LUEGO DE TRES DÍAS DE AUDIENCIAS, SE MANTIENE LA IMPUTACIÓN CONTRA EL ACUSADO
Caso Valentina Díaz: El lunes serán los alegatos con la Miastenia Gravis en el centro de la escena
La enfermedad que tenía la joven de 19 años fue parte de la estrategia defensiva para pedir la absolución de Demian Ferrari. La declaración del médico de Policía, Federico Gini Cambaceres, acrecentó la polémica al acentuar el desenlace final a consecuencia de la patología de Valentina. Pero qué dicen los especialistas y las personas que tienen Miastenia Gravis sobre la enfermedad.
Por Carlos Riera
El miércoles comenzó en los Tribunales de Gualeguaychú el juicio contra Demian Ferrari, el joven de 18 años que el 5 de agosto de 2023 estrelló su Volkswagen Golf contra un árbol frente al Corsódromo sobre calle Estrada y causó la muerte de su acompañante, Valentina Díaz.
En esas tres primeras audiencias se escucharon los testimonios aportados por la fiscal Martina Cedrés, los querellantes Martín Britos y Rubén Virué, y el defensor Alfredo Vitale. Se presentaron testigos y distintos especialistas para dar su opinión sobre diferentes cuestiones técnicas, en razón de la estrategia de cada una de las partes.
Demian Ferrari está imputado de Homicidio culposo agravado por culpa temeraria y el nivel de alcohol en sangre, además de privación ilegítima de la libertad porque estaría probado y hay videos que fueron exhibidos que lo confirmarían, que Valentina intentó bajarse del vehículo cuando Ferrari perdió el control de su auto y se subió a la vereda, pero el joven le impidió hacerlo, retomó su marcha y pocos metros más adelante se estrelló contra el árbol.
Valentina agonizaba y murió en el Hospital. El médico forense que realizó la autopsia, Marcelo Benetti, ratificó en el juicio que por el golpe que recibió era imposible que sobreviviera. Pero esto, la defensa lo puso en duda argumentando que la enfermedad de base de la joven, la Miastenia Gravis, habría sido el desencadenante de la muerte y no el golpe que sufrió.
El médico neumonólogo infantil Federico Gini Cambaceres, actúa como médico de la Policía, y fue el responsable de constatar esa noche el fallecimiento de Valentina. Pero además la conocía y estaba al tanto de su enfermedad que le había sido detectada a sus 13 años, porque era frecuente que asistiera a buscar la medicación. Y en el juicio, cuando fue convocado a declarar por su condición como médico de Policía, señaló que la Miastenia Gravis es una enfermedad que no tiene remisión y que nunca pueden dejar de tomar la medicación. Incluso alegó que esa condición pudo haber acelerado el proceso de muerte.
¿Qué es la Miastenía Gravis?
Se trata de una enfermedad neuromuscular que se caracteriza por la pérdida de fuerza y fatigabilidad. No es una patología común. Hasta se la califica como “rara”, pero afecta a más personas de lo que se cree que no tienen diagnóstico. Es autoinmune y afecta la conexión entre el nervio y el músculo, e impide que cumpla la orden emitida por el cerebro.
Como toda enfermedad presenta síntomas: caída de párpados, visión doble, falta de fuerza en brazos, manos, dedos; piernas. Se tiene dificultad para mantener la cabeza erguida, para hablar, para masticar, tragar, e incluso para respirar. Hay una pérdida de la expresión facial.
Gini Cambaceres manifestó que de no tener esta enfermedad Valentina Díaz habría tenido actos reflejos defensivos, como ser poner los brazos antes de chocar, lo cual es totalmente improbable. Pero esto generó polémica, porque además la joven estaba en pleno proceso de recuperación. Desde hacía casi dos años ya no tomaba la medicación debido al progreso que había mostrado. Pero por sobre todas las cosas, se saca la lupa sobre quien manejaba el auto y se enfoca la discusión en la víctima.
Fabián Díaz, el padre de Valentina, fue una de las personas que declaró en el juicio y contó cómo era la enfermedad de su hija y en qué proceso estaba. El hombre relató todo lo que hizo estos últimos años cuando le fue diagnosticada la Miastenia Gravis en el Hospital Garrahan y cómo enfrentó la familia la recuperación.
En abril de 2017 vino a Gualeguaychú el médico Ángel Turganti. Fue dos años y medio antes de la muerte de Valentina. Este hombre fue jefe del Servicio de Pediatría del Hospital María Ferrer, además de ser neumonólogo, deportólogo y médico del Hospital Garrahan. Pero por sobre todas las cosas fue quien siguió el proceso de recuperación de Valentina Díaz en la Fundación Ayuda Integral Al Miasténico (FAIAM) Había sido convocado por Fabián Díaz y su esposa Karina Gómez a dar una charla en la Escuela Normal a donde concurría su hija para dar a conocer sobre esta enfermedad a los compañeros de colegio.
