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Cuando se muere una lengua, muere una forma de ver el mundo
Nuestro idioma es fruto de muchos años de historia y el contacto entre diferentes culturas.
El variacionismo del español en América es extremadamente amplio por diversos factores. Uno de estos es cinco siglos de convivencia lingüística y cultural de lenguas nativas y el español (también con otros idiomas europeos). Cinco siglos de historia que convergen en la América pluricultural que conocemos hoy en día.
POR CAROLINA OTERO LOSS
A lo largo de la historia el hombre ha buscado extender su frontera, los dominios terrestres y marítimos tenían como objetivo adquirir riqueza y fama. A mediados del siglo XV con el surgimiento de la burguesía y el comercio como base de la economía, la rivalidad entre las grandes potencias, Portugal, Inglaterra y España, conllevó a la peripecia de encontrar nuevas tierras.
El 12 de octubre del año 1492 se produce un acontecimiento histórico llamado comúnmente: “El descubrimiento de América”, “La conquista de América”, “El descubrimiento de un nuevo mundo”. Lo cierto que estas tierras con la que se encontraron los europeos que provenían de la Península Ibérica, de la mano de Cristóbal Colón, no eran “nuevas” y tampoco estaban siendo “descubiertas” por estos exploradores. Las tierras que encontraron cruzando el océano Atlántico, ya estaban pobladas por civilizaciones indígenas, las cuales eran ricas en cultura, contaban con su propia religión y culto, tenían su organización social y política.
Aparte de los objetivos económicos e imperiales fueron movidos por deseos más profundos: el de cristianización. Luego de que los españoles llegaran a América y se concrete la conquista de los pueblos originarios, comenzó un proceso de occidentalización. Dicho proceso tenía como fin eliminar la cultura de los nativos para imponer la europea (lenguaje, religión, educación, etc.).
Este encuentro biológico entre dos etnias diferentes dio origen al mestizaje, es decir, la fusión de una raza dominante sobre una que no lo es (padre español y madre india). Este concepto ideológico vivió por mucho tiempo, causando exclusión y discriminación. En el siglo XXI, esta concepción va a declinar cuando se establece que existe una sola raza y es la raza humana. Este encuentro es lo que hoy se refleja en América multicultural. Hasta la actualidad, las raíces culturales indígenas viven, solamente, se vieron aplacadas con una cultura extranjera imperiosa.
La pugna entre lo vernáculo con lo europeizante ha derramado ríos de tinta y sangre. En el idioma se vio fuertemente reflejado, los nativos tenían que aprender un nuevo orden político- social, el culto cristiano y también a hablar la lengua oficial. En un primer momento fue necesario que los encargados de la enseñanza de la lengua española, es decir, los curas, monjes y padres, aprendieran la indígena para usarla como medio de catequización. Los nativos no poseían especializados que defendieran y velaran por la importancia de mantener el idioma nativo. Luego de muchos años se sabe que con la pérdida de una lengua se corrompe una manera de ver el mundo, como así también la identidad personal y colectiva, las raíces y tradiciones de una comunidad.
Los nativos se vieron obligados a practicar su lengua nativa (aimara, el náhuatl, azteca, maya quiché, quechua, entre otras) en la intimidad de su hogar. Esta situación se mantuvo prácticamente hasta la actualidad, en el siglo XX los alumnos tenían prohibido hablar en quechua en la escuela, era considerada una lengua sin prestigio, asociada a la pobreza y la marginación de los “matacos”. Belindo Farías (2010) un hombre de 80 años, nacido en Barrancas, departamento Salavina relata cómo fue su experiencia con su idioma natal en la institución educativa a la que asistía:
“Me crie hablando quichua hasta los 9 años, luego fui enviado a la escuela. Cuando llegué a la escuela, solamente sabía hablar quichua. La que enseña, la maestra, dispuso que me aten con una soga de chaguar que elaboramos los alumnos para la venta en las escuelas campesinas, estuve casi una semana todos los días castigado, atado de la cintura. La maestra pensaba, que yo no quise o me hice el vivo por no hablar el castellano, no era así, no hablaba una sola palabra hasta los 9 años en castellano”.
Lenguaje y sociedad están alienadas, es allí donde reside la constitución del ser humano. Para el lingüista francés Benveniste (1963) "es dentro de, y por la lengua, que el individuo y sociedad se determinan mutuamente". El lenguaje cumple el rol de elemento formador y cohesivo de la identidad en una comunidad.
Cuando distintas comunidades lingüísticas se relacionan, sus lenguas se influencian recíprocamente a través de préstamos o transferencias. En este contexto, cuando los hablantes usan, según la situación dos o más lenguas se los considera: bilingües. Para U. Weinreich (1952) el bilingüismo supone la práctica de dos lenguas usadas alternativamente.
Cuando dos o más personas de distintas culturas se reúnen e intentan comunicar, se produce una situación de encuentro intercultural. El paisaje social, cultural y comunicacional de la escuela se ha modificado enormemente obligando a las instituciones educativas a tomar medidas pedagógicas diferentes, para poder llevar a cabo la enseñanza en un contexto heterogéneo y plurilingüe de manera efectiva.
La Educación Intercultural Bilingüe (EIB) es un modelo de sistema educativo que promueve la educación intercultural. Es decir, son escuelas donde se enseña simultáneamente en dos idiomas con la intención de preservar ambas culturas. Este tipo de educación se puede darse, cuando en una sociedad existen dos culturas o dos idiomas en contacto. También, cuando una institución se encarga de difundir su cultura fuera de su zona originaria.
En nuestro país, un acontecimiento importante en relación con la Educación Intercultural Bilingüe tuvo lugar en 1985, cuando se sanciona la Ley 23302 sobre Política Indígena y Apoyo a las Comunidades Indígenas. Esta ley instaura la atención prioritaria y la necesidad de intensificar los servicios de educación y cultura en las áreas de las comunidades indígenas.
Desde la promulgación de la Ley de Educación Nacional 26.206, la modalidad de Educación Intercultural Bilingüe se convirtió en una modalidad en la estructura nacional del sistema educativo. De acuerdo con esta ley y su marco normativo, los niveles de educación Inicial, Primaria y Secundaria deben garantizar a todos los pueblos originarios que habitan en el territorio nacional el derecho constitucional a acceder a una educación que contribuya a preservar su identidad étnica, su lengua, su cosmovisión y su cultura, así como también la educación en español.
En la Argentina existen más de 30 pueblos indígenas y se hablan 13 lenguas indígenas. La Educación Intercultural Bilingüe aspira que los niños se eduquen en su propia lengua y, en el caso de poseer una lengua diferente del español, aprendan el español como segunda lengua. En la actualidad, existen miles de escuelas con esta modalidad, sobre todo en zonas fronterizas. Estas son posiblemente uno de los ejemplos más ilustrativos del respeto por la diversidad cultural.
“Desde mediados de los 70 el término intercultural va cobrando cada vez mayor fuerza para referirse a un individuo enraizado en su propia cultura pero abierto al mundo; un sujeto que mira lo ajeno desde lo propio, que observa e interactúa con el exterior desde su autoafirmación y autovaloración” (L.E López, 2010).
La lengua es un tesoro que hay que preservar, ya que cuando muere una de ellas, se muere una forma de ver, comprender y describir el mundo.