Se desarrolla el juicio por el caso de la joven decapitada en la Isla Talavera
En el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 de San Isidro se está desarrollando el juicio a Alejandro Francisco Reynoso, de 40 años, y a su hijo Sergio, de 21, por el crimen de Solange Victoria Aguirre, la joven de 22 años, oriunda de Benavídez, cuyo cuerpo mutilado fue hallado enterrado cerca de un camino vecinal, en la zona del Km 114 de la Autovía RN 12.
Solange Aguirre fue encontrada enterrada desnuda, decapitada y sin las falanges de ambas manos, y sin una buena parte de la piel en la espalda, justamente en el lugar donde tenía tatuado la iniciales de sus dos hijos.
Se trató así de dificultar la identificación en el curso de la investigación dirigida por el entonces juez de Instrucción Nº 2 de Gualeguaychú, doctor Arturo Exequiel Dumón.
Reynoso padre ya confesó el crimen de Aguirre ante el primer fiscal de la causa, Marcelo Fuenzalida, en ese momento a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de Delitos Conexos a la Violencia de Género de San Isidro.
En esa oportunidad trató de desvincular a su hijo, que resultó beneficiado con una falta de mérito y por eso, a diferencia del comerciante, llegó libre al juicio oral que continuó ayer con la declaración de los peritos que hallaron el cuerpo de Aguirre y practicaron la autopsia a su cadáver en la Morgue Judicial del cementerio de nuestra ciudad.
El hecho
Solange Aguirre, de 22 años, fue vista por última vez el 5 de septiembre de 2012, cuando salió a comprar cigarrillos a un supermercado chino de Benavídez, partido de Tigre, donde quedó grabada por cámaras de seguridad del comercio.
La joven era madre de dos niños, un varón que ahora tiene 7 años y una nena de 4, que es hija de Reynoso padre.
De acuerdo a lo establecido en la causa, Aguirre dijo que después de ir al supermercado que iría a hablar con el padre de su hija para pedirle el dinero de la manutención de la niña.
El acusado admitió en esa oportunidad que la noche en que la joven lo fue a ver a uno de sus comercios discutieron y él le pegó un golpe en la sien con una chaira para afilar cuchillos.
El imputado declaró que al advertir que la había matado (los informes forenses determinaron que Solange había sido asesinada en el mismo sitio donde la decapitaron y mutilaron, es decir, en la isla del delta donde estuvieron juntos padre e hijo) colocó el cuerpo en unas bolsas de consorcio grandes que había en el local, lo cargó en su camioneta y concurrió a su casa de Boulogne, donde estaba su hijo Sergio.
Ya en horas de la madrugada del día siguiente, Reynoso padre aseguró que fue con su hijo a la zona de Zárate-Brazo Largo, pero que Sergio nunca supo que él llevaba un cadáver ni que en ese sitio lo enterró. El 8 de septiembre de ese año, en un camino vecinal próximo al puente Urquiza de la isla de Talavera, a metros del límite con la provincia de Buenos Aires pero del lado de Entre Ríos, cuatro pescadores paraguayos que habían visto a dos hombres enterrar algo, descubrieron el cadáver decapitado y completamente desnudo de una mujer, que luego se determinó que era el de Solange Aguirre.
La cabeza de la víctima (presentaba una fractura con hundimiento de cráneo) recién fue encontrada el 28 de septiembre de 2012, a cuatro o cinco metros de donde había enterrado el cuerpo.
En abril de 2013, los estudios histopatológicos determinaron que hubo irrigación sanguínea al momento en el que a Aguirre le rebanaron las yemas de los dedos y los tatuajes y luego la decapitaron.
Se trató así de dificultar la identificación en el curso de la investigación dirigida por el entonces juez de Instrucción Nº 2 de Gualeguaychú, doctor Arturo Exequiel Dumón.
Reynoso padre ya confesó el crimen de Aguirre ante el primer fiscal de la causa, Marcelo Fuenzalida, en ese momento a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de Delitos Conexos a la Violencia de Género de San Isidro.
En esa oportunidad trató de desvincular a su hijo, que resultó beneficiado con una falta de mérito y por eso, a diferencia del comerciante, llegó libre al juicio oral que continuó ayer con la declaración de los peritos que hallaron el cuerpo de Aguirre y practicaron la autopsia a su cadáver en la Morgue Judicial del cementerio de nuestra ciudad.
El hecho
Solange Aguirre, de 22 años, fue vista por última vez el 5 de septiembre de 2012, cuando salió a comprar cigarrillos a un supermercado chino de Benavídez, partido de Tigre, donde quedó grabada por cámaras de seguridad del comercio.
La joven era madre de dos niños, un varón que ahora tiene 7 años y una nena de 4, que es hija de Reynoso padre.
De acuerdo a lo establecido en la causa, Aguirre dijo que después de ir al supermercado que iría a hablar con el padre de su hija para pedirle el dinero de la manutención de la niña.
El acusado admitió en esa oportunidad que la noche en que la joven lo fue a ver a uno de sus comercios discutieron y él le pegó un golpe en la sien con una chaira para afilar cuchillos.
El imputado declaró que al advertir que la había matado (los informes forenses determinaron que Solange había sido asesinada en el mismo sitio donde la decapitaron y mutilaron, es decir, en la isla del delta donde estuvieron juntos padre e hijo) colocó el cuerpo en unas bolsas de consorcio grandes que había en el local, lo cargó en su camioneta y concurrió a su casa de Boulogne, donde estaba su hijo Sergio.
Ya en horas de la madrugada del día siguiente, Reynoso padre aseguró que fue con su hijo a la zona de Zárate-Brazo Largo, pero que Sergio nunca supo que él llevaba un cadáver ni que en ese sitio lo enterró. El 8 de septiembre de ese año, en un camino vecinal próximo al puente Urquiza de la isla de Talavera, a metros del límite con la provincia de Buenos Aires pero del lado de Entre Ríos, cuatro pescadores paraguayos que habían visto a dos hombres enterrar algo, descubrieron el cadáver decapitado y completamente desnudo de una mujer, que luego se determinó que era el de Solange Aguirre.
La cabeza de la víctima (presentaba una fractura con hundimiento de cráneo) recién fue encontrada el 28 de septiembre de 2012, a cuatro o cinco metros de donde había enterrado el cuerpo.
En abril de 2013, los estudios histopatológicos determinaron que hubo irrigación sanguínea al momento en el que a Aguirre le rebanaron las yemas de los dedos y los tatuajes y luego la decapitaron.
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