Dora y Ramón se conocieron cerca del río y vivieron toda la vida a su lado
Gualeguaychú es una ciudad que ha construido su historia y su vida alrededor del Río que le da su nombre, como una madre se lo da a un hijo… Los pobladores que viven en sus riberas tienen una vivencia, a veces un poco diferente de las inundaciones que el resto de la gente de la ciudad… Esto, no quiere decir que no los afecte y tampoco quiere decir que todos los vecinos de zonas inundables vivan sus crecidas de la misma manera.
Dora y Ramón hace ya unos cinco días que están evacuados, fueron unos de los primeros en llegar a los Galpones del Puerto. Una de las cosas que más lamenta Dora es haber dejado la garrafa y la cocina en su ranchito del Camino de la Costa… Hace un año que están viviendo ahí, en el Camino de la Costa y no conocían bien la zona como para salir, por eso en esta ocasión se la vieron fea con la creciente… Su rancho quedó bajo agua.
Dora tiene unos 69 años y su marido Ramón unos diez más. Ellos vivieron cincuenta años en Borques y Tala, pleno Barrio Munilla que está muy cerca del Puerto, asique están acostumbrados a las inundaciones “a veces teníamos que salir dos o tres veces en el mes. Siempre atentos, siempre esperando…la cama y el colchón no los dejamos nunca”, reflexiona Dora.
En los galpones están muy bien, además Dora aclara que estaban prevenidos, “nosotros teníamos acolchados térmicos y yo tejí a mano una frazada que es muy calentita para las noches en los galpones”.
Dora tiene unos 69 años, es asmática y con esto de la inundación está fumando mucho ”por los nervios”, sabe que le hace mal pero los nervios la traicionan y fuma un poco más de la cuenta.
Ramón tiene un parecido muy importante a García Márquez y Dora es una mujer chiquita y delgada, y deja entrever a la joven buena moza de su juventud… Llevan nada menos que cincuenta años de matrimonio.
Ramón se enamoró en esta zona y se casó en esta misma zona con Dora “tenemos más de cincuenta años de casados y el mismo tiempo de inundaciones, pero esta es una zona donde uno quiere vivir, es precioso. Las inundaciones no vienen todos los días y si a uno le gusta tiene que aguantarse”. Ramón dice algo muy importante y es que “estamos tan acostumbrados que hay cosas que ya no nos son indispensables, no nos apegamos a las cosas materiales, tenemos solo lo necesario”. Ramón se pone serio cuando habla de su vida cerca del Río Gualeguaychú “cuando uno comienza a conocer el río, no solo lo ama sino que sabe donde va a poner cada cosa, cuando se venga la creciente”.
Ramón, con su cabeza blanca en canas que aclara que desde los veinte años las tiene, es uno de los mayores de los que están en los galpones y aconseja al encargado, tiene muchísimas anécdotas para contar y transmite una serenidad y una fuerza que realmente, al conversar con él, se puede olvidar por momentos el contexto por el que las familias están atravesando.
Ramón y Dora tienen ocho nietos y dos bisnietos, algunos están en Buenos Aires y los han visto en estos días por la televisión “tata te vimos en la tele” le han dicho los nietos a Ramón desde la capital.
Una anécdota que deja ver una persona con un gran corazón:…Cuando Ramón y Dora salieron de su rancho corridos por la inundación a Ramón se le quedó una zapatilla pegada en el barro y en el apuro, sumado a su problema de cadera, no la pudo sacar… asique se sacó la otra y la dejó para que quien la encuentre tenga el par de zapatillas blancas y no una sola. Y él siguió descalzo…
Para cerrar estas líneas y cumpliendo una promesa, hay que agregar que Ramón cree que el Cristo que está hoy frente a los galpones del Puerto, debe ser instalado en ese mismo lugar. A ellos los está cuidando por eso “tienen que ponerlo allí, cerquita del Río Gualeguaychú”, pide este evacuado y amante del río.
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