Gualeguaychú consolida su perfil universitario, junto al compromiso integral de su comunidad
Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO
Tan sólo en la Facultad de Bromatología de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) en la actualidad hay una matrícula de 1.400 estudiantes.
Esto implica la creación de cargos para 300 docentes universitarios, aunque a diferencia de otros niveles académicos, en este caso la mayoría de los profesores son de dedicación simple, es decir, 10 horas semanales. A este plantel de docentes hay que sumarle aproximadamente 30 administrativos. Y al menos ocho laboratorios aulas para docencia e investigación académica.
En la actualidad, esa sola casa de estudios tiene 2.800 graduados; cinco carreras de grado; dos carreras de pregrado; un posgrado y diplomaturas; además un instituto tiene doble dependencia.
La oferta académica incluye las siguientes carreras de grado presencial: licenciatura en Bromatología y licenciatura en Nutrición (ambas con un plan de estudios de cinco años); Medicina Veterinaria; Farmacia y Bioquímica, las tres con una duración de seis años.
También ofrece un posgrado: se trata de la maestría en Salud Familiar y Comunitaria; y dos tecnicaturas (pregrado y con tres años de duración): en Química (presencial); y en Control Bromatológico (a distancia).
De acuerdo a la información que obtuvo EL ARGENTINO de la propia Facultad, este año ingresaron 750 estudiantes, de los cuales el 93 por ciento (697 estudiantes) proviene de distintas localidades de Entre Ríos; y de ese 93 por ciento de alumnos entrerrianos, el 55 por ciento es oriundo de Gualeguaychú. El 7 por ciento restante (52 estudiantes) es de otras provincias. Este ejemplo grafica solo el primer año de una carrera universitaria.
Un sondeo realizado al azar entre los estudiantes indica que en promedio de alquiler están pagando entre 25 mil y 30 mil pesos y que un estudiante cuenta con un presupuesto mensual –siempre en promedio y aproximado- de 40 mil pesos, incluyendo el alquiler (25 mil pesos) y los gastos mensuales corrientes (15 mil pesos), sin tener en cuenta que solo una salida nocturna promedio ronda los 2.000 pesos; ni tampoco se computa el transporte ni los gastos de librería.
Contextos y perspectivas
En la edición del domingo 24 agosto 2014 de EL ARGENTINO, se afirmó: “Ser una ciudad universitaria no es solamente ejercer un liderazgo en la oferta académica de una región determinada; sino fundamentalmente potenciar la calidad de vida de una sociedad, actualizar el valor de su infraestructura urbana, de su geografía natural y esencialmente poner a disposición la vocación de sus entidades para la realización personal de sus conciudadanos”. Su vigencia es evidente.
Desde ese plano, Gualeguaychú como ciudad universitaria puede ser un destino de fácil acceso para cualquier estudiante. Así, a la adhesión que despierta la Facultad de Bromatología, hay que sumarle los que adhieren a otras propuestas académicas de altos estudios como en la Regional de la Universidad de Concepción del Uruguay (UCU); en la propia Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader) y en otras instituciones de nivel superior como es el caso del Sedes Sapientiae, tan sólo para nombrar a las más tradicionales o de más fértil arraigo. Pero no son las únicas.
Para seguir con la lectura, se puede sostener que en total son casi 1.500 los alumnos que vienen a estudiar a Gualeguaychú en sus distintas unidades académicas y que permanecen como mínimo diez meses. A un promedio económico bajo de 25 mil pesos de alquiler, tan sólo en la plaza inmobiliaria se genera mensualmente 37.500.000 pesos, que multiplicados por diez meses son 375 millones de pesos que se obtiene en calidad de renta de propiedad.
A este factor hay que agregarle como mínimo aproximadamente otros 15 mil pesos por mes y por estudiante, que se destinan al rubro de la alimentación, ocio, salud, comunicación y vestimenta, entre los principales costos fijos. Esto representa otros 22.500.000 pesos mensuales que se transforman en 225 millones de pesos a lo largo del año académico y que son volcados al comercio minorista local de manera directa y sin intermediarios. Así, se suma hasta ahora un total de 60 millones de pesos mensuales o 600 millones de pesos durante los 10 meses del año académico.
En esta rápida –y desprolija- cuenta, solamente los estudiantes que llegan de otros lugares aportan a la ciudad 600 millones de pesos en diez meses en gastos mínimos, imprescindibles y vitales. A esta lectura habría que sumar lo que aportan los estudiantes locales y sus familias; además de tener que en muchos casos habría que computar la cuota mensual por matrícula que se abona en determinadas casas de estudios.
