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"Échele verde nomás, señorita": el emocionante libro de una maestra gualeguaychense
Amalia y Verónica, su terapista.
En este libro se plasman tierna y reflexivamente las experiencias de una docente con cuarenta años de tiza y guardapolvo, en él se reflejan las “Historias de una docente que amó su profesión”.
En la contratapa del libro se expresan estas palabras: “En esta obra se aborda de manera espontánea y singular el relato de un puñado de experiencias y vivencias de una docente de escuela primaria, contada en primera persona con sentimiento y frescura… Nélida Amalia Doello Verme abre su corazón y expone su memoria compartiendo mediante este libro su pasión: “LA DOCENCIA”.
En este marco, la autora en diálogo con EL ARGENTINO explicó cómo nació la idea del libro, qué encontrarán los lectores en él, el por qué del nombre de la obra y otros aspectos de la misma.
La entrevista:
-¿Cómo nació la idea de escribir este libro?
-El libro nace por la propuesta de Verónica, mi terapista. Cuando se me enfermó la médula, se recurrió a una internación domiciliaria, entonces, se conformó un grupo de trabajo. Me movilizan física y mentalmente, tratan de que yo produzca y no pierda el sentido de la comunicación. El escribir me da una ocupación diaria, fue así que comencé a escribir anécdotas significativas que tenían que ver con mi profesión y luego se nos ocurrió recopilar la producción en este libro.
-¿Qué encontraremos en él?
-Este libro tiene reflexiones y anécdotas, no es un librito de pedagogía, es un anecdotario. Yo digo que la docencia es como la cocina, cada uno tiene un secretito que no se lo dice a nadie, es un poco de egoísmo, el orgullo de saber que se puede hacer algo mejor. En la docencia pasa mucho que los profesionales van adquiriendo ese celo profesional, de pensar que uno está más preparado o es más idóneo para ejercer la profesión. Llega un momento en que la competencia profesional hace que en las instituciones no haya esa unidad que hace poderosa a la misma. Si no existe esa unidad, la institución se pierde, a veces. Así surgió la idea de contar una síntesis de una carrera de cuarenta años. El libro en realidad, tiene por objeto que el que lo lea disfrute de una lectura muy simple, porque yo no soy escritora ni pedagoga, pero transmite todo el amor que pude brindar como docente para la comunidad.
-De todas las historias que relatas en tu libro ¿hay alguna que atesores más?
-Fueron tres generaciones las que pasaron por el aula en que yo estaba. Todos los grupos me dejaron una enseñanza, maduré junto con ellos. Hubo situaciones que tienen que ver propiamente con el aula y otras con la comunidad porque ahora el docente trabaja con parámetros de la sociedad actual. El rol docente ha cambiado, por diferentes situaciones, necesidades o exigencias de la comunidad. Por ejemplo, antes si un alumno se hacía pis en el aula, uno tenía la potestad de cambiarlos, el docente podía hacer eso. Hoy en día con todos los movimientos que ha habido en pos del cuidado del niño, el docente tiene limitada esa función. La primera experiencia que trascendió el aula fue una vivida en Paranacito con un grupo de alumnos, uno de ellos se me plantó y trató de explicarme que estaba mal direccionada, cambiá la práctica que así no va.
¿Por qué el nombre del libro?
-El nombre está relacionada con esta experiencia que me marcó que estaba por relatar. “Échele verde no más, señorita” fue una frase que me dijo un nene en los primeros días que había llegado a la escuela, recién recibida y me dio la lección número uno: “cuando la práctica pedagógica no resulta es porque el camino elegido no es el correcto, revisemos y siempre evaluemos nuestro accionar.
Échale verde…., señorita
“Llegaba el viernes y los chicos sacaban el “cuaderno de pruebas”, los que los tenían, yo les facilitaba una hojita a los que no. Allí, además de colocar el nombre en medio de la hoja, escribían “dictado”. Oscar, después de librar batalla con su bendita fiaca y habiéndose tomado todo el tiempo y más aún, me mostraba el encabezamiento donde había escrito: “Ditado”. Tenía yo por costumbre corregir con lápiz para facilitar la autocorrección y además para brindar una segunda oportunidad. Por supuesto que Enrique expresaba todo tipo de adjetivos, mientras tanto: “¡Eh! Che… denle q´ es la hora p` al comedor, q´ manga e´burros…! Yo permanecía sentada junto a Oscar, le deletreaba la palabra, le escribía grandota en el pizarrón, le pasaba color a las letras “ct”, pero siempre lo mismo. Oscar, con sus dislalias/dislexias u otros, no escribía correctamente y mi lápiz llenaba el renglón de “dictado”, para tratar de ayudarlo.
Un viernes, en que parece que Enrique no estaba de humor para escuchar mi perorata, con su compañero Oscar, se paró frente a mí y, con ademanes casi gauchescos, dijo sin que le temblara la voz :”¡Échele verde no más, señorita!”.
Considerando que mi lapicera verde quizás lograría el efecto que la humildad del lápiz no había logrado”. (Página 21)
Sobre la autora
Nélida Amalia Doello Verme nació en Gualeguaychú en 1954. Cursó sus estudios primarios en la Escuela Francisco Hernández Lopez Jordán. Se graduó de bachiller en Orientación Pedagógica.
En 1974 finalizó sus estudios y egresó como profesora elemental para la Enseñanza Primaria en la Escuela Normal Superior Olegario Víctor Andrade.
Ejerció como maestra en diferentes escuelas del país, debido al trabajo de su esposo (P.N.A)