La familia ocupa un puesto central
En su catequesis de la audiencia general, celebrada el cuarto y último miércoles de marzo, en coincidencia con la fiesta de la Anunciación, el Papa Francisco propuso un momento de oración a los miles de fieles y peregrinos que a pesar de la lluvia se habían dado cita en la Plaza de San Pedro.
Al recordar la visita a María del Arcángel Gabriel, que le anuncia que concebirá y dará a luz al Hijo de Dios, el Obispo de Roma explicó que con este anuncio, el Señor ilumina y refuerza la fe de la Virgen, como hará luego con su esposo, José, para que Jesús nazca y sea acogido en el calor de una familia.
Teniendo en cuenta que en muchos países se celebra la Jornada por la Vida, en el 20º aniversario de la promulgación de la Evangelium vitae, la encíclica de San Juan Pablo II sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana, en la que – como dijo el Papa – la familia ocupa un puesto central, Francisco destacó que desde el principio, Dios bendijo al hombre y a la mujer para que formaran una comunidad de amor para transmitir la vida.
También recordó que en el sacramento del matrimonio, los esposos cristianos se comprometen con esta bendición durante toda la vida; y la Iglesia, por su parte, se obliga a no abandonar a la nueva familia, ni siquiera cuando ésta se aleje o caiga en el pecado, llamándola siempre a la conversión y a la reconciliación con el Señor.
Por eso – dijo también el Santo Padre– la Iglesia necesita una oración llena de amor por la familia y por la vida. De ahí su propuesta de rezar insistentemente por el próximo Sínodo de los Obispos, sobre la familia, para que la Iglesia esté cada vez más comprometida y más unida en su testimonio del amor y la misericordia de Dios con todas las familias.
Teniendo en cuenta que en muchos países se celebra la Jornada por la Vida, en el 20º aniversario de la promulgación de la Evangelium vitae, la encíclica de San Juan Pablo II sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana, en la que – como dijo el Papa – la familia ocupa un puesto central, Francisco destacó que desde el principio, Dios bendijo al hombre y a la mujer para que formaran una comunidad de amor para transmitir la vida.
También recordó que en el sacramento del matrimonio, los esposos cristianos se comprometen con esta bendición durante toda la vida; y la Iglesia, por su parte, se obliga a no abandonar a la nueva familia, ni siquiera cuando ésta se aleje o caiga en el pecado, llamándola siempre a la conversión y a la reconciliación con el Señor.
Por eso – dijo también el Santo Padre– la Iglesia necesita una oración llena de amor por la familia y por la vida. De ahí su propuesta de rezar insistentemente por el próximo Sínodo de los Obispos, sobre la familia, para que la Iglesia esté cada vez más comprometida y más unida en su testimonio del amor y la misericordia de Dios con todas las familias.
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