Un llamado de atención de las economías regionales
La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) emitió un documento en el que da cuenta de la crisis que atraviesan las llamadas economías regionales y que está firmado por más de doscientas entidades agropecuarias, entre ellas la Federación del Citrus de Entre Ríos.
“Declaración de las Economías Regionales de la CAME” se titula ese documento, donde se reclama que además de atender a estas producciones locales se las entienda para enfrentar la crisis que atraviesan.
“El 57,5 por ciento de las explotaciones agropecuarias del país están en dificultades económicas tras la pérdida de rentabilidad que vienen sufriendo las economías regionales, golpeadas por el incremento de los costos internos y la persistencia de un tipo de cambio desfasado. El problema se presenta en casi toda la zona extra pampeana, y ya afecta a 156 mil explotaciones agropecuarias del país donde trabajan más de 890 mil personas en forma permanente y transitoria”, advierte a manera de radiografía la CAME.
Para todas estas entidades productivas regionales, el principal problema es la ampliación de la brecha entre los costos internos (combustible, logística, y política salarial, entre otros) y el tipo de cambio vigente para el productor-exportador, donde los precios de venta claramente no están cubriendo los costos de producción. A eso se suma el difícil acceso al crédito y una alta presión fiscal en la actividad que desploma la rentabilidad.
“Los sectores productivos primarios que más competitividad vienen perdiendo son aquellos que exportan y emplean mano de obra en forma intensiva. Lo sufren principalmente actividades como la olivicultura, la citricultura, frutas de pepitas, carozo y finas, arándanos y berries, vitivinicultura, horticultura, yerbatera, azucarera, apícola, algodonera, tabacalera, nogalera, aromáticas, legumbres y todas sus formas orgánicas, entre otras, que conforman el corazón productivo de muchas provincias y que hoy ven peligrar la continuidad de sus explotaciones”, describe la CAME.
Es necesario tener en cuenta que todas estas producciones regionales están distribuidas a lo largo y ancho del país y son un componente dinamizador de las economías regionales, tanto por la cantidad de mano de obra que involucran, como por la importante generación de divisas que producen vía exportación.
Para tener un parámetro, tan sólo el año pasado, el conjunto de esos pequeños sectores exportaron casi ocho mil millones de dólares, una cifra que dimensiona su significancia para el país y para las zonas donde se localizan.
“Sin embargo, esas cifras generales ocultan los problemas particulares de cada actividad, muchas de ellas aún gravadas con derechos de exportación a pesar de que el tipo de cambio se ha mantenido rezagado frente a la evolución de los costos de producción, generando un tipo de cambio real efectivo que dificulta continuar produciendo”, plantean los productores.
En cuanto a la incidencia de la mano de obra, los productores enseñan que “mientras la soja pampeana genera un promedio de 0,5 jornales por hectárea, las producciones regionales generan hasta 140 jornales por hectárea”. Son casi 900 mil empleos directos en riesgos (permanentes y temporarios) sumados a otros miles de empleos indirectos que dependen de esas actividades.
Por eso las economías regionales necesitan recuperar la rentabilidad perdida. La realidad muestra una situación sumamente crítica: miles de producciones agropecuarias están en dificultades económicas y precisan que las entiendan, no sólo que las atiendan.
“El 57,5 por ciento de las explotaciones agropecuarias del país están en dificultades económicas tras la pérdida de rentabilidad que vienen sufriendo las economías regionales, golpeadas por el incremento de los costos internos y la persistencia de un tipo de cambio desfasado. El problema se presenta en casi toda la zona extra pampeana, y ya afecta a 156 mil explotaciones agropecuarias del país donde trabajan más de 890 mil personas en forma permanente y transitoria”, advierte a manera de radiografía la CAME.
Para todas estas entidades productivas regionales, el principal problema es la ampliación de la brecha entre los costos internos (combustible, logística, y política salarial, entre otros) y el tipo de cambio vigente para el productor-exportador, donde los precios de venta claramente no están cubriendo los costos de producción. A eso se suma el difícil acceso al crédito y una alta presión fiscal en la actividad que desploma la rentabilidad.
“Los sectores productivos primarios que más competitividad vienen perdiendo son aquellos que exportan y emplean mano de obra en forma intensiva. Lo sufren principalmente actividades como la olivicultura, la citricultura, frutas de pepitas, carozo y finas, arándanos y berries, vitivinicultura, horticultura, yerbatera, azucarera, apícola, algodonera, tabacalera, nogalera, aromáticas, legumbres y todas sus formas orgánicas, entre otras, que conforman el corazón productivo de muchas provincias y que hoy ven peligrar la continuidad de sus explotaciones”, describe la CAME.
Es necesario tener en cuenta que todas estas producciones regionales están distribuidas a lo largo y ancho del país y son un componente dinamizador de las economías regionales, tanto por la cantidad de mano de obra que involucran, como por la importante generación de divisas que producen vía exportación.
Para tener un parámetro, tan sólo el año pasado, el conjunto de esos pequeños sectores exportaron casi ocho mil millones de dólares, una cifra que dimensiona su significancia para el país y para las zonas donde se localizan.
“Sin embargo, esas cifras generales ocultan los problemas particulares de cada actividad, muchas de ellas aún gravadas con derechos de exportación a pesar de que el tipo de cambio se ha mantenido rezagado frente a la evolución de los costos de producción, generando un tipo de cambio real efectivo que dificulta continuar produciendo”, plantean los productores.
En cuanto a la incidencia de la mano de obra, los productores enseñan que “mientras la soja pampeana genera un promedio de 0,5 jornales por hectárea, las producciones regionales generan hasta 140 jornales por hectárea”. Son casi 900 mil empleos directos en riesgos (permanentes y temporarios) sumados a otros miles de empleos indirectos que dependen de esas actividades.
Por eso las economías regionales necesitan recuperar la rentabilidad perdida. La realidad muestra una situación sumamente crítica: miles de producciones agropecuarias están en dificultades económicas y precisan que las entiendan, no sólo que las atiendan.
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