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Somos reincidentes de la libertad
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Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO
El Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguaychú e Islas del Ibicuy, integrado por Alicia Vivian, Mauricio Derudi y Arturo Exequiel Dumón, escribió ayer uno de los capítulos más vergonzosos del Estado de Derecho al impedir la cobertura de las audiencias del juicio oral y público por el homicidio de Lucas Bentancourt.
Lamentablemente, el Tribunal local ha retrocedido a pasos medievales la cultura de la política comunicacional abierta, opaca la transparencia y difusión que deben tener las decisiones judiciales para acercar la Justicia a la sociedad; impide que la propia sociedad tenga acceso a la información en tiempo y forma para controlar y opinar sobre la administración del servicio de justicia y de ese modo hacer efectivo su derecho a la información pública.
El Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos no debería tolerar la existencia de la censura. Aunque, lamentablemente, en la jurisdicción de Gualeguaychú hoy sea más fácil que nunca comprobar que no existe la plena libertad de expresión y divulgación por parte del Poder Judicial.
La consecuencia inmediata de la decisión del Tribunal es abrevar en la cultura de la intolerancia. Es, por su cerrado criterio la negación de cualquier posibilidad de diálogo, además de fomentar el estancamiento intelectual de los que quieren participar del Estado de Derecho. Y lo que es aún más grave: no es la primera vez que ocurre, ya se registró en el caso Javier Broggi una situación similar.
EL ARGENTINO no confrontará con el Tribunal, porque entiende que por el momento están guarecidos bajo la bandera de la intolerancia. Pero fijará posición clara, precisa y pacífica.
EL ARGENTINO nunca prestará su adhesión a la reducción de la libertad de expresión y mucho menos a erosionar cualquier oportunidad de diálogo. Del mismo modo, tampoco se prestará a vivir en una sociedad menos participativa.
Siempre toda censura es una forma de control ideológico, algo a lo que EL ARGENTINO tampoco está dispuesto a someterse.
Si se elimina cualquier posibilidad de crítica, se alentará solamente a un pensamiento único, que terminará derivando en la fe oscurantista que pretende eclipsar las luces de la razón o en el mejor de los casos a lealtades que se transformen en esclavitud.
La historia de la censura enseña que los censores prefieren la desinformación. Viven la información como un poder para someter, no para liberar. Por eso, la censura es una formidable herramienta para los adoctrinadores de turno y oculta lo que atenta contra el Estado de Derecho.
La censura persigue que la opinión pública nunca esté informada sobre los actos republicanos. Además de impedir que la sociedad se informe en tiempo y forma sobre lo que el Estado hace con el poder que el pueblo y la Constitución les confiere.
Hay una ley no escrita que este Tribunal, lamentablemente, ha adherido: el poder prefiere una sociedad desinformada porque es más dócil e insegura. Si se quiere una sociedad insegura, dócil y obediente, nada mejor que la censura, la desinformación y el miedo para lograrla.
Los magistrados deberían comprender que la censura no es una barrera inexpugnable. Para erradicar la censura se necesitan al menos dos acciones relacionadas: su señalamiento oportuno como lo hace hoy EL ARGENTINO; y el adherir de manera innegociable al concepto que enseña: sin libertad, no hay ninguna posibilidad de democracia.
La libertad no es una jaula totalitaria como pretende el Tribunal de Juicio y Apelaciones de Gualeguaychú e Islas del Ibicuy.
La libertad no puede quedar reducida a una expresión sometida a las verdades oficiales; ni tampoco es una servidumbre para quienes detentan el poder, que además es temporario.
Por eso se denuncia de manera enérgica las injerencias en el libre ejercicio de la comunicación, y que afecta a todos los ciudadanos.
Por ello, también hacemos un llamado a las autoridades pertinentes para que hagan respetar la labor editorial independiente, y eviten con su silencio o supuesta neutralidad a menoscabar la libertad de expresión y con ella la democracia.
Hacemos asimismo un llamamiento a los lectores a estar atentos al desarrollo de esta situación, para que expresen sus pareceres y de esa forma defender el derecho a recibir una información plural.
La libertad de expresión no es un derecho absoluto. Pero, la censura siempre ha sido el arma de los pensamientos autoritarios. Por eso, toda censura es un crimen contra la razón. Toda censura es el triunfo de lo irracional. El camino de la censura sólo conduce al horizonte del autoritarismo, nunca al Estado de Derecho. Esa propuesta no contará nunca con nuestro silencio.
No nos dejaremos asfixiar por los totalitarismos. Y si por ejercer esta libertad seremos procesados, que el Tribunal de Gualeguaychú nos declare reincidentes, porque una y otra vez estaremos ejerciendo la libertad de expresión.