El Archivo del ex Frigorífico se encuentra abandonado y es alimento de los roedores
Hace un par de días se anunció una inversión millonaria, faraónica y monumental para reactivar el predio del ex Frigorífico. Una especie de Puerto Madero local. Ojalá se haga algo; porque lo peor es que se derrumbe por el abandono. Sin embargo, algo tan elemental como preservar los archivos del ex Frigorífico es algo imposible de lograr.
Esta es la gran paradoja de este tiempo: la mejor historia y la memoria más cálida se pierde por el sumidero de la desidia y el abandono.
En rigor, la única vez que se aportó –aunque más no sea un fondo mínimo- provino de la Provincia a través del Programa Identidad Entrerriana que depende de la Subsecretaría de Cultura y es patrocinado por el Consejo Federal de Inversiones (CFI).
Con ese aporte, la Asociación de Amigos del Museo Agrícola logró preservar aproximadamente el 10 por ciento del total de los archivos del Frigorífico, especialmente lo vinculado con las presidencias de los directorios.
Pero el resto está hoy diseminado por doquier en al menos cuatro sitios diferentes: cerca del sector de Enfermería, en el Archivo original, en un galpón y en la zona de lavandería.
No sólo están abandonados y al alcance de cualquiera, sino que esos papeles –una verdadera joya para la historia de Gualeguaychú- son hoy el alimento predilecto de los roedores.
Llama mucho la atención la falta de apoyo y colaboración de la Municipalidad con el rescate del archivo del Frigorífico.
Los testimonios de quienes en algún momento estuvieron vinculados con el Frigorífico recordaron a EL ARGENTINO “que hubo una época (previo a la Compañía Víktor) donde se tiraban por la ventana los archivos a una gran hoguera. Al día siguiente se removía el fuego con un palo y se volvía a alimentar esa quema”. Esto que ha pasado, que sólo puede inscribirse en una brutalidad, hoy ocurre de alguna manera de la misma forma: porque el abandono en que se encuentra el Archivo está a merced del fuego eterno de la desidia que todo lo consume y todo lo destruye.
Quien ingresa hoy al interior del Frigorífico observará un panorama tétrico: carpetas tiradas por el piso, documentos históricos comidos por las ratas, arruinados por la humedad y el paso del tiempo, rótulos de carpetas que fueron alimentos de roedores y un desorden generalizado que habla del abandono y con el abandono de la tristeza de quienes no saben valorar el patrimonio cultural de una industria como este coloso dormido al lado del río.
Valorar la memoria
¿Por qué un Municipio como el de Gualeguaychú no le ha dado importancia a un Archivo como el del Frigorífico? No hay respuestas.
Y no puede haber respuestas cuando es evidente que se desprecia un fondo documental clave para la historia de la propia ciudad.
Nadie puede explicar por qué se ha dejado al abandono importantes archivos, la mayoría de ellos vinculados con la historia y la identidad de innumerables familias que estuvieron involucradas con el ex Frigorífico, hoy patrimonio de la comunidad.
No alcanza hoy con rescatar el Archivo, sino que es necesario articular una puesta en Valor y luego ponerlo a funcionar para que todos los vecinos, historiadores e interesados puedan acceder a ese catálogo de memoria.
No es mucho el financiamiento para tanta riqueza documental, incluso teniendo en cuenta que a la necesidad de recursos materiales, la ciudad cuenta con técnicos y profesionales que garantizarían no sólo el rescate sino el servicio de consulta para el conjunto de la ciudadanía; y así evitar una pérdida material histórica y sentimental arraigada en la ciudad.
Incluso los expertos sostienen que si realmente hay decisión de rescatar el Archivo, el beneficio iría más allá de la comunidad porque estaría disponible para los ámbitos académicos, los profesionales e investigadores e incluso a redes internacionales vinculados con esta temática.
En estos tiempos del Bicentenario es justo recordar que a partir del 25 de mayo de 1946, los obreros del Frigorífico comenzaron a compartir un ritual: se formaban alrededor del mástil ubicado entre el frente del edificio y el río que nombra a la ciudad y veían flamear la bandera nacional. Porque se trataba de eso: de una empresa nacional nacida para superar la esclavitud del trust inglés.
Esta fotografía se encuentra en diversos documentos y archivos. Pero la mejor estampa la hizo el poeta Yamandú Rodríguez, quien con palabras la pintó de la siguiente manera: “Argentinos. Este mástil no es de acero, sino de carne y alma. Es el brazo de todos ustedes sosteniendo en la altura del noble esfuerzo diario, la Enseña de la Nación. Es un índice que apunta al cielo y muestra a las demás constelaciones, el sol de la bandera, en constante superación de argentinidad. Ese sol no está bordado; vive en el cielo de sus franjas. Conserva el calor auténtico de la gloria. Porque el General San Martín subió a los Andes para alcanzar ese astro que fue su custodia en la misa campal de Chacabuco. Con él venció las sombras de Chile y el Perú y desde entonces el sol quedó en la bandera, como quedó la imagen de Cristo en el sudario de Verónica”.
El Frigorífico fue y es un rincón de Patria. Su cierre aún genera dolor. Pero si se pretende que al futuro le quede reservada su reactivación como predio inmobiliario o de cualquier otra iniciativa, es indispensable no perder sus archivos; porque en esos papeles y documentos sigue latiendo gran parte de la memoria de Gualeguaychú.
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