El colmo: rateada nacional
Decíamos días pasados “siembra esos vientos y heredarás estas tempestades”. Corresponde que ahora pasemos en limpio aquellas palabras en un esfuerzo por interpretar nuestra realidad a la luz de aquellas cosas que nos suceden como sociedad o como país.
El último fin de semana expresamos que Argentina va camino de convertirse en un gran piquete, palabreja que para nosotros tiene poco que ver con el significado semántico que le otorga la Real Academia de la Lengua, porque para nosotros, ciudadanos comunes, piquete tiene una evidente similitud con la anarquía imperante en la República.
No resulta extraño entonces que dentro de aquel contexto tenga alguna explicación, lo que no quiere decir aceptación, la convocatoria que desde hace unos días es la comidilla nacional y la que pone al desnudo o en evidencia lo profunda que es la crisis moral en que nos desenvolvemos.
Por internet, en efecto, se está convocando a nuestros estudiantes a una gran “rateada” nacional. O sea que, en un día a determinarse, los alumnos de todo el país dejarían de asistir a clase y se reunirían en lugar a determinarse a fin de pasar el día en medio de comidas y libaciones.
Tal convocatoria contiene en sí misma una actitud desafiante a las autoridades públicas en general y a las educativas en particular, sin el menor atisbo de respeto al orden vigente, sabedores los que organizan la “rata” que la impunidad de los demagogos los protege.
Si desde hace cinco años Argentina está a merced de los grupos de piqueteros sin que ningún principio de autoridad se ejerza sobre ellos, es lógico que nuestra juventud estudiosa se crea libre de cualquier medida restrictiva contra ella.
Nadie dude, además, que a partir de ahora y viendo expedito el camino a cualquier atropello, nuestra estudiantina, cebada por la ausencia de principios morales por parte de los que gobiernan, resuelvan darle continuidad a las “rateadas”.
Es que considerando que los que debieran hacerlo tan incapacitados para predicar con el buen ejemplo, es poco probable que puedan exigir a los jóvenes una conducta que los mayores estamos arrojando por la borda…
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