Los cristianos de Oriente entre dictaduras y miedo a islamistas
Las revoluciones en el mundo árabe aumentaron el miedo de las minorías cristianas, incitando a algunos de sus dirigentes a defender a los regímenes dictatoriales.
“Los cristianos tienen miedo del futuro, pues las fuerzas islamistas son influyentes”, dijo a la AFP Abdalá Abu Habib, vicepresidente de la Liga Maronita en Líbano y director del Instituto de Investigación Isam Fares de Beirut.
“Las fuerzas democráticas también son influyentes, pero se necesita tiempo para instaurar la democracia”, destacó. “Los cristianos temen que este período transitorio sea suficiente para vaciar a Oriente de sus minorías”, agregó.
En Túnez, Egipto y Siria, los movimientos islamistas surgieron junto a las fuerzas laicas, liberales o de izquierda durante revueltas que derrocaron a Ben Alí, Hosni Mubarak, y que están sacudiendo al régimen de Bashar al Asad.
Esto preocupa a los cristianos, que tradicionalmente tenían buenas relaciones con esos regímenes autoritarios pero “laicos” y condescendientes con ellos.
“Lo que sucedió en Irak explica sus temores” desde el fin de la era de Sadam Husein, afirmó Habib.
De los 800 mil a 1,2 millones de cristianos que había en Irak antes de la invasión norteamericana, en 2003, sólo quedan 500 mil, pues su comunidad fue víctima de ataques.
A pesar de la participación de numerosos coptos (entre seis y diez por ciento de los 80 millones de egipcios) en la “Revolución del 25 de enero” en Egipto, se produjeron sangrientos enfrentamientos religiosos después de la caída de Hosni Mubarak.
En Siria, donde los cristianos (entre cinco y diez por ciento en una población de 22 millones) tienen buenas relaciones con los alauitas en el poder -también minoritarios- algunos temen actos de venganza de la mayoría sunita si cae el régimen.
“Cuando la situación degenera se vuelve incontrolable, y eso es lo que realmente temen”, precisó Habib. “Las minorías que se sienten como el eslabón débil pueden apoyar a regímenes que les garantizan una protección”, explicó.
Sin embargo, esta actitud provoca polémicas, sobre todo desde que el influyente jefe de la iglesia maronita en Líbano, el patriarca Beshara Rai, afirmó que temía que la caída de “regímenes descritos como dictatoriales (...) condujera a la guerra civil, en la cual los cristianos podrían ser las principales víctimas”.
Algunos líderes cristianos libaneses, como Samir Geagea, respondieron que los cristianos no deberían ser “sacos de arena destinados a defender a regímenes brutales y retrógrados”.
En Líbano estalló una guerra religiosa que hizo perder a sus cristianos, otrora poderosos, algunas de sus prerrogativas políticas. Sin embargo, es el único país de la región que tiene un presidente cristiano y donde la paridad cristianos-musulmanes en el Parlamento sigue siendo respetada. No obstante, en los países de la “Primavera árabe” se minimiza la importancia del ascenso de los islamistas.
“El clima actual no es favorable a las corrientes extremistas”, afirmó Georges Ishak (copto), coordinador del movimiento “Kifaya” que participó en la revuelta egipcia. “Por otra parte, no veo ningún problema en la llegada de islamistas al poder a través de elecciones libres y transparentes”, dijo.
“Los islamistas son los más aptos para recoger los frutos” de las revoluciones, pero “no podrán imponer agendas estrictas, aunque las elecciones les otorguen una legitimidad popular”, destacó por su parte Ziad Maged, profesor de la Universidad Estadounidense en París.
Según Maged, hay que distinguir entre “el miedo legítimo de las minorías en una región donde han sido perseguidas, y la transformación de ese miedo en una alianza con el autoritarismo”. “La democracia, el respeto a la diversidad y la protección de las libertades son la solución y la garantía”, insistió.
“Las fuerzas democráticas también son influyentes, pero se necesita tiempo para instaurar la democracia”, destacó. “Los cristianos temen que este período transitorio sea suficiente para vaciar a Oriente de sus minorías”, agregó.
En Túnez, Egipto y Siria, los movimientos islamistas surgieron junto a las fuerzas laicas, liberales o de izquierda durante revueltas que derrocaron a Ben Alí, Hosni Mubarak, y que están sacudiendo al régimen de Bashar al Asad.
Esto preocupa a los cristianos, que tradicionalmente tenían buenas relaciones con esos regímenes autoritarios pero “laicos” y condescendientes con ellos.
“Lo que sucedió en Irak explica sus temores” desde el fin de la era de Sadam Husein, afirmó Habib.
De los 800 mil a 1,2 millones de cristianos que había en Irak antes de la invasión norteamericana, en 2003, sólo quedan 500 mil, pues su comunidad fue víctima de ataques.
A pesar de la participación de numerosos coptos (entre seis y diez por ciento de los 80 millones de egipcios) en la “Revolución del 25 de enero” en Egipto, se produjeron sangrientos enfrentamientos religiosos después de la caída de Hosni Mubarak.
En Siria, donde los cristianos (entre cinco y diez por ciento en una población de 22 millones) tienen buenas relaciones con los alauitas en el poder -también minoritarios- algunos temen actos de venganza de la mayoría sunita si cae el régimen.
“Cuando la situación degenera se vuelve incontrolable, y eso es lo que realmente temen”, precisó Habib. “Las minorías que se sienten como el eslabón débil pueden apoyar a regímenes que les garantizan una protección”, explicó.
Sin embargo, esta actitud provoca polémicas, sobre todo desde que el influyente jefe de la iglesia maronita en Líbano, el patriarca Beshara Rai, afirmó que temía que la caída de “regímenes descritos como dictatoriales (...) condujera a la guerra civil, en la cual los cristianos podrían ser las principales víctimas”.
Algunos líderes cristianos libaneses, como Samir Geagea, respondieron que los cristianos no deberían ser “sacos de arena destinados a defender a regímenes brutales y retrógrados”.
En Líbano estalló una guerra religiosa que hizo perder a sus cristianos, otrora poderosos, algunas de sus prerrogativas políticas. Sin embargo, es el único país de la región que tiene un presidente cristiano y donde la paridad cristianos-musulmanes en el Parlamento sigue siendo respetada. No obstante, en los países de la “Primavera árabe” se minimiza la importancia del ascenso de los islamistas.
“El clima actual no es favorable a las corrientes extremistas”, afirmó Georges Ishak (copto), coordinador del movimiento “Kifaya” que participó en la revuelta egipcia. “Por otra parte, no veo ningún problema en la llegada de islamistas al poder a través de elecciones libres y transparentes”, dijo.
“Los islamistas son los más aptos para recoger los frutos” de las revoluciones, pero “no podrán imponer agendas estrictas, aunque las elecciones les otorguen una legitimidad popular”, destacó por su parte Ziad Maged, profesor de la Universidad Estadounidense en París.
Según Maged, hay que distinguir entre “el miedo legítimo de las minorías en una región donde han sido perseguidas, y la transformación de ese miedo en una alianza con el autoritarismo”. “La democracia, el respeto a la diversidad y la protección de las libertades son la solución y la garantía”, insistió.
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