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Columnista Invitado

Horacio Domingorena: Un gualeguaychuense de fuste

Horacio Domingorena: Un gualeguaychuense de fuste

Por Gustavo Rivas


Nació en Gualeguaychú allá por 1920, el año en que moría Osvaldo Magnasco y en cuyo homenaje le pusieron su segundo nombre. ¿Habrán imaginado sus padres que ese niño sería luego uno de los principales biógrafos del gran tribuno argentino? ¿Y que él mismo llegará a ser el más enjundioso parlamentario de su época?
Fue un alumno brillante del Colegio Nacional Luis Clavarino, del que egresó con la promoción 1938. Y no se olvidó de esa casa; entre otros muchos servicios, veinte años después, como Diputado Nacional, posibilitó en gestión común con José María Bértora, la creación del ciclo nocturno para los estudiantes que trabajaban. Y en 1965, todavía Diputado Nacional, pronunció un discurso memorable al cumplir esa casa sus bodas de oro.
Fue concejal en nuestra ciudad y colaborador de diversas instituciones, como p. ej., el Club Central Entrerriano.
El 23 de Febrero de 1958, cuando cumplía 38 años, fue electo Diputado Nacional por Entre Ríos y ese cometido lo alejó definitivamente de nuestra ciudad, aunque nunca perdió sus estrechos vínculos. Fue entonces cuando el país advirtió lo que nosotros en su pueblo ya conocíamos: sus excepcionales dotes como orador. Personalmente lo considero el mejor que haya escuchado en toda mi vida. Pero no sólo brilló por la palabra: en ese período fue el autor de la Ley 14.557 que permitió la creación de las universidades privadas del país, al permitirles por su art. 28, expedir títulos habilitantes.
También logró la sanción del proyecto de su autoría que se plasmó como Ley 14.495 que propiciaba la construcción del Complejo Brazo Largo Zárate. Y aunque no fue realidad de inmediato, fue Domingorena uno de los puntales en Bs. Aires con que contó la Comisión Nacional Pro Integración Mesopotámica – que presidía mi padre Andrés R. Rivas, cuya gestión culminó con éxito. De hecho, fue Horacio el contacto que permitió llegar hasta Aldo Ferrer en 1970 y destrabar definitivamente esa torpedeada licitación.
En 1960 logró la sanción de la ley que dispuso la fundación de la Escuela Normal de Villa Elisa, donde se lo recuerda como su creador; recuerdo haberlo acompañado allí en 2010, con ocasión de su cincuentenario.
Fue electo nuevamente diputado en 1963. A este nuevo período corresponde la sanción en 1965, de la Ley Nacional 16.802 que dispuso la creación del Parque Nacional “El Palmar”. En ese mismo período, fue considerado por la prensa especializada, como el más brillante parlamentario argentino.
Luego de su paso por el Congreso, permaneció en Buenos Aires dedicado a su profesión de abogado, aunque incursionó en algunas actividades empresariales; p. ej., fue de socio con otros gualeguaychueneses, del Expreso General Urquiza SRL. También ocupó otros cargos públicos. Así, en 1973 fue asesor del Ministro de Educación de la Nación Dr. Jorge Taiana, padre. En 1984 Raúl Alfonsín lo puso a cargo de Aerolíneas Argentinas cuya presidencia desempeñó hasta 1988.
Fue además un hombre de gran cultura y en muchas oportunidades brindó magníficas conferencias en nuestra ciudad y otras localidades entrerrianas, como también en la Asociaron Entrerriana Gral. Urquiza de la que fue integrante. Algunas de sus investigaciones se volcaron en libros como La Agonía del Estado Democrático, de 1992. O el que dedicó a Osvaldo Magnasco y presentara en el Instituto homónimo en 1993, como también su polémico estudio sobre Ricardo Lopez Jordán.
Su vida se fue apagando muy lentamente en los últimos meses, en los que siempre recordaba a su Gualeguaychú. Nosotros recordaremos a él. ¡Hasta siempre Maestro!



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