Una medida que genera marginados
En principio, digamos que se trata de una decisión plausible la adoptada por el Poder E jecutivo Nacional al disponer por decreto la asignación de una suma no remunerativa para un número importante de jubilados y pensionados nacionales.
Asignar por única vez la suma de 350 pesos para los que perciben la jubilación mínima es de un acto de entera justicia que somos los primeros en aplaudir, porque toda medida que tienda a beneficiar a nuestra clase pasiva sólo registra unanimidad a la hora de apoyarla.
Lo único que tal vez merezca algún reparo es que ese beneficio se haya otorgado vía DNU cuando lo apropiado hubiera sido que fuera una ley la que estableciera aquella especie de regalo de fin de año como una manera de reparar las muchas y reiteradas injusticias cometidas con nuestros abuelos/as.
Si esa suerte de obsequio se hubiera materializado por ley, el legislador, seguramente, no hubiera cometido la injusticia de marginar de esa suma no remunerativa al 25 por ciento del padrón previsional.
Al determinarse que el beneficio sólo alcanza a los que perciben hasta l.500 pesos supone una discriminación que no puede ni debe pasarse por alto. Por de pronto, la primera impresión es que los que ganan más de la suma señalada serían merecedores de padecer una absurda discriminación a todas luces inaceptable.
Al fin de cuentas, las necesidades de los unos de los otros son las mismas. Es como, si en el fondo, se estuviera sancionando con algo parecido a una multa o a un impuesto extraordinario por haber trabajado toda la vida para recibir una jubilación medianamente digna.
No hay duda que se está en presencia de un maltrato social evidente generando a su influjo nuevos marginados sin tener culpa de nada.
Lamentablemente, y, sin duda, mal asesorada, la Señora Presidente de la Nación ha cometido un desliz que, poco o mucho, sólo procreará resentimientos en miles y miles de jubilados que, con justa razón, sienten hoy que son el pato de la boda.
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