Juicio por el desfalco en Tesorería
Finalizó la última jornada de testigos y ahora se aproxima la etapa de alegatos
La Cámara del Crimen de Gualeguay recibirá ayer los últimos cuatro testimonios en el marco del juicio oral y público por el desfalco en el área de Tesorería de la Municipalidad de Gualeguaychú. Se trata de un hecho de corrupción que afectó a la hacienda pública en aproximadamente tres millones de pesos.
Por esas maniobras irregulares se encuentra imputado bajo la figura penal de peculado doloso reiterado en 91 hechos el ex tesorero, Ángel José Giménez; y por distintas figuras ajenas a esas maniobras pero vinculantes en la responsabilidad institucional, también están imputados el ex intendente Daniel Irigoyen; el ex secretario de Hacienda, Néstor Pérez y el ex contador general Pedro Pomés.
Ayer declararon el actual intendente Juan José Bahillo; el ex secretario de Gobierno, Sergio Delcanto; el asesor jurídico de la Municipalidad, Mariano Fiorotto y el ex intendente Emilio Martínez Garbino.
Se trató de la última audiencia de ronda de testigos y comenzó a las 10:30 con la declaración de Bahillo, quien se refirió al circuito de la firma de los cheques que debe realizar el intendente. Contó que básicamente se firman cheques para pagar subsidios, a proveedores y el pago de licitaciones y ratificó que la metodología actual era la misma que se empleaba en la época de Irigoyen. “El intendente es el último en estampar la firma, luego de hacerlo el tesorero y el contador”, explicó el presidente municipal.
También indicó que aproximadamente se firman 1.700 órdenes de pagos, a razón de 400 por semana y que esa tarea torna imposible un control por parte del intendente, que debe basarse en la confianza de sus colaboradores. “Es imposible realizar (para un intendente) un control tan exhaustivo”, afirmó Bahillo. Su declaración finalizó una hora después de prestar juramento de rigor y su testimonio fue valorado por la querella y la fiscalía al entender que ha explicitado de manera clara las limitaciones que tiene todo intendente y la tarea de gobierno que implica firmar y en muchos casos endosar 400 cheques semanales. En ese marco, recalcó que cuando se hizo cargo de la primera gestión municipal (en diciembre de 2007), recibió más allá de este escándalo, un municipio ordenado y previsible; concepto que incluso lo vertió en su primer discurso de asunción.
Delcanto
El segundo testigo en declarar fue el ex secretario de Gobierno en la gestión Irigoyen, Sergio Delcanto. Su testimonio era esperado por todas las partes, dado que fue el primer funcionario en tomar contacto con estos hechos de corrupción, al ser quien recepcionó la primer denuncia formulada por Mariela Watters, la empleada de Tesorería que realizaba las conciliaciones bancarias y quien dio la voz de alerta sobre estas irregularidades.
En ese marco, relató lo mismo que ya había declarado en su defensa material Daniel Irigoyen, Néstor Pérez y Pedro Pomés y fue coherente y coincidente con los testimonios brindados en otras oportunidades por Oscar Pirovani, Marta Garciarena y tantos otros testigos.
Incluso relató por qué fue conmocionante desde lo personal que alguien acusara a Giménez, quien hasta ese entonces gozaba de buena imagen tanto en la Municipalidad como en la comunidad por su militancia católica. “Nadie podía creer que el jefe de taller nos dinamitara la sala de máquina”, fue la expresión metafórica que utilizó para describir la desazón que les causó ir enterándose del faltante que hoy asciende a casi tres millones de pesos.
En ese marco, recordó cómo se dictó el decreto que separaba del cargo de manera preventiva al ex tesorero, se ordenaba un sumario y una auditoría interna para dimensionar el daño causado a la hacienda municipal y simultáneamente se ordenaba informar al Honorable Concejo Deliberante y radicar la correspondiente denuncia ante la Justicia, además de reunirse con las entidades de bien público de la ciudad para contar lo ocurrido.
Testigo privilegiado de los hechos, Delcanto también contó que al principio Giménez había manifestado su responsabilidad en los hechos y que el propio Irigoyen dio instrucciones precisas e innegociables para colaborar en todo momento y lugar con la Justicia sin retacear ningún elemento.
