Francisco: “La cultura de la misericordia renueva profundamente los corazones”
Una auténtica liberación del hombre no puede existir sin el anuncio del Evangelio. Lo escribe el papa Francisco en el mensaje a los miembros de la Asociación Internacional de la Caridad, en ocasión del 400 aniversario de las primeras Cofradías de la Caridad, fundadas por San Vicente de Paúl en Châtillon.
En el mensaje con fecha 22 de febrero, el Papa expresa sus mejores deseos para que la misión de las Cofradías de la Caridad continúen con su tarea de llevar “un auténtico testimonio de la misericordia de Dios a los pobres”. ¡Que este aniversario – agrega – sea una oportunidad para dar gracias a Dios por sus dones y abrirse a sus sorpresas, para discernir, bajo el soplo del Espíritu Santo, nuevos caminos para que el servicio de la caridad sea siempre más fructífera!”
El Pontífice recuerda que estas Cofradías nacieron de la ternura y de la compasión de San Vicente de Paúl hacia los pobres, a menudo abandonados y excluidos en el campo o en las ciudades. Pobres que él vio como “los representantes de Jesucristo, como miembros de su cuerpo sufriente”. “Siguiendo a San Vicente – agrega Francisco – que había confiado el cuidado de los pobres a los laicos, en particular a las mujeres, vuestra Asociación Internacional de la Caridad continúa hoy sosteniendo a las personas más desfavorecidas, aliviando sufrimientos materiales, físicos, morales y espirituales”.
Después de recordar que en la base de este compromiso está la Providencia de Dios, el Santo Padre alienta a sostener la persona en su integralidad y a poner “una atención particular a las precarias condiciones de vida de numerosas mujeres y de muchos niños”. La vida de fe unida a Cristo – continúa el mensaje – “nos permite percibir la realidad de la persona”, su “dignidad incomparable”, su ser creado a imagen y semejanza de Dios.
“Para ver la pobreza – subraya el Obispo de Roma – no es suficiente seguir grandes ideas, sino que se debe vivir el misterio de la Encarnación. El misterio de Dios hecho hombre, que ha muerto para elevar al hombre y salvarlo. Estas no son bellas palabras sino el realismo que estamos llamados a vivir como Iglesia”. Ver a Jesús en los indigentes – concluye Francisco – significa también para los pobres, encontrar a Cristo en quienes ofrecen su auténtico testimonio de caridad. Es la “cultura de la misericordia que renueva profundamente los corazones y abre a una nueva realidad”.
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