Análisis sobre las elecciones que vienen
El insomnio del kirchnerismo y la larga siesta de la oposición
Si algo caracteriza al kirchnerismo es que la conquista de más poder le genera insomnio y no descansa. Y al revés ocurre con la oposición, que todavía no ha logrado despertarse de su larga siesta. Activos unos y perezosos otros, el escenario electoral para el año próximo se presenta más favorable para el oficialismo que para la oposición.
Entre Ríos renovará a sus tres senadores nacionales y a cinco diputados nacionales.
Para los legisladores de la Cámara Alta el análisis es más sencillo. Ellos llegaron con las elecciones de 2007, donde el kirchnerismo logró un triunfo cómodo que les permitió a Pedro Guillermo Guastavino y a Blanca Osuna ser senadores (sería reemplazada por Beatriz Ruiz Díaz para asumir la intendencia de Paraná luego de los comicios de 2011) y a Arturo Vera por el radicalismo. En las próximas elecciones, el que gana se lleva dos y el que pierde uno. No hay más cuenta que hacer.
Es en los cargos de diputados nacionales donde se plantea mejor el dilema del insomnio oficialista y la siesta de la oposición.
El que año que viene, Entre Ríos renueva cinco diputados, todos elegidos en las elecciones de 2009.
Son cuatro por la oposición y uno por el oficialismo. Hay que recordar que en el 2009 el kirchnerismo sufrió su peor derrota electoral y así Atilio Benedetti, Hilma Ré y Jorge Chemez lograron consagrarse diputados por el Frente Cívico y Social. Y el Frente para la Victoria colocó a dos: Raúl Barrandeguy (que sigue siendo kirchnerista) y a Cristina Cremer de Busti, que al poco tiempo de asumir se apartó del oficialismo y formó el bloque del Peronismo disidente que lidera en la provincia su marido y ex gobernador Jorge Pedro Busti.
Así las cosas, la oposición hoy pone en riesgo cuatro bancas (Benedetti, Ré, Chemez y Cremer de Busti) y el oficialismo una sola. ¿Está la oposición entrerriana en condiciones de revalidar sus cuatro bancas o está mejor posicionado el oficialismo para sumar más de una? La respuesta es obvia y confirma la teoría del insomnio para ganar más poder y la siesta que despilfarra votos.
En las elecciones intermedias de 2009, la oposición obtuvo poco más de 230 mil votos y le propinó una de las derrotas históricas al kirchnerismo. Pero, tan sólo dos años más tarde, dilapidó ese capital electoral y perdió en esos 48 meses de protagonismo nada menos que casi 122 mil votos, dado que en las generales de 2011 sacó apenas 104 mil votos.
Quien gane esas bancas el año próximo se sumará hasta el 2015 a las que ya integran los kirchneristas Julio Solanas (Paraná); Liliana Ríos (Gualeguaychú) y Osvaldo Elorriaga (Villaguay) y Fabián Rogel por el radicalismo.
¿Mientas tanto qué se discute en la oposición? Los temas que lanza el oficialismo para distraerlos: la re reelección, el voto a los 16 años, etcétera. Pero no discute cómo ampliar la base de sustentación.
¿Y en el oficialismo cuál es la estrategia? La misma de siempre. Ser oficialismo y oposición al mismo tiempo. Ya pasó en el 2003, cuando el peronismo percibió que Emilio Martínez Garbino podría ser un competidor serio, partió al movimiento: Daniel Irigoyen por un lado, Julio Solanas por el otro (¿se acuerdan de la Lista 100?) y el campo popular quedó desperdigado. Luego de las elecciones, todos los díscolos fueron perdonados y vueltos a premiar con cargos públicos y aquí no ha pasado nada.
Lo mismo en las elecciones de 2011, con el Peronismo Federal, cuyos líderes jamás se afiliaron a ese nuevo partido pero mandaron a afiliar a la gente. Este tema merece un párrafo aparte.
Cuando una persona está afiliada al Partido A y luego se afilia al Partido B, la ley indica que automáticamente se cae la ficha de afiliación del Partido A.
Mal puede el Justicialismo expulsar a quien no está en su partido, es el caso de Busti y compañía. Si ellos siguen afiliados al Justicialismo, es porque nunca se afiliaron al Peronismo Federal o disidente, aunque hayan mandado a afiliar a todos sus seguidores. Por eso ahora han vuelto a perdonarlos y los pocos intendentes y legisladores que eran de esa corriente, ya están enrolados nuevamente en el oficialismo… y aquí no ha pasado nada.
El síndrome Montiel
Sergio Montiel terminó su mandato solo, incluso sin su vicegobernador (Edelmiro Pauletti había renunciado). Llegó a la gobernación con un triunfo arrasador, pero terminó el mandato sin gabinete, con un solo ministro y sin un partido que le pudiera ofrecer cuadros técnicos para llevar adelante la administración pública.
Esto fue en el período 1999-2003. La experiencia fue dura y aún algunas de sus enseñanzas no pudieron ser del todo asimiladas por el centenario partido.
El radicalismo tardó seis años –hasta el 2009- en volverse atractivo electoralmente. En el 2009 la UCR a través de la Coalición Cívica y Social logró ser una alternativa y pudo protagonizar unas de las elecciones más aplastantes para el kirchnerismo, que perdió prácticamente en todos sus bastiones. Pero dos años más tarde, en el 2011, fue el kirchnerismo quien le devolvió la jugada y obtuvo un triunfo que le permitió, por ejemplo, gozar de las 17 bancas que están reservadas para los senadores departamentales. Nunca en la historia democrática entrerriana, un único partido tuvo un triunfo tan arrollador. Y todo en dos años. ¿Es el voto tan cambiante?
De las elecciones de 2011 a las de 2013 también pasarán dos años. Y aquí la pregunta clave es saber quién está en mejores condiciones de conservar sus votos: ¿La oposición que arriesga cuatro diputados los podrá retener? ¿O el oficialismo podrá escalar con más de una banca, que es la que pone en juego? La respuesta hay que encontrarla en el insomnio por el poder y la siesta de la oposición.
Por N. M.
EL ARGENTINO
Este contenido no está abierto a comentarios