Gustavo Zerbino, el que juntaba cosas en la cordillera
Invitado por los organizadores de la V Jornada Hereford de la Mesopotamia, Gustavo Zerbino cerró con su conferencia “Gestión de la Adversidad”.
Es uno de los 16 sobrevivientes del accidente aéreo conocido como “el Milagro de los Andes”, tras estrellarse el avión en el que viajaba como integrante del equipo de rugby Old Christians el viernes 13 de octubre de 1972.
“Uno de los integrantes de un grupo humano que rompió y desafió los límites de supervivencia humana” se define al recordar lo que siguió al siniestro aéreo, experiencia límite que terminó el 22 de diciembre de ese año cuando por fin, fueron rescatados.
Esta historia está contada en libros y películas, y hoy, Zerbino es Director de Cía. Cibeles y representante en Uruguay de Merck Sharp & Dohme. Durante 17 años fue Presidente de la Cámara de Especialidades Farmacéuticas y Afines, también integró el Consejo Consultivo de Unicef Uruguay; hasta el 15 de enero de 2012 fue Presidente de la Unión de Rugby del Uruguay y es Vice presidente y fundador de la Fundación Rugby Sin Fronteras.
Combina la actividad profesional con las conferencias sobre “Liderazgo y Motivación” que ofrece en diferentes empresas y escuelas de negocios alrededor del mundo.
La combinación entre los que tiene para enseñar y la práctica de hacerlo, hizo que cuando expuso ante los productores en el salón de la Sociedad Rural, se ganara la atención y el respeto generalizados.
# “Nunca dejé de luchar”
Cuando lo entrevistamos aún no se había anunciado el fin de la búsqueda de sobrevivientes del ARA San Juan. Zerbino dijo “son 44 chicos que las familias los buscan. El mundo entero los busca. Deseo que todo este trabajo llegue a sus frutos. Si no los encuentran vivos, que los encuentren. Porque la familia necesita poner punto final. Las historias no pueden quedar inconclusas”.
Mientras estuvo en la cordillera, Zerbino juntaba cosas. Restos del avión, de los que morían. Una camiseta de rugby con el Nº 4. También los anteojos que se fabricó luego de quedarse ciego en una expedición en la nieve.
-¿Siempre supiste que ibas a volver?
“Nunca supe que iba a volver. Nunca dejé de luchar por volver. Preparado para lo peor esperando siempre lo mejor. De mi parte iba a hacer todo lo que estuviera a mi alcance para lograrlo y terminó siendo casualidad, porque si el arriero no hubiera cumplido con esa voz interior, no hubiera sido posible. Siempre digo que es una cadena de favores... Vos tenés que hacer tu parte; hacé el 99 por ciento que lo que falta es de Dios...”
-Entre las cosas que encontraste, es muy significativa la Cruz de plata a la que le falta el brazo izquierdo, y en el libro decís “me conmueve que a pesar de estar abollada y faltarle un brazo, sigue siendo una Cruz. Como nosotros: abollados, golpeados, pero seguimos siendo hombres enteros”.
“La naturaleza del ser humano es estar integrado a tus valores. Lo importante es que uno puede construir una cosa sólida basada en el amor, la ternura, la solidaridad, el respeto. Eso fue lo que hicimos en la montaña. Y funciona”.
Quedó ciego en una expedición que hizo con Numa Turcatti y Daniel Maspons. Una de las previas a la final, la de Fernando Parrado y Roberto Canessa, que encontraron al arriero que dio el aviso. Zerbino vio un paisaje infinito de montañas... y quedó ciego.
-¿Te quemó el resplandor o no querías ver...?
“El sol se reflejaba en la nieve y me quemó el nervio óptico. Tuve que vendarme. Estuve varios días en la oscuridad absoluta. Sólo salía (del avión o lo que quedó de él) para mirar. Eso me hizo recuperar. Si no, hubiera quedado ciego”.
-Más que la sociedad de la nieve (título del libro de Pablo Vierci) ustedes son la hermandad de la nieve, ¿no?
“Éramos hermanos en el dolor, en la alegría, la esperanza, la ilusión. El dolor que se comparte es menos dolor, la alegría que se comparte, más alegría. No teníamos nada pero teníamos todo”.
-Los que volvieron, en general son exitosos. ¿Esto se debe al aprendizaje tremendo que tuvieron?
“No. Ya eran exitosos antes. Eran todos buena gente y la buena gente se equivoca y pide perdón. Esto lo mamás en tu casa. Todos los seres humanos que nacen producto del amor, con un padre y una madre que les dan cariño, salen para adelante”.
Y esto es lo que sucedió con aquellos a los que, a su decir, “los tres andinistas que llegaron el 22 de diciembre veían como animales y tenían miedo...”
Se propuso honrar a los que quedaron en la nieve y lo hace en cada charla que da.
Y asegura “siempre fui rebelde. Hoy el mundo predica la guerra, la disconformidad. Yo trabajo por la paz y el respeto. Sigo siendo contra”.
Silvina Esnaola
EL ARGENTINO
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