Paz
Hoy se celebra el Día Internacional del Personal de Paz de las Naciones Unidas. Se toma esta fecha en memoria del inicio de las operaciones en Palestina en 1952 y que fue la primera misión de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
Desde entonces casi miles de miembros de las Fuerzas de Paz de la ONO dieron su vida para evitar la violencia en todas sus formas.
No es casual que se considere a la paz como uno de los máximos valores de la existencia humana y que la paz afecte de manera directa y diaria todas las dimensiones de la vida: individual, familiar, social, nacional e internacional.
Actualmente los Cascos Azules, la fuerza de Paz de la ONU, se encuentran brindando servicios en 17 países, casi todos esas regiones son caracterizadas como las más inestables y peligrosas del mundo.
A través de estas misiones de paz se articulan casi todas las agencias y programas de Naciones Unidas, justamente porque lograr la paz es una de las labores humanitarias más importantes que deben desarrollarse de manera cotidiana. No se trata solamente de colaborar para enfrentar las amenazas a la seguridad internacional, sino para salvar vidas. Por eso la paz siempre se presenta como una iluminación y una esperanza.
Es insuficiente definir a la paz como la ausencia de guerra en una Nación o Estado. La paz es la tranquilidad pública, es el sosiego familiar, es la buena correspondencia de unos con otros. Es decir, la paz es mucho más que un concepto que se opone a la guerra, sino también a todas las clases de discriminación, a todas las clases de violencia y opresión. En definitiva, la paz se opone a todo aquello que impide el desarrollo de la dignidad. Por eso la paz se construye todos los días, en todos los ámbitos y en todos los órdenes de la vida.
Los expertos y líderes religiosos del mundo enseñan que existe una relación inseparable entre paz y derechos humanos y por eso se viene realizando la reclamación de incorporar la paz como un nuevo derecho humano, tal como lo promueve la Unesco. No es una coincidencia azarosa, sino una coherencia en la concepción, de que los propios Preámbulos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos como en otros pactos internacionales se considere que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.
La paz no es ausencia de conflicto, porque el conflicto está presente en todos los niveles de la convivencia humana tanto personal como grupal. La paz es el proceso de las acciones de negociación y diálogo en la diversidad que se necesita para resolver los conflictos. El diálogo, la tolerancia, la democracia, el respeto son herramientas esenciales para la paz y todas esas herramientas necesitan de aprendizajes previos y específicos.
Todas las personas están llamadas a establecer y a mantener la paz, cotidianamente, en su ámbito de actuación diaria, sin excepción. La paz es el único escenario para la preservación y el desarrollo de la vida humana.
No es casual que se considere a la paz como uno de los máximos valores de la existencia humana y que la paz afecte de manera directa y diaria todas las dimensiones de la vida: individual, familiar, social, nacional e internacional.
Actualmente los Cascos Azules, la fuerza de Paz de la ONU, se encuentran brindando servicios en 17 países, casi todos esas regiones son caracterizadas como las más inestables y peligrosas del mundo.
A través de estas misiones de paz se articulan casi todas las agencias y programas de Naciones Unidas, justamente porque lograr la paz es una de las labores humanitarias más importantes que deben desarrollarse de manera cotidiana. No se trata solamente de colaborar para enfrentar las amenazas a la seguridad internacional, sino para salvar vidas. Por eso la paz siempre se presenta como una iluminación y una esperanza.
Es insuficiente definir a la paz como la ausencia de guerra en una Nación o Estado. La paz es la tranquilidad pública, es el sosiego familiar, es la buena correspondencia de unos con otros. Es decir, la paz es mucho más que un concepto que se opone a la guerra, sino también a todas las clases de discriminación, a todas las clases de violencia y opresión. En definitiva, la paz se opone a todo aquello que impide el desarrollo de la dignidad. Por eso la paz se construye todos los días, en todos los ámbitos y en todos los órdenes de la vida.
Los expertos y líderes religiosos del mundo enseñan que existe una relación inseparable entre paz y derechos humanos y por eso se viene realizando la reclamación de incorporar la paz como un nuevo derecho humano, tal como lo promueve la Unesco. No es una coincidencia azarosa, sino una coherencia en la concepción, de que los propios Preámbulos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos como en otros pactos internacionales se considere que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.
La paz no es ausencia de conflicto, porque el conflicto está presente en todos los niveles de la convivencia humana tanto personal como grupal. La paz es el proceso de las acciones de negociación y diálogo en la diversidad que se necesita para resolver los conflictos. El diálogo, la tolerancia, la democracia, el respeto son herramientas esenciales para la paz y todas esas herramientas necesitan de aprendizajes previos y específicos.
Todas las personas están llamadas a establecer y a mantener la paz, cotidianamente, en su ámbito de actuación diaria, sin excepción. La paz es el único escenario para la preservación y el desarrollo de la vida humana.
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