El padre de Humberto Fraccarolli cierra un triste capítulo en su vida
Máximo Fraccarolli a los 85 años siente haber cerrado un largo capitulo de su vida de 35 años. El domingo 20 de noviembre cuando las cenizas de su hijo Humberto fueron traídas a nuestra ciudad por Alicia Cámera su nuera y su nieto Nicolás, su larga búsqueda había terminado.
EL ARGENTINO ©
Máximo no estuvo en el acto, porque consideró que las emociones del momento son muy fuertes para un hombre de su edad, pero se cumplió su voluntad, al colocar parte de la cenizas de Humberto en la tumba de su esposa Aurora Molina de Fraccarolli quien fuera una de la fundadora de Madres de Plaza de Mayo a nivel Nacional y en nuestra ciudad.
Máximo es jubilado del Frigorífico Gualeguaychú y trabajaba en la sección talleres. “En 20 años nunca falté al trabajo, tenía esa maldita costumbre”.Fue en el verano de 1977 cuando en unas vacaciones familiares en Mar del Plata, compartió momentos inolvidables con su hijo. Lo que jamás imagino es que no lo volvería a ver nunca más.
Humberto nació en junio de 1951. Vivió su infancia y adolescencia en Gualeguaychú en la zona del barrio de la Comisaría Primera, cursó sus estudios secundarios en la ENOVA, donde le decían el “Gordo” y “Pancho”.
Sus padres hicieron todo lo posible para tratar de protegerlo pero estaba comprometido con su militancia política que para 1976 ya había sufrido la desaparición de algunos compañeros del partido “Popular del Pueblo” con fuerte contenido marxista y leninista ideas consideradas peligrosas por el Proceso de Reorganización Nacional.
Humberto no era un guerrillero, sus única arma eran las ideas políticas, la causal de que muchos jóvenes desaparecieran en aquel tiempo por el solo hecho de pensar diferente.
“Ustedes están peleando contra un león, cuando ese león se enoje, les va a pegar dos zarpazos y los hará desaparecer. La experiencia te enseña eso, el que manda es el que tiene el poder, siempre fue así”, recuerda.
Máximo aclara que: “Mi hijo no portaba armas, él era el emisario de las ideas del partido y era el encargado de viajar por todo el país para difundir esas ideas políticas”.
Hacía poco que Humberto había abandonado la carrera de Medicina en Rosario con intenciones de pasarse a psicología a la Universidad de La Plata.
“Había hecho cuatro años de medicina en Rosario y abandonó la carrera, según él se dio cuenta que la medicina era un vil comercio, porque en las prácticas hospitalarias veían las cosas que hacían con los pacientes. Entonces les dijo a los compañeros de la facultad que iba a rendir una de las materias más difícil de la carrera. Si salgo bien agarro mis pilchas y me voy. Los compañeros les dijeron si salís mal querrás decir. No, le dijo Humberto yo me quiero ir con todas las materias bien cumplidas y un buen día apareció en casa con todas las cosas”, recuerda Máximo.
Aquel día, habló sobre su futuro con sus padres, para Máximo fue una noticia demoledora el hecho de que su hijo hubiera abandonado la carrera.
Máximo le preguntó a Humberto por qué había tomado esa actitud y le dijo: “Mira papá yo voy a seguir estudiando otra carrera, pero si vos te impones para que termine medicina lo voy hacer, pero desde ya te digo que seré un pésimo médico, porque no voy a poder hacer las cosas que hacen algunos médicos con sus pacientes”.
Aurora desde su intuición de madre presentía que su hijo estaba en peligro y quería que se fuera del país junto a su familia.
“Aurora me dijo más de una vez, Humberto está en peligro y quería que se fuera del país. Vendamos la casa, le damos la plata y que se vaya a un país que se pueda ir con su familia y puedan vivir tranquilo, ese comentario me lo hizo el mismo año que mi hijo desapareció”.
Los padres le plantearon la idea a Humberto, instándolo a que se vaya de Argentina, pero este se negó.
“El nos dijo: de ninguna manera voy a abandonar a mis compañeros que muchos de ellos ya han desaparecido. Qué clase de militancia y de compromiso haré yo si me voy, ninguna. Si me toca mala suerte, pero yo a mis compañeros de lucha nos los puedo abandonar. Eso fue los que nos dijo, no hubo forma de convencerlo”, recordó Máximo.
Alicia su mujer, ya estudiaba psicología en La Plata lo que fue determinante para que Humberto comenzara a estudiar esa carrera en la UNLP en el verano de 1974.
“Mi hijo era una persona inteligente y un líder que era muy solicitado por el partido”.
