Memoria, Verdad y Justicia
Todos los 24 de marzo se conmemora el día de la “Memoria, por la Verdad y la Justicia”, que fue instaurado en 2006 como feriado nacional.
Se trata de una jornada mucho más extensa, dado que en todas las localidades del país se articulan actividades semanales e incluso mensuales para destacar el criminal golpe de Estado de 1976 que protagonizaron civiles y militares.
Con la detención de la entonces Presidenta Isabel Perón, la Junta de Comandantes asumió el poder, integrada por el teniente general Jorge Rafael Videla, el almirante Eduardo Emilio Massera y el brigadier general Orlando R. Agosti. Videla fue designado como presidente de facto y comenzó el “Proceso de Reorganización Nacional”. José Martínez de Hoz fue designado ministro de Economía y se anunció el plan para contener la inflación, detener la especulación y estimular las inversiones extranjeras. La inflación fue feroz, la especulación fue un deporte nacional y las inversiones extranjeras tomaron por “asalto” a la economía nacional. Durante este período, la abultada deuda privada se hizo Estatal, es decir, la gozaron los privilegiados y la pagó el pueblo.
Ese plan económico necesitaba sí o sí al terrorismo de Estado: un plan planificado y sistemático, que cercenara las libertades e implante el terror y el miedo en la sociedad.
Los partidos políticos, las organizaciones sociales, culturales, sindicales, estudiantiles… todos fueron perseguidos y en casi todos los casos prohibidos. Se trató del más sangriento y cobarde proceso que registra la historia nacional y fue una época donde la violencia se expresó en casi todos los signos.
No fue casual que se hayan establecido bajo el mando de la dictadura los centros clandestinos de detención, adonde llevaban a detenidos, que eran luego denominados como “desaparecidos” y desde donde se realizó la apropiación de los hijos de madres detenidas; por eso hoy muchas familias ni siquiera pueden hacer el duelo de sus seres queridos.
Fue una época violenta, que incluso se inició en el período democrático anterior al golpe, con la Triple A como una expresión cabal de que en el país quienes gobernaban estaban lejos del más elemental sentido de humanidad.
El golpe cívico militar disolvió el Congreso, la pena de muerte recorrió las calles, las libertades ciudadanas estuvieron suspendidas, no había Corte Suprema de Justicia, la mayoría de los sindicatos y partidos estuvieron intervenidos al igual que las universidades y se creó un órgano de censura para todos los medios de comunicación.
Por eso es importante tener a este 24 de marzo como el “Día de la Memoria, por la verdad y la justicia”. Es, quizás, uno de los feriados más palpables de la historia y prueba de ello es que en la actualidad todavía se desarrollan los juicios por los delitos de lesa humanidad. Y al ser una fecha que recuerda acontecimientos tan contemporáneos, todavía es controvertida para algunos sectores.
Pero al margen de cualquier consideración, se trata de una gran oportunidad para reflexionar sobre qué país se quiere para que nadie se sienta perseguido por lo que piense o sienta.
Con la detención de la entonces Presidenta Isabel Perón, la Junta de Comandantes asumió el poder, integrada por el teniente general Jorge Rafael Videla, el almirante Eduardo Emilio Massera y el brigadier general Orlando R. Agosti. Videla fue designado como presidente de facto y comenzó el “Proceso de Reorganización Nacional”. José Martínez de Hoz fue designado ministro de Economía y se anunció el plan para contener la inflación, detener la especulación y estimular las inversiones extranjeras. La inflación fue feroz, la especulación fue un deporte nacional y las inversiones extranjeras tomaron por “asalto” a la economía nacional. Durante este período, la abultada deuda privada se hizo Estatal, es decir, la gozaron los privilegiados y la pagó el pueblo.
Ese plan económico necesitaba sí o sí al terrorismo de Estado: un plan planificado y sistemático, que cercenara las libertades e implante el terror y el miedo en la sociedad.
Los partidos políticos, las organizaciones sociales, culturales, sindicales, estudiantiles… todos fueron perseguidos y en casi todos los casos prohibidos. Se trató del más sangriento y cobarde proceso que registra la historia nacional y fue una época donde la violencia se expresó en casi todos los signos.
No fue casual que se hayan establecido bajo el mando de la dictadura los centros clandestinos de detención, adonde llevaban a detenidos, que eran luego denominados como “desaparecidos” y desde donde se realizó la apropiación de los hijos de madres detenidas; por eso hoy muchas familias ni siquiera pueden hacer el duelo de sus seres queridos.
Fue una época violenta, que incluso se inició en el período democrático anterior al golpe, con la Triple A como una expresión cabal de que en el país quienes gobernaban estaban lejos del más elemental sentido de humanidad.
El golpe cívico militar disolvió el Congreso, la pena de muerte recorrió las calles, las libertades ciudadanas estuvieron suspendidas, no había Corte Suprema de Justicia, la mayoría de los sindicatos y partidos estuvieron intervenidos al igual que las universidades y se creó un órgano de censura para todos los medios de comunicación.
Por eso es importante tener a este 24 de marzo como el “Día de la Memoria, por la verdad y la justicia”. Es, quizás, uno de los feriados más palpables de la historia y prueba de ello es que en la actualidad todavía se desarrollan los juicios por los delitos de lesa humanidad. Y al ser una fecha que recuerda acontecimientos tan contemporáneos, todavía es controvertida para algunos sectores.
Pero al margen de cualquier consideración, se trata de una gran oportunidad para reflexionar sobre qué país se quiere para que nadie se sienta perseguido por lo que piense o sienta.
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