Jugando con fuego
Mientras la violencia sigue ganado terreno, lo que hace que la inseguridad se halla instalado en medio de nosotros, desde las altas cumbres del poder
político se insiste en afirmar –caso el Jefe de Gabinete- que la inseguridad es sólo una sensación y que todo lo demás es un invento de los periodistas. Poco más y se nos culpará del dengue y de la gripe A.
Pero en la semana concluida ayer, el ánimo público ha vuelto a ser soliviantado por una serie de crímenes, lo cual explica la creciente crispación social ante la falta evidente de los gobernantes de proveer soluciones a tantos dramas cotidianos.
Lo más saliente de los últimos días ha sido la iracunda reacción de los ciudadanos de Wilde, cuya paciencia pareciera haberse visto colmada luego de la muerte de la arquitecta y catequista Renata Toscano. Todo indica que fue la gota que rebalsó la copa…
Lo más grave, lo peor de todo, es que la gente cayó en el más profundo descreimiento en los poderes públicos. En el caso de Wilde han sido repudiados el gobernador Scioli y el secretario de seguridad, Dr. Stornelli. Obviamente, menos confianza inspira lo policía. Ello y decir que estamos al borde del caos o tal vez de la anarquía puede ser la misma cosa.
Lo más inquietante de todo es que la violencia homicida es fogoneada por los violentos de la palabra, instructores de una nueva manía nacional, como es el insultar a cada momento a quienes no piensan como los que se consideran los mandones de turno. Un caso típico violento semántico es el Jefe de Gabinete, el encargado de echarle más leña al fuego en vez de ser un pacífico y prudente componedor.
Demostrando ser un intolerante nato –seguir soplando la estopa para que haya más fuego- el ministro Aníbal Fernández, apelando a un lenguaje propio de los patoteros, ha llamado “VAGO” a Mauricio Macri. Jefe de Gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires, con quien mantiene una agria controversia por el tema de la policía metropolitana.
El país no necesita de forzudos ni de maleducados sino de funcionarios sensatos, medidos, respetuosos, siendo una lástima que no se den cuenta que con su conducta propia de malevos orilleros lo único que hacen es agitar las aguas para que todos nos ahoguemos en ellas…
Este contenido no está abierto a comentarios