También tuvo palabras de elogio por el comportamiento de Pérez y Pomés, quienes colaboraron en todo momento para el esclarecimiento de los hechos.
Fiorotto
El asesor legal de la Municipalidad, Mariano Fiorotto comenzó a declarar a las 12:30. La mañana gualeya se había consumido en dos testimonios clave para esta etapa de la causa, y el cansancio en la Cámara del Crimen pedía de manera anticipada un receso, que vendría una hora después.
Fiorotto también corroboró los dichos de Delcanto, dado que él fue el segundo funcionario que escuchó la primer declaración de Watters y tuvo un rol destacado para asesorar al Municipio en esas horas aciagas, donde la desagradable sorpresa eclipsaba a todos los funcionarios.
Fiorotto también relató con lujos de detalles cómo llevó el escrito de la denuncia a Fiscalía, siempre por orden de Irigoyen y cómo notificó a Giménez de que quedaba separado del cargo de manera preventiva. También dio detalles de cómo se preservaron las primeras pruebas documentales, dio fe que no se adulteró ningún documento de Tesorería ni se trasladó ningún elemento de esa área a otra dependencia municipal. “Giménez estaba abatido”, describió el abogado al ser interrogado cómo lo había percibido al ex tesorero.
Cuando el reloj marcó las 13:30, el Tribunal ordenó un cuarto intermedio de una hora, ocasión que permitió distender la audiencia hasta el nuevo encuentro.
Martínez Garbino
El último en declarar como testigo y cerrando la jornada, fue el ex intendente Emilio Martínez Garbino, que se refirió en idéntica consideración que lo hizo Bahillo. Incluso ahondó en el concepto de que toda organización, sea pública o privada, descansa en su base en el principio de confianza de sus miembros. Es que sin confianza no hay posibilidad de ninguna construcción colectiva ni social. “Y en una municipalidad la confianza es clave y nada la reemplaza”, afirmó.
Su testimonio repercutirá en este aspecto, además de abundar en lo expresado por otros testigos en cuanto a los roles diferenciados del intendente, el tesorero, el contador y los demás colaboradores.
Las audiencias
En el juicio oral y público, el primero en declarar fue Ángel Giménez, que además de negar los cargos que se le imputan, sostuvo la teoría de que el faltante del dinero hay que buscarlo en un supuesto descalabro institucional y que todo se trata de una conspiración en su contra en la que habrían intervenido no menos de una docena de altos funcionarios e incluso hasta cajeros de los bancos.
Lo cierto es que Giménez es el único que está implicado en el supuesto acto de corrupción que implica la figura de peculado doloso, y es quien hasta el momento no ha podido aportar elementos que demuestre su teoría de que todo se trata de una gran conspiración en su contra. En cambio para las otras partes son abrumadoras las pruebas y los testimonios (la mayoría pedidos por la defensa de Giménez) que lo sindican como el único responsable del faltante del dinero, incluso hubo testigos (familiares directos de Giménez y otros por vínculos ajenos a su función como tesorero) que admiten haber recibido cuantiosas sumas de dinero en calidad de préstamo y con intereses usureros. ¿Un tesorero municipal siendo prestamista? En el testimonio de Troncoso quedó muy elocuente y dejó sin palabras incluso a su propia defensa que no ahondó en el concepto ni siquiera solicitó un careo.
Los testigos que más han comprometido a Giménez son: Mariela Watters (empleada de Tesorería); el contador Oscar Pirovani y Marta Garciarena, quienes realizaron la primera auditoría interna para dimensionar el faltante de dinero; Juan Alberto Bettendorff (ex secretario de Hacienda) que precisó las funciones independientes entre contador y tesorero; y el contador Guillermo Corfield (que fue clave para comprender que el Tribunal de Cuentas no tenía una norma generalizada ni legal), entre otros.
También testimonios contundentes fueron los cajeros de los bancos Bersa y Nación e incluso los videos de la primera entidad bancaria que lo muestran a Giménez de manera nítida.
