendo desafío en la década del 70 y también hizo cancha, aceptó el pedido de los redactores deportivos de esa época y se formó un excelente grupo para cubrir las cinco canchas donde en la época de los cinco grandes directivos de Liga participaban diez equipos. Distintas, agradables, respetables y consejeras las notas de Juan, junto a las de Ernesto, Rodolfo, Atilio y el recordado Rabella que hacía de fotógrafo y cronista. Como anécdota, son muchos los futbolistas que guardan sus recortes con los atildados conceptos del periodista que hoy nos deja.
Solari, jubilado, siguió con su profesión, se aferró más al diario y quizás a manera de agradecimiento por compartir nada menos que los hermosos 100 años de "El Argentino" continuó la posta con una de las notas más leída y esperada por los viejos y nuevos lectores, la de los días viernes. Eso si con nuevo diario, con la tecnología al máximo, con nuevo formato y con nuevos compañeros, con la renovación del plantel a través de Beltrán Hendenreich, Daniel Serorena, Nahuel Maciel, Diego Elgart, Rocío Fernández y Ricardo Santillán encuadrando las notas a la perfección.
Hasta aquí su profesión, por cierto muy reconocida y respetada, tanto a nivel local y nacional puesto que después de una mención terminó recibiendo la Estatuilla de Santa Clara Asís. Para qué agregar más, simplemente el periodismo ha perdido a uno de sus grandes.
Juan también tuvo otras facetas que enriquecieron su vida. La familia, dado que junto con Silvia, su esposa y compañera, formó un hogar donde también prevaleció la armonía y se completaron muy bien en la crianza de sus hijos, siendo además un hermano y padre muy dedicado y responsable y un abuelo cariñoso y atento a todas las actividades de sus nietos.
En el abecedario de las buenas familias "Chichin" supo leer con claridad la lección de los mayores y como buen católico, en silencio supo aceptar la decisión del SEÑOR, viendo partir a algunos de sus hermanos menores.
Su fe inclaudicable, su marcada religiosidad, lo llevaron junto a su esposa a convertirse en un concurrente permanente a la parroquia San Juan Bautista donde colaboró con muchísimas actividades no solo por el bien de la misma parroquia, sino también de toda la comunidad.
Los restos de Juan Héctor Solari fueron sepultados ayer, a las 18, en el Cementerio Parque.
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