Las cooperativas de la dignidad
En un pequeño poblado del partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires, desde el año l998 funciona la cooperativa ?La Juanita? que merece ser tenida como ejemplo, de lo que puede hacer el hombre en defensa de su propia dignidad.
Esa pequeña ONG nació bajo el imperio de la necesidad: en los primeros tiempos surgió como comedor comunitario, donde hoy almuerzan cada día 80 pibes hijos de la pobreza.
Más tarde, mirando un poco más lejos, quienes integran la cooperativa, en su gran mayoría mujeres, pensaron abrir un jardín de infantes que ya funciona preparando a una cuarentena de niños para la vida. Y ya están pensando, junto con la apertura de una colonia de vacaciones, de incorporar el ciclo primario de la enseñanza.
Lo más notable del caso es que los padres que conforman ?La Juanita? siempre rechazaron la percepción de los llamados ?subsidios sociales? como es, entre otros, los planes trabajar. Y justifican su rechazo con un criterio admirable: lo poco o mucho que tenemos es el fruto de nuestro trabajo y esfuerzo. No queremos que nos regale o no. Cabalgando a horcajadas de esa idea nació otra singular iniciativa: construyeron un horno y allí se amasa el pan de cada día. El espíritu cooperativo ha hecho todo lo demás, confiesa Silvia la principal promotora de ?La Juanita?.
Pero lo que debe rescatarse es la explicación que sostiene como bandera aquella ONG para rechazar el cobro de los planes trabajar o cualquier otro subsidio de similares características: deseamos que, desde niño, el hombre descubra el valor del trabajo y de la necesidad de estar siempre activo y no como un sujeto más de la haraganería.
Se trata de una apreciación que debe ser ponderada: hay que contemplar en las crisis sociales como le ha tocado en suerte vivir el país, la situación del hombre futuro. Es indudable que un chico que se formó al lado de un padre que nunca trabajó y que siempre subsistió a partir de la caridad o de la ayuda de ?papaíto? Estado, cuando llegue a la adolescencia o a la adultez es poco probable que se incline a liberarse a partir de aquella suerte de mandato bíblico del ?ganarás el pan con el sudor de tu frente?.
El objetivo fundamental de la sociedad, hoy, debe propender a inculcar valores de vida que le faciliten al individuo a valerse por sí mismo, para lo cual la educación debe jugar un rol absoluto. Y junto a la educación, el mejoramiento de la salud y el acceso a fuentes de trabajo seguros capaces de dignificar al hombre deben ser los otros soportes que fermenten la dignidad humana.
Una última reflexión: procuremos estudiar la formación de cooperativas similares a ?La Juanita? para que la Argentina comience a ser la arquitecta de su propio destino para no ser presa de costumbres malsanas que le están privando al hombre del derecho a ser feliz a partir de darle valor a su propia autoestima.
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