Elocuente fueron los testimonios de Mario Grégori (casado con Stella Maris Bentancour, tía de Giménez) y de Elizabeth Varone y Carlos Gabriel Troncoso, todos ellos vinculados de alguna manera con la firma TPV, que confirmaron el envío de fondos por parte de Giménez hacia ellos e incluso Troncoso reconoció que mantuvo una larga historia de correos electrónicos con el ex tesorero, lo que derrumba la teoría que se adulteraron computadoras.
En materia de peritos, actuaron dos ciencias: la informática y la contable. La primera ha perdido relevancia por el reconocimiento a los correos electrónicos por parte de Troncoso. En cuanto a la contable, el único perito que adjudicó responsabilidades a los cuatro imputados, Nicolás Cozzi, también quedó debilitada por su propia par, la contadora Vanessa Parissi, que no compartió gran parte de su informe porque se excedió en sus atribuciones.
Otro aspecto clave de este juicio fueron las declaraciones de Irigoyen, Pérez y Pomés, que fueron coincidentes y guardaron lógica entre sí.
Ayer fue la última audiencia para escuchar testimonios. Bahillo, Delcanto, Fiorotto y Martínez Garbino dieron cuenta del contexto para comprender mejor lo sucedido entre 2004 y mediados de 2005 y que ha conmocionado a la comunidad.
Los alegatos están previstos desde el 9 al 11 de mayo. El miércoles 9 lo harán la querella y la fiscalía; el 10 será el turno de las defensa de Giménez e Irigoyen, respectivamente y el 11 harán lo propio las defensas de Pérez y Pomés. Ese mismo día, viernes 11, también se podrán hacer las réplicas siempre y cuando surjan cuestiones novedosas. Cumplidos estos pasos, el Tribunal se retirará a deliberar y se calcula que antes de fin de mes estaría en condiciones de dar su fallo.
Si algo tuvo este caso es que si bien se trata de hechos de corrupción, su denuncia judicial y posterior esclarecimiento están llamados a impedir la impunidad. Además, es un caso atípico en la materia, porque esta vez fue la clase política quien denunció un acto de corrupción y no al revés.
Lo que queda, después de siete años de una causa compleja de 32 cuerpos y más de 6.500 fojas, son los alegatos y luego el fallo del Tribunal. Será un tiempo de espera… para que finalmente la sentencia permita resurgir a Gualeguaychú con su mejor rostro: la de la verdad y la justicia que siempre han honrado su historia.
Ayer declararon el actual intendente Juan José Bahillo; el ex secretario de Gobierno, Sergio Delcanto; el asesor jurídico de la Municipalidad, Mariano Fiorotto y el ex intendente Emilio Martínez Garbino.
Se trató de la última audiencia de ronda de testigos y comenzó a las 10:30 con la declaración de Bahillo, quien se refirió al circuito de la firma de los cheques que debe realizar el intendente. Contó que básicamente se firman cheques para pagar subsidios, a proveedores y el pago de licitaciones y ratificó que la metodología actual era la misma que se empleaba en la época de Irigoyen. “El intendente es el último en estampar la firma, luego de hacerlo el tesorero y el contador”, explicó el presidente municipal.
También indicó que aproximadamente se firman 1.700 órdenes de pagos, a razón de 400 por semana y que esa tarea torna imposible un control por parte del intendente, que debe basarse en la confianza de sus colaboradores. “Es imposible realizar (para un intendente) un control tan exhaustivo”, afirmó Bahillo. Su declaración finalizó una hora después de prestar juramento de rigor y su testimonio fue valorado por la querella y la fiscalía al entender que ha explicitado de manera clara las limitaciones que tiene todo intendente y la tarea de gobierno que implica firmar y en muchos casos endosar 400 cheques semanales. En ese marco, recalcó que cuando se hizo cargo de la primera gestión municipal (en diciembre de 2007), recibió más allá de este escándalo, un municipio ordenado y previsible; concepto que incluso lo vertió en su primer discurso de asunción.