La detención
El día 23 de febrero de 1977, Humberto estaba en la sala de espera del consultorio odontológico de la Dra. Norma Estela Campano, en La Plata, cuando irrumpieron violentamente personas de civil fuertemente armadas que se identificaron como “Fuerzas Conjuntas de Seguridad”, y secuestraron a Humberto, a la doctora y a todos los que en ese momento aguardaban para ser atendidos, al tiempo que los militares destrozaron el consultorio de Campano.
“Mi hijo alcanzó a disparar del consultorio, pero luego fue interceptado por las fuerzas represoras al poco tiempo, la manzana estaba rodeada de milicos de civil”, recuerda Máximo.
Según testimonios de los vecinos, los detenidos fueron introducidos a la fuerza en automóviles de la Policía de la Provincia, y se los llevaron. Posteriormente todos los Organismos negaron los hechos. La búsqueda de Humberto dio lugar a varias Causas Judiciales.
“Al día siguiente de la captura de Humberto nos llaman de Paraná compañeros de lucha de él y hablaron con Aurora y le dijeron: a Humberto lo internaron. No precisábamos más explicaciones para entender lo que le había pasado a nuestro hijo”.
La persona que se había comunicado con Aurora, le dijo que tenía que viajar a la noche de ese mismo día a Buenos Aires, para contactarlos en Once.
“Esa noche hubo una lluvia torrencial, no había colectivo y mi suegro no se animaba a ir en auto a Buenos Aires, la ruta era complicada. Entonces le dije, bueno vieja vamos.
Preparé mi auto un Playmouth modelo 38 que teníamos, le cargué combustible y aceite de sobre y partimos.
Salimos de Gualeguaychú bajo una tormenta de viento y piedra, transitábamos por la ruta entre medio de dos camiones grandes, mientras la ruta se inundaba, entonces tuve que pasarlo, había tanta agua que no podía ver la banquina”.
Tras superar grandes obstáculos logísticos de la época, donde se empleaba la balsa para cruzar lo que hoy es el Complejo Zárate Brazo Largo, Aurora –Máximo se vuelve a Gualeguaychú tras cruzar la balsa- por fin tomó contacto en la mañana del día siguiente con unos chicos que eran compañeros de Humberto en la Estación de Once, donde le dijeron que su hijo estaba detenido”.
Tanto Aurora como Máximo, nunca pudieron ver a su hijo ni siquiera en la cárcel y tampoco pudieron saber dónde estaba detenido. Aurora, estuvo desde el inicio en la fundación del Movimiento de Madres de Plaza de Mayo. Siempre tuvo la esperanza de por lo menos encontrar la tumba de su hijo para llevarle unas flores. Falleció el 12 de agosto del 2006 y sin saber el paradero de su hijo, pero dejó abiertas Causas Judiciales y aportó datos para la identificación de sus restos al Equipo Forense a identificar los restos de Humberto.
“Movimos cielo y tierra para tratar de encontrar a Humberto. En el ámbito militar tocamos a todos los regimientos, recorrimos todas las comisarías, la Iglesia, desde el cura más influyente de Bs. As. hasta el Papa Juan Pablo II, a quien le pedimos que interceda mediante una carta y me la contestó el secretario del Papa, donde nos decía que la Iglesia siempre se había preocupado por esos problemas y seguiría ocupándose, pero no pasó nada. Aurora fue hasta Brasil cuando vino a ese país en aquella época, donde lograron entregarle un petitorio, pero no pasó nada”.
Investigaciones posteriores y relatos de sobrevivientes de los Centros Clandestinos de Detención atestiguan haber visto a Humberto en Destacamento de Arana, Comisaría 5º y Comisaría 8º de La Plata hasta diciembre de 1978.
A fines del año 2009 el Equipo Argentino de Antropología Forense exhumó e identificó los restos pertenecientes a Humberto Luis Fraccarolli. Estos fueron hallados en diciembre de 1978 en las costas de las localidades de Pinamar y Villa Gessel, y fueron enterrados como N.N. en fosa común del Cementerio Municipal de General Lavalle, Buenos Aires, jurisdicción del 1º Cuerpo de Ejército.
Alicia, la esposa de Humberto y su hijo Nicolás de 3 años, lograron salvarse tras escapar de las garras de la Dictadura hacia el Uruguay y de allí partir a Suecia como exiliada política hasta el retronó de la democracia en nuestro país en 1983.
Tiempo después en un acto Homenaje en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario, el nombre de Humberto se inscribió en una placa mármol trunca, junto al listado de los estudiantes desteñidos y desaparecidos en la casa de altos estudios.
Humberto es más que una historia de vida que muestra cuánto nos costó la democracia. Nuestro mejor homenaje a esa generación es saber cuidarla.
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