Fútbol Local
Cuando se hace necesario parar la pelota
Es doloroso tener que dedicarle tanto espacio a cuestiones que no tienen que ver con lo estrictamente deportivo, que no tienen que ver con goles, atajadas, tarjetas amarillas, fallos cuestionados u off sides que no fueron.
Pero tampoco sería lógico hacer la vista gorda y no hablar de lo que pasa, de situaciones que exceden la capacidad de asombro y que terminan siendo hechos violentos, que involucran a jugadores y que motivan suspensiones en partidos de nuestro fútbol.
Por eso hay que detenerse a pensar que lo sucedido no debe suceder más, por más que suene ideal y difícil de lograr. La realidad indica que la intolerancia en la que vive la sociedad argentina se ha trasladado al fútbol de nuestra ciudad y puntualmente a algunos jugadores, que no han podido mantener la calma ante situaciones puntuales, reaccionando en forma violenta y generando el repudio generalizado.
Lo que pasó el domingo en cancha de Pueblo Nuevo no tiene justificación alguna, de parte de nadie, porque nadie puede justificar una batalla campal entre los propios jugadores cuando nada hacía presagiar un final así. Tampoco es justificable una agresión a un árbitro o juez de línea, por más razón que pudiera creer tener quien agredió, sencillamente porque una reacción violenta no está contemplada en ningún parámetro lógico de nuestro deporte.
Entonces es un buen momento para parar la pelota, para entender entre todos que se está a tiempo de poner coto a la situación y de trabajar para evitar nuevos hechos desagradables.
Parar la pelota no significa dejar de jugar, porque algún desprevenido podrá pensar que este periodista pretende en un arrebato de locura suspender el torneo porque los jugadores de dos equipos de agarraron a trompadas en plena cancha o porque un jugador en agredió a un árbitro en disconformidad vaya a saber con qué fallo.
Parar la pelota significa mirar para adelante, entender que no se puede bajo ningún concepto seguir echando leña al fuego, sino todo lo contrario, se deben poner paños fríos y pensar en lo que se debe hacer para evitar nuevos hechos de los que tengamos que abochornarnos.
¿Quien encuentra la punta del ovillo? Es quizá la pregunta más difícil de responder. Sería más lógico que nadie se salga de sus cabales y genere un hecho violento como los que se tuvieron que ver en las dos últimas fechas. Los clubes deberían entender las posibles sanciones económicas y deportivas que puedan recaer sobre sus espaldas por la injustificada reacción de un jugador y las sanciones que recaigan deberán ser ejemplificadoras, para que la próxima vez, antes de reaccionar de mala manera, se pueda pensar que un hecho de violencia podría marcar el final de la carrera deportiva de un jugador y un daño grave para el club que representa.
También el periodismo debe aportar claridad a la causa. No se puede seguir exacerbando pasiones desmedidas con comentarios fuera de lugar. Sencillamente, el periodismo deberá aportar claridad en sus conceptos, aportar el material que sea necesario para brindar soluciones y no tomar un rol de mayor generador de violencia.
Todos los actores debemos ser responsables, actuar con seriedad y entender que se puede encontrar una solución en tanto y cuanto se tengan las ganas de hacerlo. Mucho se ha hablado de la violencia de los hinchas y de aquellos que dicen serlo para simplemente descargar en una tribuna su faceta violenta. Ahora, que la violencia se generó desde adentro de la cancha y los protagonistas fueron los jugadores, habrá que encontrar las respuestas y mirar hacia adelante, pero parando la pelota, ofreciendo claridad y no calentando más el ambiente.
Por Daniel Serorena
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