Delcanto
El segundo testigo en declarar fue el ex secretario de Gobierno en la gestión Irigoyen, Sergio Delcanto. Su testimonio era esperado por todas las partes, dado que fue el primer funcionario en tomar contacto con estos hechos de corrupción, al ser quien recepcionó la primer denuncia formulada por Mariela Watters, la empleada de Tesorería que realizaba las conciliaciones bancarias y quien dio la voz de alerta sobre estas irregularidades.
En ese marco, relató lo mismo que ya había declarado en su defensa material Daniel Irigoyen, Néstor Pérez y Pedro Pomés y fue coherente y coincidente con los testimonios brindados en otras oportunidades por Oscar Pirovani, Marta Garciarena y tantos otros testigos.
Incluso relató por qué fue conmocionante desde lo personal que alguien acusara a Giménez, quien hasta ese entonces gozaba de buena imagen tanto en la Municipalidad como en la comunidad por su militancia católica. “Nadie podía creer que el jefe de taller nos dinamitara la sala de máquina”, fue la expresión metafórica que utilizó para describir la desazón que les causó ir enterándose del faltante que hoy asciende a casi tres millones de pesos.
En ese marco, recordó cómo se dictó el decreto que separaba del cargo de manera preventiva al ex tesorero, se ordenaba un sumario y una auditoría interna para dimensionar el daño causado a la hacienda municipal y simultáneamente se ordenaba informar al Honorable Concejo Deliberante y radicar la correspondiente denuncia ante la Justicia, además de reunirse con las entidades de bien público de la ciudad para contar lo ocurrido.
Testigo privilegiado de los hechos, Delcanto también contó que al principio Giménez había manifestado su responsabilidad en los hechos y que el propio Irigoyen dio instrucciones precisas e innegociables para colaborar en todo momento y lugar con la Justicia sin retacear ningún elemento.
También tuvo palabras de elogio por el comportamiento de Pérez y Pomés, quienes colaboraron en todo momento para el esclarecimiento de los hechos.
Fiorotto
El asesor legal de la Municipalidad, Mariano Fiorotto comenzó a declarar a las 12:30. La mañana gualeya se había consumido en dos testimonios clave para esta etapa de la causa, y el cansancio en la Cámara del Crimen pedía de manera anticipada un receso, que vendría una hora después.
Fiorotto también corroboró los dichos de Delcanto, dado que él fue el segundo funcionario que escuchó la primer declaración de Watters y tuvo un rol destacado para asesorar al Municipio en esas horas aciagas, donde la desagradable sorpresa eclipsaba a todos los funcionarios.
Fiorotto también relató con lujos de detalles cómo llevó el escrito de la denuncia a Fiscalía, siempre por orden de Irigoyen y cómo notificó a Giménez de que quedaba separado del cargo de manera preventiva. También dio detalles de cómo se preservaron las primeras pruebas documentales, dio fe que no se adulteró ningún documento de Tesorería ni se trasladó ningún elemento de esa área a otra dependencia municipal. “Giménez estaba abatido”, describió el abogado al ser interrogado cómo lo había percibido al ex tesorero.
Cuando el reloj marcó las 13:30, el Tribunal ordenó un cuarto intermedio de una hora, ocasión que permitió distender la audiencia hasta el nuevo encuentro.
Martínez Garbino
El último en declarar como testigo y cerrando la jornada, fue el ex intendente Emilio Martínez Garbino, que se refirió en idéntica consideración que lo hizo Bahillo. Incluso ahondó en el concepto de que toda organización, sea pública o privada, descansa en su base en el principio de confianza de sus miembros. Es que sin confianza no hay posibilidad de ninguna construcción colectiva ni social. “Y en una municipalidad la confianza es clave y nada la reemplaza”, afirmó.
Su testimonio repercutirá en este aspecto, además de abundar en lo expresado por otros testigos en cuanto a los roles diferenciados del intendente, el tesorero, el contador y los demás colaboradores.
Las audiencias
En el juicio oral y público, el primero en declarar fue Ángel Giménez, que además de negar los cargos que se le imputan, sostuvo la teoría de que el faltante del dinero hay que buscarlo en un supuesto descalabro institucional y que todo se trata de una conspiración en su contra en la que habrían intervenido no menos de una docena de altos funcionarios e incluso hasta cajeros de los bancos.
