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¡Hasta que nos volvamos a encontrar mi querida Amalita!
Amalia y Verónica, su terapista.
Por Verónica Silvano
Especial para EL ARGENTINO
Hoy me toca escribir a mi… y accedí a hacerlo porque mereces que te honremos.
En primer lugar y para los que no pudieron enterarse, la dueña de esta columna que hoy llega a su fin, es Nélida Amalia Doello Verme, quien ha fallecido el miércoles 1° de junio; luego de haber luchado con uñas y dientes frente a una enfermedad terrible que la llevo a la inmovilidad casi total. Les cuento esto porque a pesar de esta situación por la que atravesaba, ella nunca dejó de soñar, de proyectar, de hacer… Con lo que la vida le dio, ella lo hizo todo, la exprimió (como dicen algunos).
A continuación, voy a citar unas palabras que una de sus amigas escribió: “Estaba muy cansada, creo que se dejó llevar por la corriente, extenuada… Pero, fue astuta, antes de irse nos hizo saber que algunos venimos al mundo a respirar, comer, parir, pasear, trabajar y ella hizo lo extraordinario, como mostrar que siempre se puede cocinar para uno más, arropar, dar amor”.
Creo que estas palabras la definen, una distinta, excepcional.
Hoy te honro y quiero agradecer en tu voz a todos los que estuvieron, a la familia, amigos y amigas, equipo interdisciplinario, al diario EL ARGENTINO por la disposición de siempre, a Josefina Cardoso ¡nuestro gran ángel! Nos acompañaste a cumplir este hermoso sueño de transmitir, para que Amalia estuviera motivada realizando una actividad que amaba. Durante todo ese tiempo que tuvo su columna, ella esperaba cada domingo con ansiedad, no le pesaban los días… esperaba los comentarios y la respuesta de la gente frente a sus relatos, tan sentidos, tan vividos, con una descripción exquisita.
Gracias Nahuel Maciel por tenernos paciencia y trasladar al diario nuestro trabajo con tanto cariño y respeto.
Mi querida Amalia, la vida hizo que nos conociéramos en ese momento, sincronización dijo “Gra”, y espero haber sido ese instrumento que precisabas para poder lograr tus metas…
Hoy te honro con este relato en primera persona, con mucho dolor por tu partida, pero con mucha satisfacción de haberte encontrado y haber podido compartir parte de la vida, aprendiendo de vos la simpleza, la pasión, la esperanza y el amor por la vida…
¡Hasta que nos volvamos a encontrar mi querida Amalita!