“La Miastenia Gravis es una enfermedad que hasta hace unos años se consideraba rara o poco frecuente. Ahora estamos tratando de cambiar esto, porque si es rara, los médicos no la leen”, había dicho en esa ocasión y explicó que había decidido trasladarse hasta Gualeguaychú “porque alguien de esta comunidad está sufriendo. Es una paciente mía que quiero mucho. Me propongo informar a los chicos sobre lo que le está pasando a su compañera, por qué debe tomar corticoides y su efecto; también difundir acerca de la enfermedad, para que los chicos trabajen el tema en clase, lo lleven a casa y sepan que le puede tocar a cualquiera”.
Consultado por EL ARGENTINO para esta nota, Ángel Turganti explicó que la Miastenia Gravis “es autoinmune y crónica, pero que tiene casos de remisión donde la enfermedad desaparece, donde el enfermo ya no tiene que tomar medicación y no corre ningún riesgo”. Y contó que “muchos pacientes lo que han hecho es, en la medida en que se han sentido mejor, disminuir la dosis. Muchas veces, por el hecho que desaparezcan los síntomas, hacen muy bien en tomar la decisión de suspender esa medicación, por supuesto que con una consulta previa”.
Y este es el caso de Valentina, que llevaba casi dos años sin tomar medicación y no había tenido signos de la enfermedad hasta el día de su muerte.
“Que no te gane por cansancio”
La caída de párpados y la visión doble es uno de los primeros síntomas de la enfermedad y cuando aparecen bien pueden ser confundidos con un problema oftalmológico o un estrés profundo. Eso fue lo que le sucedió a Javier Mendoza, el reconocido árbitro de básquet de Gualeguaychú con un recorrido de 46 años por las diferentes ligas de Argentina.
Actualmente está retirado de la actividad, pero no a causa de la Miastenia Gravis que detectó en el año 2004. Cuando la enfermedad se le presentó, aprendió a sobrellevarla, convivir con ella, siguió el procedimiento médico y en 2017 pudo dejar la medicación y tener una “vida normal”. Así lo definió en diálogo con EL ARGENTINO.
“Allá por el año 2004 empecé a tener síntomas de ver doble. No sabía qué era. Por supuesto, lo primero que recurrí fue a un oftalmólogo por si era un problema de la vista. Me dijeron que podía ser que tenga estrés. Me asociaron con el estrés por mi actividad. Yo viajaba mucho, manejaba mucho y bueno, estuve tres meses tomando una medicación para fortalecer. Era más vitamina que otra cosa. Pero seguía viendo doble y bueno, empecé a ver, a consultar qué era, a googlear, fui a curandero habido y por haber, hasta me dijeron que me tenía que operar”, relató el ex árbitro sobre los primeros meses de atravesar la enfermedad.
Pero todo cambió cuando un conocido lo orientó hacia la fundación FAIAM, que es la referencia en el tratamiento integral de la Miastenia Gravis, y fue allí donde finalmente lo diagnosticaron. “Hasta el año 2017 tomé la medicación religiosamente. Iba a la fundación una vez al mes, después cada dos meses, después una vez cada seis, después una vez al año, tenía contacto telefónico. Me convocaron muchas veces a dar charlas en la Fundación chalas, porque es una enfermedad que se puede sobrellevar”, relató brevemente sobre el tratamiento en la FAIAM, que tiene como slogan “Que no te gane por cansancio”.
“Quiero desmitificar que es una enfermedad que no puede hacer vida normal, al contrario, estando medicado, vida normal, y yo soy el fiel ejemplo porque para desarrollar la actividad profesional mía tenía que dar pruebas físicas muy exigentes, viajaba mucho, entrenaba mucho”, contó Mendoza a EL ARGENTINO.
Por último, y agregando a lo que decía anteriormente, recalcó: “Desde el año 2017 a la fecha no tomo ninguna medicación, llevo una vida normal, hago actividad física, voy al gimnasio, corro en bicicleta, así que quiero desmentir eso que es una enfermedad incurable, lo que por ahí dicen no está comprobado, pero creería que se cura, en mi caso, yo por lo menos no tomé nunca más medicación y no tuve nunca un síntoma de nada, de nada, de nada y hago actividad física permanente, ya tengo 61 años y estoy al pie del cañón y como un pibe de 20”.