Este contexto –a su vez- tiene un ponderable difícil de mensurar, pero que siempre es positivo: el vivir en promedio cinco años por parte de los futuros profesionales que llegan a la ciudad, les permite construir o protagonizar historias personales, en un momento clave de sus vidas. Es un valor por sí mismo la generación y la formación de profesionales para la conducción económica, social, cultural y política del país y de las provincias que generan las distintas casas de altos estudios en Gualeguaychú.
Y volviendo al análisis del aporte del estudiantado de manera directa (600 millones de pesos en diez meses), se le debe sumar otro valor clave: la vida universitaria genera puestos de trabajos estables, permanentes y de alta calidad de rendimiento como son los cargos docentes y los administrativos, entre otros. Tan sólo la UNER destina a la Facultad de Bromatología para su estructura un presupuesto anual de poco menos de 21 millones de pesos que también quedan en la ciudad y sin tener en cuenta los presupuestos de las demás casas de estudios superiores. De acuerdo a la Resolución CS 419/22 a la que accedió EL ARGENTINO, se rinde cuenta de la distribución que se hace de lo expuesto en el Artículo 12 de la Ley 12.701 del Presupuesto General para la Administración Nacional 2023 y el convenio firmado con el Banco de Galicia y Buenos Aires, la Facultad de Bromatología recibe un total de 20.821.564 pesos como distribución de gastos variables.
EL ARGENTINO siempre ha registrado como un valor de la comunidad sus distintos frentes de desarrollo: es una ciudad agropecuaria (con diferentes explotaciones productivas), industrial (con una diversidad de rubros que a su vez generan ciencia y tecnología), comercial (con una masa salarial del sector público importante), turística (con una búsqueda de actividades anuales y con eje en la familia), de servicios, y ambiental y con representación de todos los niveles del Estado desde Fuerzas Armadas, Fuerzas de Seguridad, Juzgados Provinciales y Federales, reparticiones públicas varias y, claro está, un creciente movimiento de carreras del nivel superior que hoy le permite ofrece un polo universitario que es modelo en Entre Ríos.
Estas fortalezas se potencian unas con otras e incluso entre algunas de ellas hay también relaciones directas e indirectas; sumado a algunas bondades que son inamovibles como el natural paisaje y la ubicación geográfica. Y, claro está, otro activo impar son las cualidades de sus instituciones de bien público que son articuladoras del desarrollo colectivo.
Por eso, no es casual que Gualeguaychú sea ya una ciudad visible en el perfil universitario, ofreciendo un polo de desarrollo de calidad a partir de la docencia en ese nivel superior como en la producción del conocimiento.
Gracias a sus propuestas públicas y privadas, la educación terciaria y/o superior contribuye al desarrollo económico y social, porque forma el capital humano a través de la experiencia formativa-académica; construye las bases del conocimiento, por medio de la investigación; difunde y democratiza el conocimiento (por ejemplo, mediante la extensión) y además preserva el conocimiento en un diálogo permanente e intergeneracional.
Infraestructura
En la ya citada edición de EL ARGENTINO del 24 de agosto de 2014, se afirmó: “Cuando se piensa en la infraestructura universitaria como ciudad, inevitablemente es necesario detenerse en los intereses como Nación. No sólo para consolidar y mejorar la calidad y la cantidad de una oferta académica con sus correspondientes aulas, laboratorios, investigación y espacios de extensión comunitaria, deportiva y cultural; sino porque ello implica asumir la responsabilidad de una conciencia a escala generacional. Es cierto que para profundizar estos criterios cuantificadores se requiere de otros parámetros como la proyección del crecimiento y el desarrollo y la armonización de la infraestructura urbana, entre otros”.
De ahí que no es fruto del azar la maduración de este perfil universitario como ciudad. El esfuerzo de las instituciones intermedias comprometidas con la comunidad; el reconocimiento académico de cada casa de altos estudios, y el compromiso como sociedad la han impulsado a liderar una dinámica integradora e innovadora en términos sociales y de ciudadanía. El desarrollo del perfil universitario es una de sus positivas consecuencias que, a su vez, retroalimenta a la propia comunidad que la ha generado. Un círculo virtuoso por excelencia.
CIFRAS
1.500
Son aproximadamente los alumnos que se radican en la ciudad por diez meses para estudiar alguna carrera universitaria tanto en las universidades públicas como privadas.
40 mil
Pesos mensuales es el cálculo más conservador del gasto por mes y por alumno, teniendo en cuenta alquiler (25.000 pesos) y 15.000 pesos para alimentación, ocio, vestimenta, comunicaciones, salud y otros. Hay que tener en cuenta que no se contempla otros gastos como transporte, internet y librería.
600
Millones de pesos es el aporte anual que los alumnos destinan a la ciudad, que surge de multiplicar 1.500 alumnos por 40 mil pesos mensuales por diez meses que dura el año académico.