RAMÓN DE LA CRUZ ORTIZ CUMPLE SU CONDENA EN LA UP9
Susana Villarruel, uno de los primeros casos con prisión perpetua por femicidio
Aún resuena el nombre de Susana Villarruel en el barrio Toto Irigoyen. Hoy una de sus calles lleva su nombre. Sin quererlo se transformó en una mártir. Su caso sirvió y fue expuesto como ejemplo en muchas luchas feministas en contra del patriarcado. Fue asesinada a puñaladas por su ex pareja y su cuerpo fue descartado en el Arroyo El Cura.
Por Carlos Riera
Muchas veces resuenan en nuestra cabeza crímenes que nos golpearon por la crudeza crudeza de los actos y en su gran mayoría recordamos claramente el nombre de la víctima y son muy pocos los que tienen presentes quiénes fueron los asesinos. Vivimos en una sociedad machista que poco a poco trata de sacarse de encima prejuicios que nos han marcado e incluso enseñado; y que naturalizamos como verdades absolutas.
¿De qué otra forma se puede entender que la mayor cantidad de causas que se tramitan en la Justicia de cualquier jurisdicción sean casos de violencia de género y abusos a menores intrafamiliares? El hombre ha dispuesto del cuerpo de las mujeres desde siempre y cuando el “NO” es rotundo, muchas veces las consecuencias han sido trágicas.
Cuando hablamos de femicidio tenemos claro de qué se trata. Para aquellos desprevenidos se trata de un tipo de homicidio específico en el que un varón asesina a una mujer por el hecho de ser mujer. Todavía hay quienes ponen en duda esto y hablan de igualdad de géneros, y hasta se animan a decir que también hay mujeres que golpean y matan a sus parejas. Lo cierto es que según las estadísticas, en 2023 en Argentina hubo un femicidio cada 29 horas. Y esto va en aumento. El Registro Nacional de Femicidios de la corte Suprema registró un femicidio cada 35 horas en 2022.
La víctima y su victimario
Pasaron seis años y medio de aquella mañana fría del 10 de julio del 2017, cuando su ex pareja y asesino Ramón De La Cruz Ortiz le asestó puñaladas en el cuello, en su mama derecha y en la sien que fueron mortales. Ella caminaba desde su casa en el barrio hasta la parada del colectivo Santa Rita en calle Tropas cuando fue atacada y su cuerpo fue arrojado a un costado del camino, donde había pajonales, a escasos metros del arroyo El Cura.
El lugar donde la atacó fue planificado. Había poco transito a esa hora de la mañana, poca gente se podía cruzar en el camino y el cuerpo no iba a ser advertido rápidamente. Incluso hasta pensó que podía llegar a no ser descubierto. Fue el propio De la Cruz Ortiz quien hace la denuncia por la desaparición de la mujer y le asegura a la Policía que ese mismo día había visitado a Villarruel en su casa y que tras dejarla en la parada de colectivos del barrio había tomado un remis. Él estaba “preocupado” porque tenían un bebé de pocos meses en esos momentos, y además fue una estrategia para desviar la investigación
La causa cayó en manos del fiscal Martín Gil, de quien hay que destacar su rápida investigación e intuición. Cuando se habló con los choferes del transporte público dijeron no recordar haber visto a la mujer. Cuando entrevistó a De La Cruz Ortiz hubo cosas que no le cerraron y la ficha terminó de caer cuando descubrieron que el hombre había utilizado la tarjeta de débito de Villarruel para retirar dinero de los cajeros en la zona céntrica de la ciudad.
En julio del 2017 Susana fue asesinada. La Policía halló su cuerpo
El Fiscal constató el movimiento de la cuenta bancaria que la víctima tenía para cobrar la Asignación Universal por Hijo. Desde la entidad bancaria se informó que la tarjeta estaba vigente y había sido utilizada por última vez el 10 de julio a las 9.27, es decir el día que murió Susana Villarruel, pocas horas después que De La Cruz “la había dejado” en la parada del colectivo. También, además de secuestrar la tarjeta de débito en la casa del sospechoso, se encontró el teléfono de Susana. La hija de la víctima identificó el celular secuestrado y confirmó que su madre lo tenía con ella el día que desapareció.
No había aparecido el cuerpo de Susana cuando se ordenó la detención de su ex pareja “hasta que se aclare el paradero de la mujer”. El cadáver apareció 48 horas después y para ese momento las pruebas eran abrumadoras. Sólo bastaba hacer la autopsia para determinar que la causa de muerte se debió a un shock hipovolémico.
Susana tenía 39 años y era madre de cuatro hijos. La familia estaba muy preocupada porque conocía los movimientos diarios. Una hermana había dicho que “jamás abandonaría a sus hijos, se iba a trabajar y volvía a su casa”. Por ello los rastrillajes siempre estuvieron centrados en las inmediaciones del Arroyo El Cura y por el testimonio de vecinas que dijeron a los investigadores haber escuchado gritos en las primeras horas de ese lunes 10 de julio de 2017.
La condena
En el juicio que se llevó a cabo en noviembre de 2017, los fiscales Martín Gil y Lisandro Beherán alegaron al Tribunal que Ortiz “esperó el momento oportuno, en una zona alejada de habitantes y poco transitada, donde a Susana Villarruel le resultara imposible una defensa, pedir ayuda o escapar”. “La atacó deliberadamente buscando y aprovechando la situación de indefensión, la agredió y apuñaló hasta dejarla sin vida, para luego ocultar el cuerpo en la maleza para que no sea fácil su localización para luego salir huyendo del lugar del crimen”.
En Gualeguaychú fue condenado a reclusión perpetua por el Femicidio de Susana Villarruel y prosiguió con la prisión preventiva hasta que la sentencia adquiriera firmeza. Eso sucedió más de un año después, cuando la Cámara de Casación de Concordia revisó el fallo y lo ratificó. No había otra: por el tipo de delito el Código Penal es claro, prisión perpetua.
Golpear a la madre
En el juicio se unificó otro caso, sucedido en enero de ese mismo año, y que tenía como protagonista a la madre del acusado. Había sido víctima de un violento asalto en su casa de Montevideo y Del Valle. La habían golpeado y dejado inconsciente para robarle algunas pertenencias. Ella se presentó ante la Justicia y dijo que su hijo la había asaltado y golpeado con un fierro, y que por temor había impedido que lo acusara pero, tras el crimen de su nuera, se animó a denunciarlo.
En el juicio aseguró que "siempre supo que fue su hijo el autor del robo" y que, en esa ocasión, la golpeó con una barreta de hierro en la cabeza, provocándole graves lesiones. De La Cruz Ortiz, al notar que la había golpeado brutalmente, la sentó en una silla y le prendió un ventilador, preguntándole reiteradas veces "cómo se encontraba", para luego abandonarla en el lugar. Se llevó un TV de 42 pulgadas, otro de 24 y una suma aproximada de 3.000 pesos que estaban en un mueble del dormitorio.