Mamá, ¿estás ahí?
¿A quién saludar en el día de la madre? ¿A la que sentís o a la que te tuvo? Se habla mucho del rol de ser madre, que para cumplir ese rol no necesariamente lo tiene que ejercer la madre. Se afirma que tener un hijo y haberlo gestado no implica ser madre de ese ser. Nada es dado, sino construido según los nuevos mandatos sociales. Por qué era tan fácil y cálido hablar de la madre, de la maternidad y de golpe se volvió algo tan distante, complejo?. Se debe a un cambio cultural, dirán muchos, un mandato impuesto que condicionaba el ser mujer a la maternidad. ¿Será sólo cultural?
Una madre puede no sentirse tal, pero un hijo nunca dejará de saberse hijo. Hay muchas afirmaciones sobre el rol materno y muchas maneras de ejercer la maternidad pero siguen siendo respuestas para problemáticas del mundo adulto. Quién escucha al “hijo”. ¿Qué espera un hijo de su madre? Se lo pregunté a hijos varones de distintas edades y me llamó la atención la coincidencia.
Pregunté y me contestaron:“Siempre esperé que no me vaya a sobreproteger como para no dejarme volar por mí mismo”; “es donde sabes que siempre te escucha con el corazón abierto no importa lo que tengas que contarle”; “que sepa escuchar sin juzgar actitudes; “esperamos su cobijo, su comprensión, amor incondicional; “espera consentimiento más allá de todo el cariño, un abrazo cálido con la palabra justa, el respeto ante las decisiones”; “que lo eduque pero que respete los tiempos que a uno le lleva aprender, que lo quiera incondicionalmente”; “Que una madre te espere y siempre nos quiera ver unidos y en paz, preocupada por la salud física y espiritual, es algo que nunca me cansaré de agradecer”.
Los varones entendemos el valor de la vida y el valor personal a través del amor de la madre. Recibimos la vida de ella, recibimos la paternidad de la mujer con quien compartimos la vida. No es lo mismo recibir que gestar una vida. El misterio de una vida siempre tiene el permiso de una mujer: nuestra madre y nuestra esposa. Esa conciencia de la vida recibida genera en el varón una relación con la madre muy diferente a la que tiene una hija. La hija también recibe la vida pero sabe que tiene el poder de darla o negarla, sin permiso del varón. Por esta razón el varón encuentra en la madre y en su cariño la certeza de ser el hijo esperado. Pero a su vez tiene que hacer doble esfuerzo por superar esa necesidad de ser aprobado por su madre y animarse a ser él mismo. Esa idea que la madre “conoce a su hijo como si lo hubiese parido” parece dar cierta autoridad a la madre para decir al hijo lo que está bien y lo que no. Cada sí o cada no vuelve a poner en tensión la aprobación materna y la necesidad de ser uno mismo.
Un hijo espera de su madre ser reconocido, ser valorado. Todo varón tiene con la madre una relación fundante porque es consciente que a ella le debe la vida. No te metas con mi vieja…decíamos antes. La madre tiene que ver con el hogar donde es aceptado, recibido o del que uno se va. Y esto más que teoría es una experiencia vivida.
Ojalá muchas mujeres puedan volver a pensar el don de la maternidad no como una obligación cultural sino como la capacidad de recibir una vida para ayudarla a descubrir cuán valiosa es.
¡¡¡¡Feliz día a las valientes que dieron vida, a las que soñaron y se volvieron madres del corazón, a las que en soledad y a pesar de los miedos escucharon el latido de sus hijos!!!
Guillermo Régoli