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De Eclipses, de sombras y de luces
Es lunes 14 de diciembre de este año 2020. En estos instantes está finalizando el eclipse de sol. La luna se interpuso entre nosotros para dejarnos a su sombra y quitarnos por un rato la luz del sol. Una realidad que ocurre cada tanto y
Por Waldemar Oscar von Hof (*)
que hoy podemos seguir por los medios, sabiendo lo que ocurre, dónde y en qué momento. Hace unos años atrás este evento hubiera sido proclamado como un momento mágico, cargado de sombras misteriosas y de lumínicas revelaciones. Seguramente hubiera sido aprovechado por algunos para realizar sus interpretaciones beneficiándose y dejando en el lugar de oscurantismo al resto de la población. Visiones y presagios apocalípticos hubieran sido los mensajes en esta realidad.
El año se termina y creo que a nivel cósmico este hecho astronómico, el del eclipse, ilustra simbólicamente lo que ha sido este año 2020. Un año “eclipsado” por la pandemia y el encierro. Un año de sombras y de oscuridades. Para algunos cargados de oscurantismo aprovechado al máximo para su propio beneficio.
A la sombra de la economía en crisis pocos se han beneficiado y esto es lamentable, pero sobretodo, muchos se han perjudicados. Supermercados y negocios ligados a la alimentación y a la industria sanitaria que no han dejado de aumentar sus precios beneficiándose hasta el hartazgo. Importes de alimentos que han subido hasta un 500 por ciento, e insumos médicos y sanitarios que lo han hecho aún más, favoreciendo a muy pocos.
A nivel de país hemos vivido una profundización de la grieta que agrandaron las heridas por mezquinos y unilaterales intereses, tanto de un lado como del otro lado de la fisura. Pocos esfuerzos y pocas iniciativas se han hecho para que se produzcan suturas y sanaciones de estas heridas. Pocos emprendimientos para la realización de puentes que unan fronteras y orillas desencontradas.
Después de unos minutos de eclipse el sol volvió a iluminar, primero con chispazos y luego con fuertes rayos, el borde de la oscura luna que la tapaba. Se rasgaba un velo y la luz volvió a ser una realidad. El eclipse pasó con sus sombras y volvió a hacerse realidad la luz del día. Los tímidos destellos de las luminarias callejeras y las estrellas que aparecieron en el cielo volvieron a apagarse ante la presencia de Febo con toda su fervorosa luz.
Los cristianos de occidente terminamos nuestro año con el tiempo litúrgico de Adviento y la celebración de la Navidad. Una herencia recibida de una cultura del hemisferio norte donde en esta época la oscuridad y la lejanía del sol son una realidad. El calendario, en aquellas latitudes marca la vuelta del sol, alrededor del 25 de diciembre, haciéndose la luz, una vez más entre ellos. Nosotros celebramos la navidad en medio del verano, en medio de la presencia real del sol, de la luz y de la luminosidad. Epifanía es para la cristiandad la realidad de Cristo como un sol y una luz entre nosotros. Lo afirma el evangelio según San Juan capítulo 8 versículos 12 diciendo: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue, tendrá la luz que le da vida, y nunca andará en la oscuridad”. No solo simbólicamente Jesús es una luz para muchos, si no también fácticamente como esperanza y como expectativa. Cristo como una luz se nos afirma como un faro en estos tiempos en que los eclipses, las pandemias, las políticas y las grietas nos quieren sombrear la vida. Una luz que nos guía a mirar hacia adelante y nos ayuda a poner certezas en las incertidumbres, nos apuntala en las debilidades para transformarlas en fortalezas, nos ilumina el sendero transformándose en una “lámpara a nuestros pies y una linterna para alumbrarnos el camino” a decir del salmo 119 versículo 105. También nos desafía a suturar heridas y a buscar caminos que realicen puentes sobre las grietas.
El eclipse pasó tan rápido como pasó este año. Que este 2020, que ha sido para muchos de nosotros un año para olvidar, un año de sombras, donde las luces fueron eclipsadas, pueda terminar como el eclipse de hoy. Que la luz de Cristo vuelva una y otra vez a ser una realidad a pesar de todas las interferencias que haya entre ella y nosotros. Que podamos celebrar estas navidades y llegar a fin de año con esta certeza. ¡Después de las sombras y de las oscuridades vuelve a alumbrar el sol! Feliz Navidad y un Feliz año Nuevo.
(*) Waldemar Oscar von Hof es escritor y pastor de la Iglesia de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.