Nuestra independencia
Si bien el 9 de Julio de l816 quedó jurídicamente plasmada la Independencia de nuestra Patria, al cumplirse hoy l90 años de la gesta de Tucumán no puede afirmarse de manera taxativa que esté concluida nuestra lucha independentista.
Aunque es mucho e importante lo conseguido, hay que ser realistas y admitir que como República seguimos luchando para lograr que nuestra independencia sea plena, total, definitiva.
Sí, es cierto, reiteramos, que desde lo jurídico somos un país independiente. Pero falta efectivizar algunos logros para liberarnos de obcecadas dependencias que aún condicionan nuestro hoy cuando la mira nacional debe estar enteramente focalizada en el futuro.
La prueba más fehaciente y dolorosa es que aún no nos ha sido posible romper las ataduras en lo que respecta a las Islas Malvinas, hito indisoluble de nuestra territorialidad sin que hayamos logrado la restitución de una soberanía nacional innegociable. Obviamente, en el archipiélago del Atlántico Sur también está incluida la Independencia, sellada con la sangre generosa que se derramó, precisamente, para recuperarlas como parte del territorio patrio.
Donde más evidente es nuestra dependencia es en el aspecto económico, financiero y cultural, donde la sumisión a poderes foráneos son ataduras que condicionan, repetimos, la plenitud de nuestra libertad y soberanía. Tampoco hemos sido capaces de independizarnos de ciertas ?coyundas? ideológicas que hacen que nuestro libre albedrío pensante no tenga la plenitud que alguna vez soñaron nuestros prohombres y por cuya causa muchos argentinos no titubearon en ofrendar sus vidas.
En esta nueva celebración de la Independencia, el compromiso a asumir no debe ser otro que el de comprometer todos nuestros esfuerzos destinados a consolidar la Independencia que los congresales reunidos en Tucumán proclamaron a la faz de la tierra aquel 9 de julio de 1816.
Si, en cambio, caemos en la resignación de aceptar con fatalismo nuestra dependencia a poderos intereses creados que insisten en succionar hasta nuestras últimas reservas morales, lo más probable es que todavía no hayamos comenzado la ciclópea tarea de ser una nación independiente, que fue el objetivo primordial de los congresales tucumanos.
Este contenido no está abierto a comentarios