Lo cierto es que Giménez es el único que está implicado en el supuesto acto de corrupción que implica la figura de peculado doloso, y es quien hasta el momento no ha podido aportar elementos que demuestre su teoría de que todo se trata de una gran conspiración en su contra. En cambio para las otras partes son abrumadoras las pruebas y los testimonios (la mayoría pedidos por la defensa de Giménez) que lo sindican como el único responsable del faltante del dinero, incluso hubo testigos (familiares directos de Giménez y otros por vínculos ajenos a su función como tesorero) que admiten haber recibido cuantiosas sumas de dinero en calidad de préstamo y con intereses usureros. ¿Un tesorero municipal siendo prestamista? En el testimonio de Troncoso quedó muy elocuente y dejó sin palabras incluso a su propia defensa que no ahondó en el concepto ni siquiera solicitó un careo.
Los testigos que más han comprometido a Giménez son: Mariela Watters (empleada de Tesorería); el contador Oscar Pirovani y Marta Garciarena, quienes realizaron la primera auditoría interna para dimensionar el faltante de dinero; Juan Alberto Bettendorff (ex secretario de Hacienda) que precisó las funciones independientes entre contador y tesorero; y el contador Guillermo Corfield (que fue clave para comprender que el Tribunal de Cuentas no tenía una norma generalizada ni legal), entre otros.
También testimonios contundentes fueron los cajeros de los bancos Bersa y Nación e incluso los videos de la primera entidad bancaria que lo muestran a Giménez de manera nítida.
Elocuente fueron los testimonios de Mario Grégori (casado con Stella Maris Bentancour, tía de Giménez) y de Elizabeth Varone y Carlos Gabriel Troncoso, todos ellos vinculados de alguna manera con la firma TPV, que confirmaron el envío de fondos por parte de Giménez hacia ellos e incluso Troncoso reconoció que mantuvo una larga historia de correos electrónicos con el ex tesorero, lo que derrumba la teoría que se adulteraron computadoras.
En materia de peritos, actuaron dos ciencias: la informática y la contable. La primera ha perdido relevancia por el reconocimiento a los correos electrónicos por parte de Troncoso. En cuanto a la contable, el único perito que adjudicó responsabilidades a los cuatro imputados, Nicolás Cozzi, también quedó debilitada por su propia par, la contadora Vanessa Parissi, que no compartió gran parte de su informe porque se excedió en sus atribuciones.
Otro aspecto clave de este juicio fueron las declaraciones de Irigoyen, Pérez y Pomés, que fueron coincidentes y guardaron lógica entre sí.
Ayer fue la última audiencia para escuchar testimonios. Bahillo, Delcanto, Fiorotto y Martínez Garbino dieron cuenta del contexto para comprender mejor lo sucedido entre 2004 y mediados de 2005 y que ha conmocionado a la comunidad.
Los alegatos están previstos desde el 9 al 11 de mayo. El miércoles 9 lo harán la querella y la fiscalía; el 10 será el turno de las defensa de Giménez e Irigoyen, respectivamente y el 11 harán lo propio las defensas de Pérez y Pomés. Ese mismo día, viernes 11, también se podrán hacer las réplicas siempre y cuando surjan cuestiones novedosas. Cumplidos estos pasos, el Tribunal se retirará a deliberar y se calcula que antes de fin de mes estaría en condiciones de dar su fallo.
Si algo tuvo este caso es que si bien se trata de hechos de corrupción, su denuncia judicial y posterior esclarecimiento están llamados a impedir la impunidad. Además, es un caso atípico en la materia, porque esta vez fue la clase política quien denunció un acto de corrupción y no al revés.
Lo que queda, después de siete años de una causa compleja de 32 cuerpos y más de 6.500 fojas, son los alegatos y luego el fallo del Tribunal. Será un tiempo de espera… para que finalmente la sentencia permita resurgir a Gualeguaychú con su mejor rostro: la de la verdad y la justicia que siempre han honrado su historia.
Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO ©
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